Una Liga atragantada (0-1)

Sevilla-atlético de madrid · la crónica

El Sevilla se deja el alma y quizás muchas de sus opciones europeas en su dolorosa derrota ante el Atlético. El árbitro no se atreve a expulsar a Diego Costa ni ve mano en la jugada del gol.

Foto: Antonio Pizarro
Foto: Antonio Pizarro
Juan Antonio Solís / Sevilla

21 de abril 2013 - 22:52

Hay Ligas en las que uno no está para nada. Y este campeonato, definitivamente, parece que va a darle la espalda al Sevilla, que vio cortada su racha victoriosa como local ante un Atlético que no mereció coger todo el botín, pero que se agarró a las paradas de Courtois y al increíble gol de Falcao para llevarse los tres puntos y segar, veremos si de forma casi definitiva, las opciones europeas del equipo de Unai Emery. Con la decepción de ayer noche, el margen de error de los sevillistas se reduce casi a la nada, sobre todo si el TAS da la razón al Málaga en junio y acabar octavo no da el billete continental.

Pareció como si el cruel desenlace del intensísimo pulso de ayer quisiera castigar la planificación estival, que parió una plantilla con muchos puestos vitales cogidos con alfileres. Un grupo sin el carácter y la madurez para hacerse fuerte, sobre todo, en los partidos fuera de casa. Al final, su impericia para amarrar victorias que parecían claras como visitante (Rayo, Getafe, Betis, ejemplos más claros...) forzó al Sevilla a jugarse su futuro al todo o nada ante un equipo bastante mejor, como es este Atlético de Madrid. Ante un equipo, además, que goza de una mirada amable por parte del estamento arbitral.

Ese doble riesgo dio con el Sevilla en la lona: el Atlético tiene a Falcao, que no perdona, pero también tiene a Diego Costa, que debió ver la segunda amarilla en el minuto 60 cuando simuló una agresión de Cala. El castellano-leonés González González no tuvo valor de mandar al pendenciero brasileño a las duchas. No quiso aplicar la ley. Luego, en la jugada del decisivo gol, tampoco vio el rebote del balón en el brazo de Mario antes del centro que cazó Raúl García y que desvió Falcao a la red.

El colombiano decidió con un gol que parece exclusivo de sus cualidades. Sólo este tigre colombiano parece capaz de desviar ese tiro cruzado de Raúl García que se perdía junto al palo derecho de Beto. Iba fuerte la pelota, pero Falcao se lanzó con intuición, rapidez, agilidad y técnica suficientes para tocar la bola. Corría el minuto 77, los colchoneros habían bajado un punto su intensidad, como les suele suceder esta temporada, mientras el Sevilla se aprestaba a dar el último arreón en busca de un gol que se le resistía. Pero de nuevo la confluencia de todos los factores, los inherentes al juego y los que lo rodean, dieron la espalda al Sevilla a pesar de que fue el que puso más.

Y puso más el Sevilla desde el momento en que Emery equilibró la batalla en el centro del campo al cambiar de sistema. Las ausencias de Medel y Fazio llevaron al entrenador vasco a variar su dibujo táctico y recurrir a los tres centrales. Sabía que en la sala de máquinas iba a haber mucha trisca porque así lo imponen los centuriones de Simeone, con Gabi como brazo alargado del argentino en el campo de batalla. Así fue. Fue echar a rodar el balón y el partido se desbocó de forma irremediable.

Bajo ese 3-5-1, Coke y Alberto Moreno actuaron como dos centrocampistas más, con Cala y Fernando Navarro escudándolos muy abiertos y Botía como libre. Por dentro, Rakitic y Kondogbia trataban de conectar entre líneas con Reyes y Jesús Navas, quien trató de abandonar la banda para sorprender al Atlético como ya hizo en la vuelta de semifinales coperas.

El cambio de manual dio más resultado al Sevilla sin la pelota que con ella. Pronto se vio que las fulgurantes y sincronizadas salidas del Atlético tenían esta vez más trampas por el camino. Ahí se reflejó el beneficio de jugar con cinco medios, pues Coke y Alberto Moreno apretaron mucho y bien en las bandas al tiempo que los centrales no daban medio metro a Falcao y Diego Costa cuando alguno de ellos se abría a una banda o se descolgaba atrás para recibir de espaldas y lanzar los contragolpes. Apenas una vez se desajustó el repliegue sevillista antes del descanso por una pérdida de Alberto Moreno muy arriba. La segunda ocasión fue la del gol de Falcao.

En la otra área tampoco abundaron las llegadas. El ordenadísimo 4-4-2 de Simeone, con cuatro medios de verdad más dos delanteros que aprietan, obligaba a los sevillistas a tener una precisión extrema en los pases. A conducir poco y jugar mucho más al primer toque. Tuvo más la pelota el Sevilla, trató de llevar el balón de banda a banda para superar la basculación defensiva del Atlético, pero Reyes, que ayer pisó los terrenos de Rakitic debido a que el suizo se ancló más atrás, no anduvo vivo entre líneas. Tampoco Navas por fuera o por dentro. Y Negredo tardó en darse cuenta de que estaba demasiado incrustado entre los centrales. Percutió con fe, intensidad y un juego físico que sostuvo el pulso en todo lo alto. Pero faltó imaginación, calidad y precisión en los últimos metros. Era la exigencia extrema a la que obligaba un señor equipo.

La entrada de Perotti no abrió los caminos que se les negaban a los sevillistas. Tampoco Babá iba a erigirse en héroe, ni siquiera por accidente. Y aunque la última acometida de casta y orgullo desestabilizó al Atlético, entre Courtois y la ya proverbial falta de tino de Negredo se consumó la derrota. En esta Liga malparida para el Sevilla, parecía inevitable que el desenlace fuera ése y no otro.

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