El Museo del Baile Flamenco busca nuevos socios para asegurar su futuro

Los responsables del centro de Cristina Hoyos barajan nuevas vías de financiación para aliviar la devolución de los 5,1 millones de crédito · Lamentan la "mala prensa" de un museo que "trabaja por una Sevilla moderna"

Una de las instalaciones que recrea la historia del flamenco.
Una de las instalaciones que recrea la historia del flamenco.
Patricia Godino / Sevilla

26 de abril 2009 - 05:00

Tres años después de su apertura, el Museo del Baile Flamenco (MBF), promovido por la coreógrafa y bailaora Cristina Hoyos, pasa uno de sus peores momentos económicos. Los responsables de este centro buscan nuevas vías de financiación para la devolución del crédito solicitado -5,1 millones de euros más los intereses derivados del préstamo, un total de ocho millones de euros-, que se invirtió en construir el museo y dotar las salas de la última tecnología. No obstante, la familia no se plantea el final de este ambicioso proyecto levantado sobre una casa del siglo XVIII, en el número 8 de la céntrica calle Manuel Rojas Marcos. "Los créditos se han de pagar cada mes. Es imposible cerrarlo. Sería la ruina. En principio, no hay peligro de cierre", ha declarado a este medio Tina Panadero, gerente del museo y sobrina y representante de la artista.

Una de las soluciones que barajan pasa por crear una "fundación de fundaciones", de manera que "la entrada de nuevos patronos en el museo rebajara la presión financiera sobre la familia Hoyos", aclara Kurt Grotsh, director de comunicación y marketing del MBF.

Los promotores del centro están en conversaciones "con entidades privadas, públicas, bancarias, museos y con un amplisimo abanico" y aseguran que ya hay "interés" de inversores españoles y extranjeros. "Estamos en crisis y todo el mundo busca gangas, pero el museo no es una ganga", defiende Panadero. El bache económico no ha afectado por contra al ritmo de visitas. Está previsto que el MBF cierre 2009 con unos 19.000 espectadores, casi el 300% más que los registrados en el año de apertura de los que el 95% son extranjeros. Un respaldo del público foráneo que sin embargo no camina parejo al local. Pese a que es uno de los principales reclamos culturales del centro histórico, sin contar los monumentos, el MBF es un desconocido para parte de la sociedad sevillana, incluso, según lamentan sus promotores, para la delegada de Cultura, Maribel Montaño, y la de Turismo, Rosamar Prieto, que "de manera oficial" no conocen el museo.

Más allá de las visitas políticas, el apoyo público viene dado por la concesión de subvenciones para su mantenimiento y renovación. Un asunto, el de las ayudas, que ha ensombrecido la labor del museo desde su apertura, ya que se da la circunstancia de que la principal promotora de esta iniciativa privada es también la directora del Ballet Flamenco de Andalucía, institución dependiente de la Consejería de Cultura. "El museo no lo ha pagado la Junta", sostiene Panadero, "cansada" de una polémica que ha alimentado "cierta prensa". Según la memoria de actividades del museo, se han concedido unos 936.000 euros: 536.000 euros de la Consejería de Innovación, 260.000 de la de Turismo y los 140.000 restantes a través del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, de los que 20.000 están en fase de recepción. Sólo el mantenimiento del MBF, que ahora tiene cinco personas en nómina aparte de un grupo de becarios extranjeros, supone 60.000 euros anuales.

Que después de tres años las cuentas no cuadren se debe a varios factores. A la crisis, que afecta al turismo y a la contratación de noches VIP para la celebración de eventos, se suma la falta de previsión. "Hemos pedido un crédito excesivamente grande. Quizás me he equivocado y podía haber hecho un proyecto muy chiquito en el mismo edificio -reconoce Panadero- y, cada año, ir haciendo una nueva sala y, mientras, tener un museo de vitrinas con una guitarra y unos palillos".

El MBF no responde en absoluto a esta definición. La realidad que se esconde en estos 1.500 metros cuadrados de edificio dividos en cuatro plantas es el de un museo moderno en el que la percepción visual y sonora de la ancestral historia del flamenco se percibe en primera persona. En las salas, las pantallas táctiles en seis idiomas conviven en armonía con joyas nostálgicas como las navajas de Bodas de sangre o los vestidos originales de Carmen Amaya. De hecho, la Unión Europea concedió el sello Best Practice a la combinación del patrimonio intangible -el flamenco- con las nuevas tecnologías .

Sus promotores defienden el "plus para la construcción de una Sevilla moderna y avanzada" que supone este museo. Se apoyan además en la labor social que ejercen con el impulso a la Noche larga de los museos puesta en marcha en 2006, la atención a colectivos desfavorecidos o las investigaciones pioneras como la flamencoterapia. Con los mimbres de los que disponen y el apoyo necesario, "se podría convertir en una especie de Casa Encendida" (que cuenta con el respaldo de Caja Madrid)", en el que la actividad museística se fundiera con la divulgación del flamenco para todos los públicos. Según Tina Panadero, "ganas de trabajar e imaginación no nos falta".

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