Juan Suárez, vida y geometría
Time after time | Exposición en el CAAC
El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo revisa hasta el 9 de febrero de 2020 la carrera de uno de los mejores representantes de la abstracción sevillana
Algunos dibujos y bocetos estaban guardados en carpetas y los realizó siendo estudiante de Arquitectura. La obra más reciente, en cambio, es una escultura a gran escala que ha producido expresamente para esta cita partiendo de ideas plasmadas en maquetas y lienzos anteriores. Se trata de un conjunto de cuatro trapecios inestables que se sostienen unos a otros y se dotan de solidez al unirse. Con esa llamada de atención a la fragilidad del equilibrio y a un orden geométrico que por un lado se afirma y por otro se niega concluye la retrospectiva de Juan Suárez (Puerto de Santa María, Cádiz, 1946) en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Comisariada por su director Juan Antonio Álvarez Reyes, podrá verse hasta el 9 de febrero de 2020. Suárez ha recapitulado sus múltiples intereses -ha llegado a inventariar 900 obras- para mostrar una parte sustancial de sí mismo en esta muestra, que relee de forma no lineal toda su trayectoria y toma su título de una conocida versión instrumental de Time After Time realizada por Miles Davis. La Fundación Juan March, La Caixa, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el Patio Herreriano de Valladolid y Artium se cuentan entre las colecciones que han prestado obras.
El espectador descubrirá la importancia de la música, la literatura y las artes en el trabajo de este pintor, catedrático de dibujo, profesor asistente honorario en el departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela Superior Técnica de la Universidad de Sevilla, reputado arquitecto de la firma CHS y persona comprometida con la cultura de Sevilla, la ciudad donde reside y con la que mantiene "una relación de amor-odio". Suárez se confiesa "escéptico, no creo ni en lo que yo hago" y sostiene "que no hay que esperar reconocimiento, nadie es profeta en su tierra, pero sí hay que dar siempre lo mejor de uno mismo".
Esta retrospectiva descubre las interioridades de un creador "en búsqueda permanente", según la consejera de Cultura Patricia del Pozo, cuya obra es una síntesis estimulante y genuina de algunos de los movimientos artísticos más interesantes desde los años 40 del siglo pasado, como la abstracción estadounidense, la transvanguardia italiana, el neoexpresionismo alemán o el colorido industrial del pop, por citar sólo algunos. Integrado en la generación de artistas abstractos a la que pertenecen también Gerardo Delgado y José Ramón Sierra, Suárez se dio a conocer como ellos en el entorno de la galería La Pasarela, con la que trabajaba Fernando Zóbel, y más tarde se vinculó a la galerista Juana de Aizpuru, que convirtió a estos tres arquitectos en una de sus mejores tarjetas de presentación: la de la abstracción sevillana.
Juan Antonio Álvarez Reyes, comisario
"La geometría variable es esencial en su trabajo tanto como el uso del color"
Su investigación pictórica ha corrido en paralelo en las últimas décadas al trabajo en el estudio pero ha sido de un rigor tan exigente y acusado que no es difícil conjeturar que el pintor ha acabado, si no imponiéndose, conviviendo con el arquitecto en una doble dimensión. Para Juan Bosco Díaz-Urmeneta, autor de algunos de los textos que recogerá el catálogo que de la muestra se va a publicar gracias al mecenazgo de Ogensa, "la obra de Juan Suárez discurre entre la poética de una pintura abstracta de contenida expresión y la presencia de un objeto que puede cruzar el umbral de la obra de arte".
Juan Antonio Álvarez Reyes recuerda que ésta es la tercera gran retrospectiva de la carrera de Suárez, tras la que acogió en los años 80 el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla y la que organizó entre 2003 y 2004 la Caja San Fernando. "Juan Suárez vuelve una y otra vez sobre obras anteriores, en su producción encontramos como en la música momentos y estructuras que se repiten y esta retrospectiva, que es clásica pero no tanto, relaciona obras actuales con otras más recientes y con creaciones rescatadas de los años 70 y 80", apunta. "La geometría variable es esencial en su trabajo pero también lo es el uso del color, como vemos en los tonos ácidos que emplea a finales de los años 60", continúa el comisario.
"La valoración del espacio y del volumen me apasionó desde pequeño. Cuando era niño en Cádiz y contemplaba el ocaso sobre la Bahía me interesaba saber lo que ocurría en aquel otro lugar donde el sol se estaba poniendo y desde entonces me identifico con una poética de la pérdida", confiesa el artista, que encuentra en la reflexión escrita por Samuel Beckett -"Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor"- una senda con la que se identifica: volver sobre sus pasos y reiniciar el camino para volver a andarlo. "Si no hay riesgo no hay fracaso ni aprendizaje", expresa.
La muestra arranca con varias piezas fechadas en 1969 que remiten a su primera exposición en La Pasarela y son una toma de postura sobre el arte "en un momento en que nos llegaba muy poca información o muy fragmentaria sobre creadores como Barnett Newman o movimientos como el minimal", recuerda Suárez. Tres cajas coloreadas cercanas al ready-made sorprenderán al visitante. Están vacías pero sin ocultar su interior recuerdan su humilde procedencia:costurero, caja de puros, una tercera que evoca una taquilla.
A continuación, en la siguiente sala, el comisario ha ubicado una serie de obras realizadas entre 1969 y 1973 en las cuales Suárez explora lo paradójico entre el fuera y el dentro del arte. Llama la atención el uso de pintura industrial sobre papeles fluorescentes así como el uso de la estética geométrica. Parecería que han sido creadas hoy, tal es la viveza con que evocan el color neón de los anuncios. Se vendieron en la galería Juana de Aizpuru.
En la sala 4 el artista sigue trabajando con pintura sintética e industrial pero ahora sobre láminas de metacrilato. "Me interesa mucho subrayar el carácter de los materiales que empleo, en este caso la transparencia y flexibilidad del soporte", contextualiza.
En 1974 Juan Suárez dedicó su segunda exposición individual en Juana de Aizpuru a una serie que tituló Sobre el paisaje de fondo del tránsito de la Virgen de Mantegna, inspirada por la tabla que de este pintor italiano conserva el Museo del Prado. "Me centré sobre todo en las diagonales y simetrías del paisaje del fondo enmarcado en una gran ventana", evoca de este encuentro entre la pintura y la geometría que ocupa la sala 5, una reunión de obras donde emplea tiza, carbón, metacrilato y lienzo de lino y que constituye un hito del conjunto expositivo.
Los valores táctiles son muy importantes en la propuesta estética del artista, como confirman las obras reunidas en la zona de los hornos del CAAC, entre ellas Cuerpo de Campanas (1982), un gran lienzo sin bastidor y con abundante materia. En las obras de los años 80 la presencia del color en piezas como Entre el resplandor de los santos o Leal souvenir permiten al comisario rastrear la influencia de artistas como Kiefer o Cucchi en un trabajo de gran sensualidad y, por otra parte, muy ligado a la tradición barroca. La potencia del monocromo la exponen obras como ERTA I -abreviatura de Eros y Thanatos, fechada en 1999-, que se pueden conectar con las cajas de la primera etapa del artista.
La sala décima reúne el contundente El lago negro, un gran paralelogramo formado por 36 módulos de cristal pintado con colores carmines y magentas que remite al Narciso de Caravaggio pero también a los Nenúfares de Monet. Muy cerca se coloca ECO, formada por prismas de madera pintados con colores parecidos a los de El lago negro, y que para Juan Suárez es un homenaje a John Cage, a quien tanto interesaba el azar y lo aleatorio. "Son obras que pueden montarse de modos muy distintos, aquí optamos por esta fórmula, porque al final el azar y lo aleatorio también responden a una decisión", reflexiona.
Tras una selección de su conjunto Marismas, donde paradójicamente no hay réplica de la naturaleza, el itinerario continúa con la serie NSEO (Norte, Sur, Este y Oeste) que expuso en 2015 en la galería Rafael Ortiz y donde descuella su formación de arquitecto, al ir precedidas las pinturas de una instalación de piezas de metal. El recorrido concluye con la gran obra escultórica creada ex profeso para la cita que tanto ha gustado a su amiga Carmen Laffón, que ha colaborado en el montaje. La exposición, con un presupuesto que ronda los 45.000 euros, podría recalar en otras provincias si prospera el plan de Patricia del Pozo de itinerar estas producciones propias por otros espacios museísticos de la comunidad andaluza.
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