Marías: "Es intolerable que se pretenda cambiar la lengua por decreto"
Letras
El escritor, que este domingo ingresa en la Real Academia Española, cree que el Congreso de los Diputados "no es nadie para imponer nada en el ámbito de la lengua".
"El Congreso se permitió imponer oficialmente que se tuviera que decir "A Coruña" y "Girona", cuando, si se habla en castellano, lo lógico sería decir 'La Coruña' y 'Gerona'. Intentar que por decreto se diga de una manera que no es la normal, eso es intolerable, es una usurpación de atribuciones y es también algo dictatorial", asegura Marías.
En su casa de Madrid, rodeado de un sinfín de libros y de su curiosa colección de soldaditos de plomo, Marías (Madrid, 1951) adelanta las líneas generales del discurso que leerá el domingo, titulado ‘Sobre la dificultad de contar’; se confiesa "muy pesimista" ante el aluvión de incorrecciones que cometen los hablantes y se refiere a "las presiones" que recibe la Academia para "quitar o poner palabras".
El autor de ‘Corazón tan blanco’, quizá el novelista español actual de mayor prestigio internacional, cuya obra está traducida a unos 40 idiomas, está ilusionado con su ingreso en la RAE, aunque el frac que se exige para la ceremonia no parece convencerle demasiado. "Nunca me he disfrazado de eso", asegura.
En su discurso abordará "la dificultad sobre todo de contar lo acaecido, lo real, lo sucedido", y cita como ejemplo lo que se pretende hacer estos días con motivo del bicentenario del 2 de Mayo de 1808.
"Yo vengo a decir que eso es prácticamente imposible". "En realidad, se podría decir que lo único que se puede contar cabalmente es lo que no ha pasado, lo que no ha ocurrido, y ésa es un poco la paradoja del discurso", afirma.
El escritor se muestra "pesimista" sobre el futuro del español y dice que el uso incorrecto de este idioma "es una marea muy difícil de parar, por no decir que es imposible pararla", un problema del cual "los medios de comunicación son en grandísima medida responsables".
"Cada vez es más raro que la gente domine la lengua, que la tengan asida. Y no me refiero a personas de poca cultura, que a veces hablan con más propiedad que los ministros". "El otro día oí a una ministra recién nombrada decir lo siguiente: 'Estoy muy contenta de asumir este reto en primera persona'", señala.
"¿Pero cómo que va a asumir algo en primera persona? No va a ser en tercera…”, se extraña Marías, para recordar que "las cosas se viven en persona; en primera persona se cuenta algo, se relata". "Y esto en un político. Por favor, vaya usted a su casa y aprenda a hablar antes de ser ministra y antes de ser casi nada", añade.
Otro ejemplo reciente, esta vez de la televisión: en una serie española el escritor escuchó la expresión "entonces, no esperamos por ellos", en vez de "no los esperamos", y afirma que la primera es una traducción literal del inglés "to wait for them". "Los vicios de las traducciones malas se incorporan ya a la propia creación".
El autor de ‘Todas las almas’ se refiere también a "otro peligro" que le preocupa: "La tendencia por parte de diferentes colectivos a querer cambiar la lengua por decreto", entre ellos "los grupos feministas" que ejercen "una gran presión para que se metan palabras en el Diccionario de la Academia" o para que se saquen de él.
La Academia de la Lengua "simplemente registra lo que se dice en la calle", y las palabras se incorporan al Diccionario cuando su uso está comprobado "y tienen ya carta de naturaleza", recuerda el novelista.
Entre los términos que las feministas desearían ver fuera del Diccionario, Marías cita "uno de los sentidos de 'mujer pública', cuando equivale a 'prostituta". "Eso les molesta mucho, pero en la lengua ha tenido ese sentido, aunque es injusto porque 'hombre público' no tiene nada que ver con la prostitución".
"Se puede intentar que se use menos, pero querer quitarla del Diccionario es intolerable, algo propio de los dictadores", subraya Marías, para aludir a continuación a los colectivos que pretenden la supresión de palabras que puedan sonar a antirracistas, como "judiada".
Esa palabra, "antipática en sí misma, ha existido y debe figurar en el Diccionario, aunque ahora no se emplee apenas", como tampoco se utiliza mucho "fardar", un término que Marías decía de niño y que defiende a capa y espada.
"El ámbito del habla es uno de los más libres que existe, junto con el del pensamiento, y nunca se debe imponer nada", asegura.
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