Emanuel, un 'Rahmbo' para la Casa Blanca
El que será nuevo jefe de Gabinete de Obama, Rahm Emanuel, tiene fama de hombre duro en el Capitolio.
El hasta ahora jefe del grupo parlamentario demócrata en la Cámara de Representantes, Rahm Emanuel, ha aceptado ser el jefe de Gabinete del presidente electo de EEUU, Barack Obama.
El congresista Rahm Emanuel tiene fama de hombre duro en el Capitolio, ha aceptado el reto y se convertirá a partir del próximo 20 de enero en la mano derecha de Barack Obama en la Casa Blanca.
Emanuel, de 48 años y considerado un gran conocedor del funcionamiento interno del Congreso -donde sus compañeros lo llaman Rahmbo por su dureza- , fue asesor de la Casa Blanca durante el mandato de Bill Clinton (1993-2001), pero también ha sido un firme aliado de Obama.
Ya había indicado que tomaría una decisión sobre el cargo teniendo en cuenta cuestiones políticas y familiares, tendrá ahora que renunciar a su escaño en la Cámara de Representantes. El legislador está considerado como una de las estrellas en ascenso del Partido Demócrata, y hasta ahora se le consideraba como un posible presidente de la Cámara baja en un futuro.
El congresista dirigió la exitosa campaña demócrata en la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas de 2006, se ha caracterizado por un liderazgo de estilo directo y a veces brusco, que los republicanos han considerado en ocasiones excesivamente partidista.
Un ex funcionario de la administración Clinton ha dicho estos días al Washington Post que recuerda al entonces joven asesor en la Casa Blanca como un hombre "muy inteligente", "rápido" y "ágil", con un espíritu de trabajo a prueba de fuego y firme en la defensa de sus posiciones. No por algo dice que había que andarse con cuidado porque "cuando golpeaba uno tenía la sensación de que le acaba de pasar un camión por encima".
Su perfil empieza a ser criticado por algunos republicanos, como el congresista John Boehner, que se pregunta con ironía si la elección de Emanuel como futuro jefe de gabinete es la más acertada a tenor de la campaña que hizo el candidato demócrata, hoy convertido en presidente electo, en la que se pasó todo el tiempo prometiendo que si llegaba a la Casa Blanca transformaría Washington.
Obama quiere a Podesta
Junto a Emanuel, Obama ya tiene seleccionada a otra figura clave, que se encargará de dirigir la transición entre la Administración Bush y el Ejecutivo de Obama. Esta celeridad en los nombramientos busca evitar el caos de 1992, cuando el entonces presidente electo Bill Clinton espero seis semanas para hacer los primeros nombramientos, y designó a sus consejeros en la Casa Blanca apenas cinco días antes de jurar el cargo.
Para esta complicada tarea, Obama ya tiene trabajando a John Podesta, que conoce los entresijos del gobierno gracias a que fue el último jefe de gabinete de Clinton. Para que su labor sea exitosa, será imprescindible la colaboración de la Administración saliente. Y eso fue lo que aseguró el presidente Bush a su sucesor en la conversación que mantuvieron en la noche electoral. "Le prometo que me ocuparé de que la transición se produzca sin dificultades. Está usted frente a uno de los grandes viajes de la vida. Felicitaciones y disfrútelo", afirmó Bush según explicó su portavoz, Dana Perino.
Obama y Emanuel deberán escoger a partir de ahora a los principales miembros de su gabinete: los secretarios de Estado, Defensa y Tesoro. Lo ideal sería que los tres cargos estén ya definidos cuando el nuevo Congreso se reúna el 3 de enero, para que su confirmación sea casi inmediata.
Como jefe de la diplomacia suena con fuerza Bill Richardson, que cuenta con uno de los mejores historiales de los candidatos. Es gobernador de Nuevo México y fue embajador ante Naciones Unidas y secretario de Energía con Bill Clinton. De padre nicaraguense y madre mexicana, se convertiría en el latino que más alto llegó en Estados Unidos.
Otros candidatos son los senadores John Kerry y Christopher Dodd. El candidato ideal era Joe Biden, al que incluso sus rivales en el Senado identifican como el mayor experto en política internacional en el Senado, pero él será el vicepresidente.
Como secretario de Defensa, los medios especulan con que Obama podría conservar a Robert Gates para preparar la transición en Iraq. Después del tormentoso mandato de Donald Rumsfeld, el ex director de la CIA se ganó el respeto de ambos partidos con una gestión dura por dentro y de bajo perfil por fuera.
La posición de secretario del Tesoro, el equivalente a ministro de Economía, es especialmente sensible en el actual contexto de crisis económica: Obama llegará a la Casa Blanca con un país en recesión y, según todas las encuestas, gran parte de su triunfo electoral fue gracias a que los ciudadanos confiaban más en él que en McCain para resolver los problemas.
Entre los candidatos para tan complicado puesto se cita a Larry Summers y Robert Rubin, que ya ocuparon el puesto con Clinton, y al jefe de la Reserva Federal de Nueva York, Timothy Geithner. También está en las apuestas la continuidad de Henry Paulson, aunque con mucha menos fuerza que la de Gates, y Obama mencionó en uno de los debates electorales al multimillonario Warren Buffett, uno de sus asesores.
Para la segunda gran tarea, la de liderar la transición, Obama ya tiene trabajando a John Podesta, que conoce los entresijos del gobierno gracias a que fue el último jefe de gabinete de Clinton. Para que su labor sea exitosa, será imprescindible la colaboración de la administración saliente.
Y eso fue lo que aseguró el presidente Bush a su sucesor en la conversación que mantuvieron en la noche electoral. "Le prometo que me ocuparé de que la transición se produzca sin dificultades. Está usted frente a uno de los grandes viajes de la vida. Felicitaciones y disfrútelo", afirmó Bush según explicó su portavoz, Dana Perino.
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