El 'sí quiero' por rumbas de la duquesa de Alba
Al salir a las puertas del Palacio las Dueñas tras la boda, Cayetana Fitz-James Stuart ha bailado descalza al son de una rumba.
La duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y su esposo y duque consorte, Alfonso Díez, han salido tras su boda a las puertas del Palacio de las Dueñas para saludar al numeroso público allí congregado, momento en el que la duquesa ha bailado descalza al son de una rumba.
Diez minutos después de las dos de la tarde, Cayetana y Alfonso hicieron su primera aparición una vez casados en medio de una gran ovación de la gente a lo que respondió la duquesa descalzándose y bailando una rumba interpretada por el grupo Siempre Así.
La duquesa se ha mostrado "muy feliz" y "espontánea" durante toda la jornada, en la que tras la ceremonia religiosa la pareja salió a las puertas del Palacio para saludar a los sevillanos.
En el exterior del recinto, Cayetana de Alba y su tercer esposo han sido recibidos con aplausos y vítores por parte del público que llenaba la calle y los balcones cercanos, lo que ha motivado que la duquesa se quitara los zapatos y bailara al son de unas sevillanas.
La duquesa de Alba, jaleada con gritos de "guapa" y "vivan los novios", ha lanzado a los asistentes el ramo de novia -formado por capullos de rosas blancas-, que ha sido recogido por una joven estudiante de Enfermería.
Cayetana, con un vestido salmón claro y un lazo verde en la cintura de los modistos sevillanos Victorio y Lucchino, lanzó su ramo de novia ante el fervor de decenas de personas que gritaban "guapa" y "vivan los novios".
A la boda han asistido cuatro de los seis hijos de la duquesa, ya que Eugenia está ingresada en una clínica de Madrid debido a un brote de varicela y Jacobo no ha viajado a Sevilla.
La duquesa, de 85 años, ha dado el sí quiero a Díez Carabantes, 25 años menor que ella, ante el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp.
Los invitados al enlace -de carácter íntimo por expreso deseo de los contrayentes- degustaron un bufé con entradas frías, gazpacho, rebujito con hierbabuena, tortilla española y ensalada con angulas y caviar.
Además, se sirvió arroz a la provenzal acompañado con gambas blancas de Huelva y langosta en salsa americana; tournedó de ternera con salsa bearnesa y guarnición de pimientos de padrón, cebollitas francesas y patatas estilo Ducal.
El menú se completa con ave al limón en su jugo con verdura variada a la plancha y ensalada mimosa, mientras los postres están compuestos de tocino de coco, pastel de almendras con salsa de leche condensada y bomba de chocolate con salsa de turrón caliente.
El almuerzo lo sirvieron los empleados del palacio, que, antes, han comido el mismo menú.
llegaba al Palacio de Las Dueñas acompañado de la madrina, Carmen Tello, con rostro serio y sin hacer declaraciones a la prensa congregada a las puertas. El novio lucía un chaqué gris oscuro con chalequillo a juego y una corbata azul marino con lunares blancos, mientras que la mujer de Curro Romero, y amiga íntima de la novia, lucía un traje rojo largo con guantes y mantilla blancos.Desde primera hora de la mañana, en el exterior del palacio esperaban numerosos periodistas -algunos de ellos extranjeros- y cientos de curiosos que han asistido a la llegada de los hijos de Cayetana de Alba.
El primero en llegar fue Alfonso Martínez de Irujo, duque de Aliaga, y un par de horas más tarde lo hacía el duque de Huéscar, Carlos, hijo primogénito de la duquesa y que ejercerá como padrino de la boda, en la que habrá 38 invitados.
Poco después de las once y media llegaba al Palacio Cayetano Martínez de Irujo en el asiento de copiloto de un coche que tuvo dificultades para entrar en el recinto ante la gran cantidad de personas que se agolpan en la calle Dueñas. Minutos antes lo hizo el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, encargado junto a otros dos religiosos de oficiar la ceremonia.
La hija pequeña de la duquesa, Eugenia, no podrá asistir a la boda porque está aquejada de una varicela con fiebre alta –ha sido ingresada por ello en la clínica Ruber de Madrid–, mientras que su hijo de Jacobo, conde de Siruela, y su esposa Inka Martí tampoco acudieron al enlace por encontrarse de viaje, según la casa de Alba.
La nota curiosa de la mañana, soleada y con buena temperatura en Sevilla, la puso un trío musical que con un órgano y un violín interpretaron un pasodoble compuesto especialmente para la duquesa titulado No sé vivir sin España.
Además, un coro rociero que ya había actuado la víspera amenizaba la espera de las decenas de curiosos agolpados ante el palacio.
También aparecieron tres personas disfrazadas de novia -con una peluca imitando el peinado de la duquesa-, novio y madrina. El traje de la duquesa de Alba ha sido uno de los secretos mejor guardados de la ceremonia.
Por la mañana, el personal de servicio del Palacio de las Dueñas salió a comprar churros para el desayuno.
El Ayuntamiento de Sevilla puso en marcha un dispositivo para actuar en el entorno del Palacio de las Dueñas y agilizar la circulación y controlar el tráfico en la zona.
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