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Quinto título de Copa para el Sevilla y con todas las de la ley, con todos los quilates que se les puedan calibrar a las joyas más preciadas. Porque el Sevilla, el Sevilla Fútbol Club, dejó en la cuneta a los otros dos campeones del fútbol español, al Barcelona y al Atlético de Madrid, además de un par de equipos más que en los momentos en los que se cruzaron con los nervionenses eran algo en el panorama nacional. Pero no, el más grande, el grandioso, fue el Sevilla para poner su nombre por segunda vez en el palmarés de la Copa en este siglo XXI. ¿Alguien duda, por tanto, de la grandiosidad del siempre Sevilla Fútbol Club en los tiempos que corren?
Pero para que la literatura fuera aún mayor si cabe, los dos goles de la finalísima no procedían de fuera de las fronteras de la nación española, ni siquiera de una comunidad autónoma que no fuera Andalucía, la que estaba representada con sus colores blanquiverdes en la camiseta del campeón. Los dos goles nacieron en la carretera de Utrera por mucho que uno de ellos tuviera un escarceo con anterioridad en Barcelona. Los dos hombres que pasarán a los anales de la historia como los autores de los dos tantos en la quinta Copa serán Diego Capel y Jesús Navas, los dos extremos que corrieron por las bandas de la ciudad deportiva sevillista antes de hacerse profesionales y darle tantos momentos de gloria al actual Sevilla.
Justo como Antonio Puerta, el otro símbolo que recientemente tuvo su estatua en esa ciudad deportiva y que lo vería desde arriba, y al que le dedicaron sus compañeros esta Copa del Rey. Y como Luna, el juvenil al que Antonio Álvarez osó colocar en la alineación titular en el Camp Nou para que solventara las tres ausencias que tenía en el lateral izquierdo. A saber, Fernando Navarro, Dragutinovic y Adriano, por el orden que se prefiera. Así de emotivo fue el triunfo del Sevilla en el Camp Nou, la quinta Copa de España que disfrutan quienes han profesado la fe balompédica blanquirroja, de Nervión.
Sucedió todo en un partido en el que los sevillistas fueron superiores a un adversario que no se lo puso nada fácil. Porque los hombres que vestían de blanco supieron golpear en los momentos justos, en el arranque y en plena recta final, para que la euforia se desbordase en el Camp Nou a pesar de estar a mil kilómetros de distancia de la ciudad en la que se radica el Sevilla Fútbol Club y a pesar de tener un número sensiblemente menor en los graderíos en estos tiempos de crisis que corren por culpa de una decisión federativa que tiene una complicadísima explicación.
Pero tampoco importó eso en exceso cuando el balón echó a rodar, ni siquiera tuvo trascendencia que el juez se ensañara con unos y tuviera toda la condescendencia del mundo con los otros. El Sevilla supo jugar la final desde el principio hasta el final. Porque golpeó en el arranque con esa vertiginosa contra que nació en Diego Capel y murió en las redes de De Gea con el golpeo final del hombre que lo originó todo junto al saque de esquina propio. Después, salvo alguna acción de duda que le tocó resolver a Squillaci de manera providencial, tuvo el control en todo momento e impidió que el Atlético pudiera hacerle sangre pese a su empeño en ello. Para acabar le puso la guinda con esa contra de Jesús Navas, cuando los gemelos ya debían estar muy cargados, corriendo como el que más, desbordando a De Gea y a todos los que se le pusieron por delante antes de marcar el gol casi a puerta vacía.
Era el principio y el fin de un partido en el que las alineaciones no iban a deparar ninguna sorpresa si se exceptúa el hecho de que Adriano finalmente no pudo llegar a la cita. Los dos equipos, como era previsible, partieron con un esquema de juego prácticamente idéntico, con casi cuatro delanteros. La consecuencia fue que el centro del campo se obvió por parte y parte.
El partido se planteó, pues, con la intención de llegar cuanto antes a la zona de arriba, de no perder tiempo en pases innecesarios en el eje de las operaciones. En esa tarea fue el Sevilla quien acabó con la sonrisa instalada en su cara de oreja a oreja. La entidad nervionense le pone el colofón soñado a una década prodigiosa, a unos años en el que todos los sevillistas habrán disfrutado de lo grande con los suyos. Es la quinta y no pudo ser más de ley, como un verdadero grande, como lo que es el SEVILLA FÚTBOL CLUB.
Ficha técnica
0 - Atlético de Madrid: De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes, Assunçao (Raúl García, m.61), Tiago Mendes, Simao Sabrosa (Jurado, m.61); Agüero y Forlán.
2 - Sevilla: Palop; Konko, Squilaci, Escudé, Luna; Navas, Renato (Lolo, m.90+3), Zokora, Capel (Peroti, m.88); Negredo (Romaric, m.68) y Kanouté.
Árbitro: Mejuto González l (asturiano). La manera de repartir las tarjetas, de advertir a Diego Capel y no a los rivales... Un verdadero desastre que, afortunadamente, no decidió.
Tarjetas: Amarillas Renato (6'), Luna (35'), Squillaci (61'), Ujfalusi (60'), Kanoute (84') y Palop (86'). Rojas Cristóbal Soria y Salvador Torres, delegado y utillero del Sevilla.
Goles 0-1 (5') Diego Capel. Contragolpe perfecto que nace en Diego Capel casi en el córner de la defensa sevillista, pasa por Kanoute, Negredo y llega a Jesús Navas, quien dispara para que el rechazo le caiga al almeriense en el borde del área y éste lance un zurdazo durísimo a la red. 0-2 (91') Jesús Navas. Contra del extremo derecho de Los Palacios, que llega antes que Antonio López para llevarse la pelota y driblar a De Gea para marcar con la derecha.
Incidencias: Final de la Copa del Rey disputada en el Camp Nou ante unos 85.000 espectadores. No estaba completamente lleno. Al final del encuentro el Príncipe Felipe le entregó la Copa del Rey al capitán sevillista, Palop, ataviado con una camiseta del Sevilla con el número 16 y el nombre de Puerta en el dorsal.
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