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Liga europa · dnipro-napoles
Yevhen Seleznyov, como en el choque de ida de las semifinales de la Liga Europa, se convirtió en el verdugo del Nápoles de Rafa Benítez, que perdió 1-0 con un tanto del jugador del Dnipro, equipo ucraniano al que se enfrentará el Sevilla en la final de Varsovia, el próximo 27 de mayo. El nombre de Seleznyov será muy recordado por Italia en los próximos años. Un jugador que comenzó siendo suplente en el choque de ida, que salió al campo de San Paolo para marcar en diez minutos un tanto y que repitió una semana después, no será fácil de quitarle de la lista de ogros del Nápoles.
Poca parte del público del estadio NSK Olimpiyski de Kiev, lleno hasta la bandera pese a la lluvia, se hubiese imaginado el desenlace de esta eliminatoria. Los 70.000 espectadores que abarrotaron el recinto donde juega competición europea el Dnipro querían saborear una victoria para celebrar su primera final continental. El resultado de ida, 1-1 con un gol cuando el partido agonizaba en claro fuera de juego de Yevhen Seleznyov, invitaba al optimismo para lograr la gesta. Pero también creaba buenas expectativas el mal momento del Nápoles, que llegó a la cita muy enfadado y despistado por esa jugada y con un empate a dos goles ante el Parma el fin de semana anterior. Ese resultado ante el colista y la perspectiva de no conseguir ningún título importante este año (solo ganó la Supercopa de Italia en diciembre), no ayudó nada a unos hombres que necesitaban marcar para llegar al partido decisivo de Varsovia, 26 años después de que el Nápoles de Maradona disputara su última final.
Con ese guión saltaron al césped los jugadores de Rafael Benítez, que enfrente se encontraron a un equipo pegajoso hasta el extremo y con unas ideas muy claras sobre qué tenían que hacer para evitar la remontada del Nápoles. En la primera parte solo hubo tres ocasiones. Fruto de ese juego feo propuesto por el Dnipro, las porterías parecían vetadas para ambos equipos. Y, en esta ocasión, como en el partido de ida, apareció de nuevo el guardameta Boyko para amargar al argentino Gonzalo Higuaín.
El delantero del Nápoles dispuso de las dos oportunidades más claras de todo el choque, y como una semana antes, las falló porque enfrente se encontró con un muro insalvable. Primero, en el minuto ocho, falló un mano a mano que detuvo Boyko. Y, segundo, en el 28, de nuevo el portero del Dnipro evitó el gol de su rival con una estirada magnífica tras un remate de cabeza de Higuaín. El Dnipro aún tuvo tiempo de estirarse para amenazar a Mariano Andújar con un remate lejano de Seleznyov que acabó en córner tras una estirada acertada del portero del conjunto italiano.
Tras esa ocasión, el carrusel de oportunidades se frenó en seco y llegaron el segundo acto que iba a ser definitivo. La película volvió a repetirse. Ocurrió lo mismo que en la ida, lo mismo que en la primera parte y lo mismo que, en concreto, toda la eliminatoria. El Nápoles dominó el balón, casi no dispuso de oportunidades y cuando las tuvo chocó con Boyko y el Dnipro, encerrado, esperaba un zarpazo que, de nuevo, como en San Paolo, lo volvió a protagonizar Seleznyov con un remate de cabeza en el minuto 58 que trajo la locura al NSK Olimpiyskyi de Kiev. El tanto del Dnipro condujo a la gran final de Varsovia al club ucraniano. Nadie lo hubiera imaginado hace meses, cuando comenzó la competición. El Nápoles pecó de falta de imaginación y repitió los mismos errores en los dos partidos de la semifinal. Uno de ellos fue no cuidarse de Seleznyov, el gran verdugo de los italianos junto al muro Boyko.
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