Las tres culturas en su 'fundación'
calle rioja
Historia. El arabista Rafael Valencia introdujo al americanista Ramón María Serrera, que abrió en un abarrotado Salón del Almirante el ciclo de conferencias 'Los Lunes del Alcázar'.
LA Casa de la Contratación ocupaba los cuatro patios del Alcázar y la residencia que fue de Al-Mutamid. Hermosa casualidad que al americanista encargado de recrear esta superposición de espacios, Ramón María Serrera, lo presentara el arabista Rafael Valencia. LosLunes del Alcázar no pudieron entrar con mejor pie. Lleno a rebosar.
Salón del Almirante. La historia es un Fitzcarraldo sevillano. La mayor aventura náutica jamás contada, en la que se detuvo y entretuvo Serrera, empieza con el Almirantazgo de la corona de Castilla. La Casa de la Contratación se crea el 20 de enero de 1503. La magia de aquella realidad empequeñece las historias del realismo mágico. "Cuando se crea, Colón está en el cuarto viaje. El Almirante cree que ha dado con el continente asiático, pero la Corona tiene otras noticias".
El sevillano Serrera es hijo adoptivo de Guadalajara (México), venezolano consorte y presidió la Asociación de Americanistas Españoles. Se remite a un territorio familiar: en el quinto centenario de la institución (2003) comisarió con Antonio García Baquero una magna exposición en la que contaron con obras de Tiziano, Van Gogh, Goya y Zurbarán sin maniquíes.
El Alcázar no fue el primer destino de la Casa de la Contratación, que inicialmente ocupó las atarazanas 16 y 17, junto a la calle Santander. Las inundaciones del Guadalquivir aconsejaron trasladarla a lo que Domínguez Ortiz llamó "el mejor cahíz de la tierra". No era un brindis al sol. Allí están, estaban en el plano del limeño Pablo de Olavide, la primera catedral primada de América -"la Catedral de Sevilla es una catedral americana"-, el segundo edificio herreriano más importante después del Escorial, el único archivo continental y el palacio real más antiguo del mundo. Lo podrán quitar de la Unesco, ironizó Serrera al recordar su encuentro con los "ignorantes" e "indocumentados" que chantajearon a la ciudad, animados por "señoritos dilettantes", a cuenta de la torre Pelli, pero nadie sacará a Sevilla del Guinness.
Una Sevilla superlativa que acogió la auténtica milla de oro: la línea recta que unía el embarcadero de la Torre del Oro con el Alcázar y por la que "durante dos siglos pasaron tres cuartos de toda la plata del mundo", delicias del subsuelo de Potosí, de Zacatecas. Todo ellos en la "nueva Babilonia" con unos índices de delincuencia nada desdeñables. Como el historiador también es musicólogo y apoyaría a Caruso para cantar en Manaos, situó el foro orquestal en el río Guadalquuivir y el proscenio en el Arenal. La ciudad que inspiró ciento cincuenta óperas se lo gastó todo en el libreto. Felipe V ordenó el traslado de la Casa de la Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, dos siglos antes de la revolución rusa, y con él se fue, E la nave va, el último barco, el Potenkim sevillano que dejó a la ciudad "sin historia, sin futuro", hipotecada por lo que llamó "la quimera de la Campana y el rebujito".
Decadencia y caída que a falta de un Gibbon doméstico quedó en las estadísticas del declive (1600-1720) de García Baquero o en un cuadro impresionante con toda la flota amarrada -goleta, galera, falucho, esquiche, nao- que está en las escaleras del Ayuntamiento y en opinión de Serrera debería estar en el despacho del alcalde. El retrato de la "ciudad espectral, desoladora".
Los Lunes del Alcázar es una iniciativa del equipo del recinto que forman Jacinto Elliott, arquitecto-conservador, y Pilar Luengo. Contó con el respaldo de José María Cabeza, antepenúltimo gestor del que fuera palacio gótico con Alfonso X y mudéjar con Pedro I. Entre el público, Carlos Esquivias, nacido en el propio Alcázar en 1945, cuando era conservador del edificio su abuelo, José Martínez Tristán. Algo se le pegó del Salón del Almirante, porque el nieto ha sido práctico del río, mareante en la jerga náutica de quienes tenían como santo protector a San Telmo.
La presencia de este santo en el tríptico que José Gestoso atribuye a Alejo Fernández, primera representación religiosa europea del Nuevo Mundo, lo asocia Serrera con una sesión de guía de estos rincones ante una visitante muy especial. "Se lo explicaba a la infanta Cristina y por dos ocasiones me corrigió el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves". Pese a que su sillón presidencial estaba en el palacio de San Telmo donde él fue mareante y durante un tiempo mareado.
La Casa de la Contratación era una Junta de Andalucía a lo bestia. Entre sus competencias figuraban el control del tráfico ultramarino; la organización de las flotas; el depósito de los caudales del Rey; el control de la emigración a Indias; la investigación cartográfica y náutica; la Audiencia y Tribunal de Justicia. Con cárcel propia. El cuadro de Alejo Fernández tiene su cara de Bélmez. Un personaje que para Romero Murube era Carlos V, que se casó en el Alcázar; para el profesor Serrera es Carlos V y para Wikipedia, Cristóbal Colón.
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