Una vecina sitúa a los niños en la casa de los abuelos en la mañana del sábado
L Investigan la desaparición de dos menores
Allegados a José Breton destacan su conducta "intachable" y lo definen como un hombre "sano y educado" · Afirman que la última vez que los vieron iban a comer a casa de un familiar.
El testimonio que ofreció ayer una de las vecinas de la calle donde los padres de José Breton tienen su vivienda habitual -en el barrio de la Viñuela- aclara en parte cuál fue la rutina de los niñlos Ruth y José, de 6 y 2 años de edad respectivamente, hasta su desaparición que ahora se investiga. Una residente, Aurora, de su misma calle aseguró a El Día que vio a los menores durante la misma mañana del pasado sábado, el día en el que su padre denunció la pérdida de camino a la Ciudad de los Niños, en el cercano Parque Cruz Conde. Una de las vecinas consultadas para conocer el perfil y el entorno social en el que se movía el progenitor explicó que fue concretamente "a las 11:30 cuando se vio a los niños, que, al parecer, iban a almorzar a casa de una tía, Cati, la hermana mayor de Breton". No ofrecen más detalles al respecto, pero afirman con bastante clarividencia que así fue y que la noche del viernes incluso durmieron en la casa de los abuelos paternos.
Los vecinos de la calle Don Carlos Romero, una de las perpendiculares de la calle avenida de Jesús Rescatado, son los que más y mejor parecen conocer a la familia Breton. Algunos de los propietarios de las viviendas y comercios más próximos al domicilio familiar, que precisaron que desde el sábado la casa se encuentra "cerrada a cal y canto", reconstruyeron los movimientos que se registraron entre el viernes y el sábado. Aurora, regente de la cuchillería que hay junto al inmueble de Breton y allegada a la familia desde hace más de 30 años, puntualizó que la propia abuela paterna le dijo que estaba deseando que Ruth y José llegaran a Córdoba. "También me habló de que su hijo estaba en proceso de separación y que tenían problemillas, pero yo le dije que eso, desgraciadamente, era muy habitual en la actualidad", aseguró.
Pero Aurora no es la única que tiene claro que los menores estuvieron allí en la mañana del sábado. Ella misma también habla de otra vecina que los vio igualmente, "poco antes o poco después", y que, tras preguntarle que adónde iban, les dijeron que a almorzar a casa de su tía Cati. Otros residentes aludieron a la "absoluta normalidad" de la jornada prácticamente hasta la hora en la que Breton denunció la desaparición de sus dos hijos en los aledaños de la Ciudad de los Niños. "El abuelo solía venir a jugar al dominó y tomarse algo a la peña", destacó un cliente de La Casa del Dominó, un establecimiento situado a escasos 75 metros de la casa de la familia Breton.
A tenor de las opiniones recogidas a pie de calle, de Breton dicen que es un hombre "bastante normal" y que su conducta siempre ha sido "intachable". Juana, que vive en la misma vía, y la citada vecina, Aurora, aseguraron que lo conocen desde que era "muy pequeño" y que en los más de 30 años que han pasado desde que lo conocen "no se puede decir nada malo de él". El padre de los dos niños desaparecidos tuvo una infancia "como la de cualquier otro niño, jugaba en la calle con sus amigos y sin meterse nunca en problemas", destacaron algunos de los vecinos que aseguran conocerlo "de toda la vida". Buen estudiante y responsable, Breton cursó la enseñanza obligatoria y el Bachillerato en el colegio Trinitarios y, tras finalizar este periodo académico, comenzó la licenciatura en Derecho en la facultad de la Universidad de Córdoba, si bien no llegó a terminarla.
La sobrina de Juana, cuya hija es de la misma edad de José, se refirió a la relación de amistad que ambos tuvieron cuando eran niños. "Antiguamente no había tantos coches como ahora y era muy habitual que nuestros hijos salieran a jugar a la calle, donde no había peligro de ningún tipo", señaló esta antigua vecina de la calle Don Carlos Romero. Si poco o nada malo señalaban de la niñez que tuvo José, "menos" todavía se comentaba de su adolescencia. Al padre de Ruth y José no se le recuerda en el barrio un solo problema. "Es de los que ni siquiera se tomaba una copa y jamás se peleaba con nadie", precisó Aurora al retratar al hijo mediano de la familia Breton.
Los calificativos positivos hacia el progenitor de los dos menores se repitieron una y otra vez cuando abordaban su persona. "Es un muchacho educado, de esos que te se ofrecen a todo lo que te haga falta", apuntó Aurora, que abundó en que se trata de una "persona bastante cariñosa, con sus padres, con sus hijos y con todos sus vecinos".
Juan, uno de sus amigos del barrio, lo calificó como "una persona encantadora, respetuosa, educada y sin un solo tachón en su vida". A Juan, como al resto de vecinos y comerciantes que aseguran conocer desde hace mucho tiempo a Breton, les resulta "imposible que se llegue a pensar que José esté implicado en la desaparición de los niños". De quien más se habla en esta calle de la Viñuela una vez que se conocieron los hechos no es precisamente del padre, sino de los abuelos. Aurora, que tiene una estrecha relación con ellos desde hace décadas, aseguró que "si les pasara algo a los niños, seguro que los abuelos van para delante, pues se desviven por ellos, cuentan las horas que quedan para que lleguen de Huelva y siempre muestran las últimas fotografías de los nietos con un gran orgullo".
Los residentes de Don Carlos Romero son unánimes a la hora de asegurar que los niños todavía están vivas. "Ojalá sólo se hayan perdido o incluso estén escondidas en cualquier sitio, pero, por Dios, que no las haya matado nadie", señaló otra de las vecinas de este viario próximo a la avenida de Jesús Rescatado.
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