Descalabro sin sentido de la realidad
Rodríguez Zapatero no quiso enterarse de la severa derrota institucional que ayer cosechó el Partido Socialista.
El descalabro cosechado ayer por el PSOE en las elecciones del 22-M, en las que ha perdido 1,6 millones de votos y siete puntos con respecto a los comicios de 2007, no se tradujo en una reacción lógica y responsable del presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, que ni presentó la dimisión ni anunció el adelanto electoral.
La derrota socialista en la inmensa mayoría de las ciudades de más de 100.000 habitantes, incluidas Barcelona y Sevilla, y el retroceso del PSOE en las 13 comunidades autónomas y las dos ciudades autónomas que concurrieron a las urnas sólo sirvieron para que Rodríguez Zapatero, en una comparecencia inaudita, insistiera, tal como anunció en plena campaña, en que agotará la legislatura para completar la hoja de ruta de las reformas que el Gobierno tiene previstas para crear un nuevo patrón de crecimiento para la economía española, que, por supuesto, sirva para crear, por fin, empleo.
Sonriente por momentos pese a que los resultados no tenían ni chispa de gracia para los suyos, el actual presidente del Gobierno transmitió más que seguridad y determinación para afrontar los retos que tiene por delante la economía española una falta absoluta de sentido de la realidad. Su credibilidad, bajo mínimos antes de las elecciones según han puesto de manifiesto reiteradamente las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del último año, se resintió anoche aún más, si cabe, al no presentar, al menos, su dimisión irrevocable como secretario general del PSOE. Así, con esta primera lectura sorprendente que hizo del descalabro, como si estuviera previsto su profundo calado, el actual líder socialista difícilmente podrá agotar el año escaso que queda de legislatura por mucho apoyo parlamentario que le garantice el PNV en el Congreso.
Como si estuviera noqueado y hubiera perdido el sentido de la realidad, Rodríguez Zapatero no se enteró anoche de que la pérdida de poder institucional sufrido por el PSOE es tan sumamente importante que se ha quedado sin tiempo para pasar a la historia emulando al canciller alemán Schröder, como el presidente del Gobierno que puso los cimientos de la recuperación económica.
El PP, que ha logrado finalmente que el 22-M se vote en clave nacional, ha conseguido una victoria tan amplia en estas elecciones que, sin ninguna duda, pasarán a la historia como unas primarias en toda regla. Rajoy y los suyos, con el paro y la crisis económica por bandera, han ganado en todos los enclaves socialistas, con Castilla-La Mancha y Extremadura como lugares más emblemáticos. Bien es verdad que en esta última comunidad autónoma el PSOE podrá mantenerse en el poder gracias a los votos de IU.
Además, perdida cualquier posibilidad de coalición con el simpático Revilla en Cantabria por la mayoría absoluta popular, los socialistas necesitarán en Asturias y Aragón un ejercicio de funambulismo político o pactos muy alambicados para conservar estos dos feudos. En Canarias, si entregan el poder a Coalición Canaria (CC), podrán rentabilizar su derrota electoral. A todo esto hay que añadir el retroceso que han cosechado en los feudos populares más fuertes, como Madrid, Comunidad Valenciana, La Rioja, Murcia y Castilla-León, a pesar de que en los primeros los casos de corrupción eran material de primera para debilitar a Esperanza Aguirre y a Francisco Camps.
En Barcelona, ciudad gobernado por el PSC desde la restauración democrática, CiU, posiblemente con el apoyo del PP, pondrá la guinda a la victoria electoral que Mas consiguió hace unos meses en los comicios catalanes.
Más allá del descalabro socialista y la gran victoria de los populares, estas elecciones municipales y autonómicas han servido para que Bildu, que entró a última hora gracias a la polémica decisión del Tribunal Constitucional (TC), haya irrumpido con unos respaldos inesperados: más de 300.000 votos que le han servido para convertirse en el líder en número de concejales en el País Vasco. UPyD también ha cosechado, sobre todo en Madrid, apoyos ciudadanos muy relevantes.
En cuanto a la incidencia del Movimiento 15-M, tan temido por casi todos, los resultados finales de las elecciones del 22-M ponen de manifiesto que, si acaso, esta protesta ha beneficiado algo a Izquierda Unida. Pero, a la espera de estudios sociológicos postelectorales, los indignados no han tenido una incidencia importante en un resultado final que ha supuesto, sobre todo, un serio castigo para el Gobierno y para el PSOE, y una plataforma de lanzamiento para el PP de cara a los comicios legislativos de 2012.
Ahora, hoy, el 23-M, más que de las primarias socialistas, se abrirá el debate sobre la necesidad o no de un adelanto electoral que Rodríguez Zapatero negó anoche como si nada hubiera pasado.
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