Puig acusa a parte de los indignados de actuar como una "guerrilla urbana"
El consejero catalán de Interior admite que hubo "insuficiencias" de seguridad en los accesos al Parlamento catalán. Asegura que la policía no fue más dura para no propiciar una "batalla campal" contra los "profesionales del incidente".
El conseller de Interior, Felip Puig, ha admitido que el dispositivo policial se quedó "corto" y que hubo "insuficiencias" al proteger la entrada de diputados al Parlamento catalán, aunque ha negado fallos de previsión y ha destacado que lograron blindar la cámara y garantizar que se celebrara el pleno.
En rueda de prensa, Puig ha asegurado que los Mossos d'Esquadra no actuaron con más dureza contra los violentos para evitar un "mal mayor", ya que entre los indignados había "profesionales del incidente" que actuaron como una "guerrilla urbana" y que tenían unas "ganas feroces" de que se desatara una "batalla campal".
En este sentido, ha avisado que existe una minoría violenta que cada vez es mayor, que está más organizada y es más agresiva y que bajo la "falsa apariencia de una resistencia pasiva" utiliza "violencia extrema" y métodos de comunicación "sofisticados" para planear sus ataques, cuando "sometieron a la Democracia a una situación sin precedentes", contando con la cobertura pacífica de algunos ciudadanos.
Por este motivo, ha reconocido que es necesario ampliar el número de agentes de las brigadas antidisturbios y estudiar nuevos métodos de actuación que ya se utilizan en otros países europeos, como la dispersión con agua a presión o que algunas unidades de la brigada móvil puedan ir a caballo.
El conseller ha subrayado las dificultades del operativo, ya que los Mossos d'Esquadra -que en los momentos cumbre desplegaron a 600 agentes- tenían que proteger de forma dinámica un perímetro de cuatro kilómetros asediado por unas 3.000 personas, aunque ha apuntado que lograron los dos objetivos principales, que eran que nadie entrara al Parque de la Ciutadella sin permiso y que el pleno se pudiera celebrar con normalidad.
Puig ha asumido que hubo "insuficiencias" al garantizar la seguridad en la entrada de todos los diputados -algunos fueron insultados, zarandeados y acosados-, por lo que ha dado por hecho que ya habían corregido algunos aspectos y cambiado el sistema de entrada, para que los diputados pudieran entrar en autobús, aunque finalmente no ha sido necesario, porque los indignados no han aparecido.
"Hay una evidencia: no fuimos capaces de defender en todo momento la integridad de todos los diputados", ha apuntado Puig, que no obstante ha vuelto a insistir en que sí lograron los dos objetivos que se habían marcado como prioritarios.
En este sentido, ha apuntado que, pese a que el dispositivo era dinámico, se encontraba tan al límite -"estaban todos los recursos ocupados", ha admitido-, que si hubieran ampliado y reforzado el cordón para que entraran los diputados habrían tenido que dejar desatendida alguna parte del perímetro, con el peligro que suponía que algún violento pudiera acceder hasta las puertas del Parlament.
Además, se ha quejado de que los indignados disponían de información muy detallada sobre las intenciones policiales y ha lamentado que algunos medios de comunicación, que no ha precisado, desvelaran de madrugada qué puertas del Parque de la Ciutadella se habían habilitado para la entrada de los diputados.
Puig, que ha negado que la violencia de algunos indignados les pillara por sorpresa, ha insistido que podrían haber actuado legítimamente con mayor dureza contra algunos de los concentrados, aunque no lo hicieron para evitar un "mal mayor", ya que de haberlo hecho se hubiera producido una "batalla campal", un efecto llamada y una radicalización aún mayor de las protestas.
El consejero ha vuelto a quejarse de que el movimiento del 15-M no tiene interlocutores con los que negociar, por lo que se frustra cada intento de los Mossos de dialogar con ellos.
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