Tratar el cáncer: la otra vida de las vacunas
avances en la investigación médica
La tecnología ARN mensajero que ya se usó para combatir el Covid abre al estudio una nueva vía terapéutica contra los tumores más agresivos como el cáncer de pulmón
El Hospital Virgen Macarena pone la primera vacuna en España para cáncer de pulmón
Ya han demostrado beneficios para hacer frente al melanoma y ahora sólo hay que esperar a que avance la investigación en el cáncer de pulmón. La primera vacuna de ARN mensajero (ARNm) contra el cáncer, la misma tecnología que se utilizó para crear la del Covid, está un poco más cerca.
Las vacunas no sólo ayudan a protegernos contra las enfermedades. También las hay en forma de terapias potenciales que sirven para tratarlas. Es el caso del cáncer. Hace años que estos tratamientos empezaron a gestarse, sin embargo, siempre han ido de fracaso en fracaso. No obstante, ahora empiezan a ser prometedores, curiosamente, a partir del legado que deja la pandemia del Covid-19 y la acelerada investigación que culminó con las vacunas que han servido para poner coto al virus a través de tecnología ARN mensajero.
Las vacunas, en general, son preparados que estimulan al sistema inmunitario contra un enemigo escogido. Aunque la intuición lleva a pensar en la prevención de enfermedades infecciosas, el concepto es mucho más amplio. En el caso del cáncer, las vacunas que se buscan no son preventivas, sino terapéuticas –es decir, atacan a la enfermedad una vez que esta aparece– y el objetivo es el tumor. La rapidez y versatilidad que ofrece la molécula ARNm y su ingeniería están ya dando pasos importantes.
"Se trata de aprovechar los beneficios de la tecnología ARN mensajero, que se ha usado para las vacunas contra el coronavirus, y que se ha puesto de moda en muchos aspectos, entre ellos, también en el cáncer", ha explicado a este periódico el jefe de Sección de Oncología Médica del Macarena y director de la Estrategia en Cáncer en Andalucía, David Vicente Baz.
Vacunas y cáncer de pulmón
Según datos de la organización Vaccines Europe, un total de 15 laboratorios europeos ensayan en la actualidad un centenar de vacunas, de las que cinco tratan el cáncer de pulmón. Un proyecto, éste último, con el que la sanidad pública sevillana se ha situado en punta de lanza a nivel nacional. Como adelantó esta semana este periódico en exclusiva, el servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen Macarena ha incluido a la primera paciente del país en una investigación internacional para probar la vacuna contra este tipo de tumor. Se trata del cáncer más agresivo y el que más muertes origina. De hecho, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica, cada día fallecen más de 60 personas en España por esta enfermedad, que supondrá este año 31.300 nuevos casos.
Con todo, la vacuna cuyos beneficios ya se están investigando en el centro sevillano responde a un nuevo tratamiento basado en la técnica ARN mensajero, que produce proteínas para inhibir las células cancerosas que han sobrevivido a otros tratamientos, impedir que el tumor crezca o se extienda, o evitar que el cáncer reaparezca. Pero, ¿cómo funcionan contra el cáncer?
Hasta el año 2020 no se había aprobado ninguna vacuna de ARN mensajero pese a que esta técnica llevaba al menos una década en investigación a través de estudios clínicos pequeños relacionados, precisamente, con el cáncer. No obstante, la pandemia lo cambió todo, consiguiendo los recursos necesarios para acelerar la investigación y permitiendo que compañías como Moderna o Pfizer lanzaran las primeras vacunas ARNm para un propósito muy diferente: combatir una nueva enfermedad emergente, el Covid-19.
A diferencia de la vacuna contra el coronavirus, la misión de esta técnica terapéutica en el caso del cáncer es alertar al sistema inmunitario de un tumor que ya está creciendo dentro de un paciente para que pueda atacarlo y destruirlo, conservando intactas las células sanas. Para ello, se identifican proteínas en la superficie de las células cancerosas que no están presentes en las células sanas, y luego se crean fragmentos de ARN mensajero que indicarán al organismo cómo fabricar estas proteínas asociadas a tumores, para que el sistema inmunitario aprenda a reconocerlas y atacarlas.
Es decir, para combatir el cáncer de pulmón, el procedimiento que se está probando de manera pionera en el Macarena consiste en biopsiar las células tumorales de un paciente para identificar las mutaciones específicas que impulsan el crecimiento del tumor. La molécula ARN mensajero inyectada se traducirá en partes de proteínas idénticas a las que se encuentran en las células tumorales, lo que entrenará a las células inmunitarias para reconocer y destruir las tumorales portadoras de las mismas proteínas.
"Esta tecnología se está investigando en muchos más tipos de cáncer, pero el de pulmón es el que más mortalidad origina del mundo y es el de peor pronóstico. No obstante, es, además, junto al melanoma, el cáncer en el que la inmunoterapia mejor funciona. Es clave, porque estas vacunas no se ponen solas, van acompañadas de inmunoterapia", explica el doctor Vicente Baz, responsable del ensayo en el centro sevillano.
La técnica, paso a paso
El ARN mensajero, que transfiere el código genético procedente del ADN, está presente en todas las células del organismo. Su función principal es transmitir esta información y sintetizar las proteínas necesarias –existen más de 100.000 tipos– para el correcto funcionamiento del organismo. Cuando no se sintetiza la cantidad precisa de alguna proteína o no se sintetiza la correcta, puede desencadenar en la aparición de enfermedades como el cáncer.
El ARN mensajero tiene las instrucciones necesarias para cada una de las proteínas y, en el caso de estas vacunas, se encarga de que el organismo sintetice unas proteínas específicas que ayudan al sistema inmunitario a combatir determinadas enfermedades. En otras palabras, indica al cuerpo cómo fabricar su propia respuesta inmune.
La vacuna contra el cáncer en fase experimental sería, en todo caso, una vacuna terapéutica, es decir, se utiliza en presencia de un tumor en forma de tratamiento que ayudará al organismo a reaccionar. "Esas proteínas se introducen en el paciente por vía intravenosa y lo que genera es una respuesta inmune, es decir, se persigue que las propias defensas del paciente reconozcan esa proteínas del tumor y puedan iniciar la cascada de defensa que tiene el organismo", concreta el doctor Vicente Baz.
Para aumentar su eficacia, la vacuna experimental no se aplica sola, sino que va acompañada de inmunoterapia. El oncólogo explica que hay otros estudios, más preliminares, en los que se está trabajando en vacunas personalizadas, es decir, una para cada paciente, ya que el tipo de técnica que se usa así lo permite. No obstante, en el ensayo que acaba de abrir el centro sevillano sobre cáncer de pulmón, se va a estudiar la eficacia de la misma vacuna para todos los enfermos con cáncer de pulmón.
David Vicente Baz especifica que esta terapia no es para todos los enfermos de cáncer de pulmón sino que tienen que cumplir unos requisitos específicos. Deben tener buen estado físico y no padecer otras patologías, ni enfermedades autoinmunes, así como alteraciones en el riñón y el hígado. Además, deben haber agotado otros tratamientos contra el cáncer de pulmón.
"Es un estudio muy complejo y los beneficiarios tienen que cumplir una serie de requisitos muy estrictos porque es la primera vez que este tipo de terapia se prueba en humanos. Somos muy pocos centros en España los que estamos trabajando la aplicación de vacunas con esta tecnología contra en cáncer y, en Andalucía, nuestro centro es el único. Estamos hablando a nivel mundial de entre 20 ó 30 pacientes que se podrán incluir en los ensayos. Es importante conocer que es la primera vez que se prueba para ver si realmente tiene la eficacia que nosotros pensamos que tiene", defiende.
Previsión de futuro
En cualquier caso, este paso dado por la medicina supone entrar en nueva etapa en la investigación sanitaria en la que se va a explorar esta prometedora tecnología ARN mensajero para otras enfermedades más allá del Covid-19, suponiendo grandes esperanzas para el futuro de la salud. "Yo creo que va a ser revolucionaria. Considero quede cambiar las expectativas de los pacientes de aquí a un tiempo si todo sale como esperamos, como ya pasó con el Covid. Poder aprovechar lo que hemos aprendido del coronavirus está muy bien y, sólo eso, ya es un paso de la ciencia", subraya el oncólogo del hospital sevillano.
Con todo, y lejos de la euforia y las elevadas expectativas que ha depositado en este tipo de terapias la comunidad científica, las vacunas contra el cáncer aún se encuentran en las primeras fases de prueba y perfeccionamiento. Queda mucho trabajo por hacer y hasta el momento no existe ninguna que esté aprobada para el tratamiento del cáncer. Todas todas se encuentran en fase de investigación en ensayos clínicos. Sin embargo, desde hace décadas se recurre a vacunas que sí han demostrado poder prevenir el desarrollo de algunos tipos de cáncer. Son la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), identificado como causa de cáncer de cuello uterino y otros como el de garganta, vagina, vulva, pene y ano. También la vacuna de la hepatitis B, un virus que se relaciona con un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado.
Un próximo paso importante para los científicos es averiguar por qué algunas personas responden mejor a las vacunas que otras y durante cuánto tiempo estarán protegidas. Hasta entonces, la esperanza es que más vacunas candidatas avancen a la fase tres de ensayos clínicos aleatorizados, en los que se evaluará su seguridad y eficacia en un gran grupo de pacientes.
Las claves
¿Qué son las vacunas contra el cáncer? El propósito de todas las vacunas es educar al sistema inmunitario y proporcionarle una vista previa del objetivo que debe ser identificado y destruido para mantener el organismo a salvo. En el caso del cáncer, la vacuna que se está probando en el Macarena contra el de pulmón con tecnología ARN mensajero lo que busca es enseñar a las células inmunitarias el aspecto de una célula tumoral, lo que les permite buscar y destruir estas células cancerosas.
¿Cómo crean los científicos estas terapias? Todas las vacunas contra el cáncer se basan en proteínas, denominadas antígenos asociados a tumores, moléculas que desencadenan una respuesta inmunitaria cuando son más abundantes en la superficie de las células cancerosas que en la de las sanas, o existen en forma anormal o mutada. Una vez que los linfocitos T localizan esos antígenos, reconocen las células como cancerosas y actúan para acabar por eliminarlas.
¿Cómo funcionan las vacunas de ARNm? Una vez que entra al cuerpo, el ARNm enseña a las células que absorben la vacuna a producir proteínas que estimulan una respuesta inmunitaria contra éstas cuando aparecen en virus o en células tumorales. Las célula que vigilan el sistema inmunitario son las encargadas de absorber el ARNm de una vacuna y traducirlo. A continuación, éstas presentan las proteínas que producen, llamadas antígenos, a células inmunitarias como las células T, que inician la respuesta inmunitaria.
El impulso de la pandemia a la investigación. A pesar de la eficacia asombrosa de las vacunas de ARNm contra el Covid, hace mucho tiempo que los investigadores querían usar esta tecnología para un propósito muy diferente: tratar el cáncer. En el pasado, el proceso de elaboración de vacunas llevaba de 10 a 15 años. Sin embargo, en el caso de las vacunas contra el Covid de Pfizer y Moderna, el diseño y la fabricación, así como la comprobación de la seguridad y eficacia en las personas, se lograron en menos de un año.
Los prometedores resultados en melanoma como punto de partida
2030 es la fecha tope que se ha marcado Moderna para poder ofrecer una serie de vacunas con la que aspira a dar un salto cualitativo en la atención a enfermedades de alta prevalencia. Es el caso del cáncer. Y, concretamente, del melanoma. Las previsiones de la farmacéutica es que su vacuna personalizada contra este tipo de cáncer, basada en ARN mensajero, podría estar lista para finales de esta década. Aunque aún se encuentra en fase clínica, los resultados son esperanzadores, ya que según los datos de su ensayo en fase 2, esta vacuna experimental, en combinación con la inmunoterapia, consigue reducir en un 44% el riesgo de recaída o muerte del cáncer de piel más letal.
Desde la compañía estadounidense aseguran que están trabajando para desarrollar otras vacunas, también basadas en ARN mensajero, para combatir todo tipo de tumores, además de enfermedades raras, autoinmunes y cardiovasculares. Para probar su eficacia, el equipo internacional de investigadores del Centro Oncológico Perlmutter de la Facultad de Medicina de NYU Langone (EEUU), que fueron los encargados de exponer estos resultados en la reunión anual de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, reclutó a 157 pacientes con melanoma cuyos tumores habían sido extirpados quirúrgicamente y que presentaban un alto riesgo de sufrir una recidiva. Cincuenta pacientes recibieron únicamente la medicación inmunoterapéutica (pembrolizumab) y 107 recibieron también la vacuna personalizada. Entre todos ellos, el cáncer sólo reapareció en 24 sujetos (22,4%) en los dos años de seguimiento. Las otras 83 personas están libres de cáncer. En comparación con los 20 casos de 50 (40%) que solo recibieron pembrolizumab en los que reapareció el cáncer, esto supone una diferencia del 44% entre los dos grupos.
Un dato que supone todo un avance ya que es la primera vez que se demuestra que una vacuna contra el cáncer tiene este nivel de beneficio, cerca de un 50% de disminución del riesgo de recaída. Con todo, la compañía ya tiene previstos ensayos de fase 3 de la combinación de la vacuna ARNm-4157/V940 con pembrolizumab frente a pembrolizumab sólo en el NYU Langone y otros centros médicos del mundo.
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