"Si volviera a nacer, querría ser jueza otra vez"
Día Internacional de las Juezas
Nuria Orellana y Reyes Vila hablan sobre sus respectivas incorporaciones a la carrera judicial, los problemas del sistema y de la falta de mujeres en los órganos de poder
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Nuria Orellana (Jerez) es Magistrada de la Audiencia Provincial de Cádiz, de la sección quinta y ocupa plaza de especialista de Mercantil. Desde que cursó COU sabía que estudiaría Derecho en Jerez. Su hermana, mayor que ella, había hecho Judicatura. “Fue la pionera y yo quería seguir sus pasos”, recuerda. “A mi padre se le iluminó la cara, estaba muy contento con que mi hermana fuera juez”. Sobrevoló la posibilidad de hacer Notaría. Él le planteó tirar una moneda. Cara sería judicatura: “Nunca me hubiera jugado mi futuro a cara o cruz, pero salió lo que yo quería. El destino también quería fuese jueza. Si tuviera que volver a elegir, escogería ser jueza de lo Mercantil otra vez, me encanta mi trabajo”, confiesa con entusiasmo.
Orellana realizó dos oposiciones: de juez y, más tarde, una oposición restringida entre jueces para ser magistrada especialista de Mercantil. Es la primera mujer, la que tiene mejor puesto en el escalafón de magistrado especialista de Mercantil, dado que obtuvo mejor nota: “Hay muchas mujeres válidas, no se trata de competir con los demás. En una oposición se trata de competir contigo misma, intentar hacerlo lo mejor posible, y de ser buena juez”.
Recuerda con cariño el periodo de preparación de las oposiciones con don José Manuel López García de la Serrana, las jornadas de estudios, y cuánto le gustaba la tortilla de patatas de la cena que muchas noches le preparaba su madre tras horas de estudio. Cuando aprobó, acompañada de su hermana y su cuñado -fiscal de profesión-, y su entonces novio, Perico -hoy su marido-, llamó desde una antigua cabina telefónica en Riofrío a todos sus seres queridos, entonces no había móviles. De la Escuela Judicial de Barcelona guarda dos grandes amistades: María Teresa y María José.
Cuando publicó su primer libro, ‘Los trabajadores ante el concurso. Una guía práctica para laboralistas’, se lo dedicó a la memoria de su padre y a su madre. "¡Ella se lo llevaba a la peluquería!", cuenta. Hoy sigue escribiendo, echa de menos que ella ya no esté y ni pueda exhibir el trabajo de su hija, pero se lo muestra ahora a su hermano Alfonso.
Como cualquier magistrada de la Audiencia Civil, es muy madrugadora. Desde primera hora trabaja poniendo sentencias. Los jueves deliberan, tienen vistas, escribe mucho sobre Derecho. “Te puedes llevar el trabajo a casa, eso significa no desconectar nunca”. En lo personal, no tiene hijos, pero sí aficiones, marido -con quien concilia su vida familiar y profesional-, nueve sobrinos, siete sobrinos-nietos y cinco gatos. En su caso, destaca como cuidadora de su madre, quien padeció diez años de alzhéimer y falleció hace tres.
Orellana espera no haber roto aún el techo de cristal, puesto que aspira a seguir promocionando en la carrera. “Estoy muy contenta y satisfecha con lo que he conseguido. Tengo unos compañeros maravillosos. Somos cinco, yo soy la única mujer. Me plantearía, más bien, si las mujeres hemos roto el techo de cristal en la carrera judicial”. Pese a todo, no deja pasar la oportunidad para animar a las chicas que estudian Derecho a que hagan Judicatura y también a los chicos. “Es un trabajo vocacional y maravilloso”.
“Desde los 10 años quería ser jueza y si volviera a nacer querría ser jueza otra vez”. Así de claro lo tuvo desde una edad tan temprana Reyes Vila (Sevilla, 1971), Magistrada Titular del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 11 de Sevilla y desde el pasado junio delegada de Igualdad del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en Sevilla.
Su día a día es ir al despacho, estudiar los procedimientos, resolver y poner sentencia. Tiene días de señalamiento de sala, celebra los juicios y a partir de ahí dicta sentencias. 20, 18 y 16 años son las edades de sus tres hijas. "Somos una familia normal". Le parece “fundamental”, pues considera necesario tener una visión real de lo que es la vida en el trabajo que desempeña. "Cada sentencia, cada asunto que resuelvo me satisface muchísimo al poder contribuir a solucionar cualquier situación personal. Me encanta mi trabajo y lo disfruto día a día".
A la pregunta de si ha roto el techo de cristal, coincide con su compañera Orellana: "Creo que la carrera judicial no rompe el techo de cristal, está muy feminizada, pero las estadísticas son abrumadoras, un 56% de la carrera está constituido por mujeres, sin embargo, hay que fijarse en los órganos de gobierno y discrecionales que están mayoritariamente ocupados por hombres según datos del propio Consejo”.
La magistrada sevillana aspira a desempeñar su labor diaria lo mejor posible. "Me postulé como vocal del Consejo, pero no es una aspiración personal que dependa de mí". La Asociación Nacional de la Magistratura a la que pertenece es la que la eligió en un proceso interno de los propios asociados.
Fue decana de Jerez durante un mandato. En el siguiente salió reelegida, pero se trasladó a Sevilla en concurso. "Me eligieron mis compañeros, estuve muy a gusto, me resultó satisfactorio y a ellos también porque me volvieron a elegir", dice.
Problema judicial
Las dos magistradas también coinciden en que el problema del sistema judicial es la sobrecarga de trabajo. Orellana defiende la creación de más juzgados, plazas y mejoras de los medios materiales y personales de los juzgados: “Es un problema endémico que tiene la justicia española”. Vila califica como fundamental el dotar de una mayor partida presupuestaria las medidas de conciliación dentro de la carrera judicial, imprescindibles para implementarlas. "Las medidas están, pero no hay dinero para una sustitución, para poder lograr una mayor representación de las mujeres en los órganos superiores”, añade la magistrada sevillana.
Asociacionismo
El 25 de noviembre de 2015 se creó la única Asociación de Mujeres Juezas de España. Orellana se muestra partidaria del asociacionismo judicial, lo valora positivamente: “El asociacionismo es libre”. Ella pertenece a la Asociación de Profesional de la Magistratura (APM) constituida el 20 de enero de 1980 compuesta por hombres y mujeres. Ella misma ha ocupado diferentes puestos en varios órganos elegida por los propios miembros. “Me siento totalmente representada y defendida por mi asociación. La presidencia en la actualidad la ocupa por primera vez una mujer, María Jesús del Barco. También hay más asociaciones con presidentas”.
Por su parte, Vila, también asociada a la APM, cree más en la asociación profesional sin distinción entre juez y jueza: "En España, en la carrera judicial hay que apostar por medidas de conciliación que nos afecten a todos. No creo que haya problemas particulares que tengan las juezas por el hecho de ser mujeres. Este problema hemos de afrontarlo todos, es un problema social". Dice no sentirse discriminada por sus compañeros. "Sí estamos infra representadas en órganos de gobierno, pero tenemos que defenderlo hombres y mujeres juntos, no por separado. Es más una labor de concienciación de todos los compañeros, no una batalla particular de las mujeres, sino de todos y de la sociedad en su conjunto", incide.
En cuanto a la posibilidad de que se produzcan casos de acoso o discriminación, ambas consideran que poco probables y desconocen caso alguno. De haberlo, existe un protocolo de acoso dentro de la propia carrera, así como la figura asesor confidencial. "Pienso que no tendría ningún problema en compartirlo con los compañeros o en acudir al superior orgánico", añaden.
Ley del 'Sólo sí es sí'
Sobre esta polémica ley, ambas magistradas insisten en que el Consejo General del Poder Judicial emitió un informe en el cual se advirtió de los efectos perniciosos de la Ley del 'Sólo sí es sí'. "No es una cuestión de desacreditar a los compañeros de quienes se dicen que aplican las normas como les da la gana. No, la ley es la que hay y los efectos retroactivos de esa ley son más favorables para el reo. Eso es de primero de derecho. Se debería haber tenido en cuenta y está provocando situaciones muy graves y particularmente dolorosas para las víctimas", afirma Reyes Vila. Además, asegura que los jueces y juezas están absolutamente formados en perspectiva de género. "La media de la carrera son mujeres de entre 40 y 50 años, somos absolutamente escrupulosos con esa materia. Creo que no se debería haber aprobado, sobre todo porque había informes técnicos absolutamente fundamentados por juristas que advertían de que se iban a producir con la reducción de condenas", y tiene claro que la solución pasa por reformar la ley, "aunque los efectos ya no se pueden retrotraer, al menos, se evita lo que está pasando".
Minoría en los órganos de poder
La Asamblea General de las Naciones Unidas estableció en 2021 el 10 de marzo como Día Internacional de las Mujeres Juezas, algo que desconoce la mayoría. La incorporación de ellas a la judicatura es relativamente reciente. La ley que reguló por primera vez el acceso de la mujer a la carrera judicial es de 1966. Seis años más tarde la primera mujer tomó posesión en un juzgado comarcal, María Jóver. Otros seis años después, en 1978, Josefina Trigueros Agudo se convirtió en la primera en aterrizar en un juzgado de instrucción por oposición.
En un informe sobre la estructura judicial del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a 1 de enero de 2022 recoge que las mujeres en la carrera judicial son un 56% frente a un 44% de hombres. En la mayoría de juzgados, salvo en Mercantil y Contencioso-Administrativo, hay más de un 50% de mujeres. Sin embargo, cuando hablamos de altos cargos el porcentaje se reduce enormemente. Estos son nombramientos discrecionales del (CGPJ).
En 2021, según el informe, ingresaron por oposición 174 mujeres y 54 hombres. La primera mujer presidenta de la Audiencia Provincial fue la actual ministra Margarita Robles, en 1991. “Ella logró romper ese techo de cristal, pero eso no ha sido progresivo porque hoy en día de 42 audiencias provinciales que hay, sólo 8 están presididas por hombres”, asevera Orellana. De los 17 presidentes de tribunales superiores de justicia, sólo 2 son mujeres, -en la comunidad valenciana, Pilar de la Oliva, y en Extremadura, María Félix Tena-. La primera mujer llegó a serlo en 2004.
Ana Ferrer ingresó en la Carrera Judicial en 1984. En los años 90 instruyó el ‘caso Roldán’, y en 2014 se convirtió en la primera mujer en ser designada magistrada de la Sala Segunda del Tribunal Supremo en los más de doscientos años de historia del alto tribunal. En la actualidad, el Tribunal Supremo está compuesto de 81 plazas, las mujeres ocupan únicamente 10 (puede variar levemente debido a las sucesivas jubilaciones). “Todo esto son techos de cristal que hay que romper”, sentencia la jerezana. Se trata de nombramientos discrecionales nombrados por el CGPJ. Éste ha implantado un Plan de Igualdad en la carrera judicial, pero aún no está siendo efectivo. Sería deseable que esos altos cargos hubiera más existencia de mujeres”, señala.
Entre los motivos que lo dificultan, apunta, los nombramientos discrecionales, puesto que la mujer accedió más tarde a la carrera judicial, “aunque ya lleva suficientes años”, así como la dificultad de conciliar la vida personal, familiar y profesional. “Hay muchas mujeres dispuestas a asumir esos cargos. Las magistradas hemos demostrado al acceder a la carrera, que llevamos muchos años en la carrera judicial que no deberíamos necesitar la cuota para tener una presencia más igualitaria en todos los cargos. Soy optimista, creo que estamos en el camino”, afirma la magistrada, Nuria Orellana.
“La conciliación puede influir a la hora de acceder a los puestos elevados. La cuestión está en poder desarrollar tu carrera profesional. Habitualmente la mujer se hace cargo de los niños, de las personas mayores lo que limita el poder progresar profesionalmente. Las medidas de conciliación permiten compartir tareas y progresar”, opina Reyes Vila.
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