Caixafórum reabre sus puertas y reivindica el arte como un diálogo con el presente
Coronavirus | La cultura reanuda su actividad
La muestra dedicada a Montmartre y Toulouse-Lautrec y 'Poéticas de la emoción' pueden volver a verse a partir de hoy
El confinamiento al que ha obligado la propagación del coronavirus ha sido un capítulo extraño en el que los ciudadanos han abrazado una amplia gama de sentimientos: el miedo, la rabia, la tristeza han tomado su ánimo del mismo modo que la esperanza asomaba a veces en medio del caos y la perplejidad. De esa fragilidad y esa grandeza del ser humano, un magma que conoce tanto la pasión como la pesadumbre, habla precisamente Poéticas de la emoción, una muestra con la que Caixafórum Sevilla explora el poder de conmover del arte a lo largo de su historia y que puede volver a visitarse desde hoy, cuando el centro ha reabierto con todos los protocolos y medidas que exige el momento. Esta exposición, programada ahora hasta el 30 de agosto, se prolonga junto con otra de las citas más destacadas de este curso, El espíritu de Montmartre en tiempos de Toulouse-Lautrec, un apasionante viaje al París de la bohemia que alarga su estancia en Sevilla hasta el 25 de octubre.
Protegidos con sus mascarillas, los espectadores se reencontraban este lunes con su propia vulnerabilidad en Poéticas de la emoción. Hoy un vídeo como el del neerlandés Bas Jan Ader, I'm too sad to tell you (Estoy demasiado triste para decírtelo), donde exhibe o interpreta su pena sin añadir explicación alguna, parece dialogar con este presente donde todos estamos confusos y exaltados, pese a que el artista firmara este trabajo hace ya medio siglo. Que el autor desapareciera mientras realizaba una larga travesía por el océano -su velero fue encontrado en las costas de Irlanda- quizás sea incluso una dolorosa y certera metáfora de la deriva que es, de un modo u otro, toda existencia.
No se asusten: la muestra, pese a los sentimientos dispares que recorre, reconforta. El arte nos ayuda a conocernos y en cierta medida también nos sana, viene a decir el conjunto. Érika Goyarrola, la comisaria de Poéticas..., apuntaba que frente a otras exposiciones que insisten en un discurso político o se encallan en la autorreferencia, esta cita apela al corazón de los visitantes. "Muchas exposiciones han dejado de lado el aspecto emotivo, y lo que queremos aquí es resaltar esa cualidad del arte", comentaba la investigadora el pasado noviembre, cuando se presentaba esta propuesta.
Un objetivo para el que se combinan diferentes disciplinas -fotografía, vídeo, pintura, escultura, instalación- y para el que conversan maestros del arte religioso, con impresionantes piezas como el Llanto sobre Cristo muerto de Esteban Jordán, con referentes de la creación contemporánea como Bill Viola, la Premio Velázquez Esther Ferrer, Miró, Millares o Colita, de la que se presentan unas espectaculares imágenes protagonizadas por Fernanda y Bernarda de Utrera o Carmen Amaya. La Fundación Joan Miró, el MACBA, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma (Es Baluard) y la colección Iberdrola son algunas de las instituciones que han cedido las piezas para esta muestra.
El personal de Caixafórum advierte que Poéticas de la emoción capta la sensibilidad del momento. "Es muy diferente explicarla antes a hacerlo ahora, hoy tiene otro sentido", asegura Salud Machuca, una de las mediadoras culturales que estará por las salas para "conversar con los visitantes, asesorarlos, establecer un diálogo breve. Por ahora no podremos hacer visitas de grupos ni actividades completas", expone esta especialista que no obstante estaba "ilusionada" con los aficionados que ya se habían desplazado al centro esta mañana. "Es que esto del arte es nuestra vida y estábamos deseando retomarla", confesaba una visitante en otra estancia.
Dos meses y medio después del cierre por la emergencia sanitaria, el Caixafórum Sevilla reanuda su actividad y se adapta a las circunstancias. Dispensadores de geles hidroalcohólicos y precauciones para mantener la distancia de seguridad acompañan ahora, inesperadamente, la liturgia de visitar un museo. Parece una de esas visiones irreales a las que se entregaban los artistas del París de finales del XIX, rebeldes y agitadores, también visionarios, entregados a la noche y a rendir culto a las musas. Los creadores protagonizan la muestra El espíritu de Montmartre en tiempos de Toulouse-Lautrec, que con una soberbia escenografía y una importante selección de piezas -más de 300- traslada a los espectadores a ese espacio de libertad que era el barrio parisino. Carteles, ilustraciones de prensa e incluso partituras reflejan el modo en que esta generación sacudió la percepción que se tenía del arte.
En aquellos cabarets y teatros de reputación dudosa coincidieron Toulouse-Latrec, Manet, Pierre Bonnard o Henri Rivière. "Vivir allí era mucho más barato que en el Barrio Latino y pronto se corrió la voz. Pero es que además Rodolphe Salis, el dueño de Le Chat Noir, que antes había sido artista, hizo una campaña prodigiosa e invitó a todos sus amigos a tomar la zona. Que no sólo era más barata. También había más libertad. La Policía allí era menos estricta y en Montmartre, por ejemplo, un local como ese cabaret podía tener un piano, cosa que en otros lugares de París era imposible", contaba hace unas semanas Phillip Dennis Cate, coleccionista, apasionado de este periodo y comisario de la muestra. También la libertad conquistada por estos artistas encuentra otro eco en los tiempos del coronavirus, cuando la diversión inconsciente y desinhibida parece una actitud envidiable para encarar el mundo.
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