La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Una noche también amenazada por el confort
La Jefatura del Cuerpo Nacional de Policía en Huelva no ha llevado el peso de la investigación en el caso de la desaparición de los hermanos onubenses Ruth y José, pero sí ha colaborado activamente con los agentes de Córdoba y Madrid, especialmente entrevistando al entorno de los menores en busca de cualquier pesquisa que ayudara a resolver el enigma, realizando vigilancias y tomando declaración a los testigos. De hecho, la familia Ortiz siempre se ha mostrado satisfecha con la labor policial, sobre todo con la de Huelva.
La madre de los pequeños, Ruth Ortiz, acudió en la madrugada del 9 de octubre del año pasado a la comisaría onubense -horas después de perderse el rastro de los críos- para interponer una denuncia de malos tratos psicológicos, insultos y vejaciones contra el único imputado en la causa, su marido, José Bretón. La atendieron los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF), adscrito a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de Huelva, que le tendieron la mano para ayudarla en todo lo que necesitara y han puesto todo su empeño en trabajar con honestidad para dilucidar la verdad.
Cuando saltaron las alarmas de la desaparición, los efectivos de la Udev onubense se movilizaron de inmediato. Se desplazaron hasta la barriada de Huerto Paco, donde se ubica el domicilio conyugal de los Bretón-Ortiz, y comenzaron a interrogar al vecindario, fundamentalmente al de la calle Arqueólogo Garay de Anduaga. Trataban de reconstruir paso a paso los últimos movimientos de Bretón en Huelva utilizando todas las herramientas a su alcance y tirando de la experiencia que les otorgó otro caso espeluznante, el de Mari Luz Cortés.
En esta zona, la Policía Nacional contactó con Francisco Barraso, el propietario de un taller de automoción que indicó a este diario que "José Bretón era un hombre que se veía normal, hablaba conmigo algunas veces y era tranquilo, educado; lo hemos visto muchas veces paseando con los niños y no se nos pasaba por la cabeza que pudiera ocurrir algo así". Barraso creyó haber visto al presunto asesino de Ruth y José en el barrio el mismo fin de semana de la desaparición, pero no supo concretar la fecha, con lo que todo quedó en agua de borrajas.
Un par de calles más abajo, en la Avenida de San Antonio, los investigadores onubenses se detuvieron también en la armería Garrido y Vera. Uno de sus propietarios, Pedro Vera, declaró ayer a este rotativo que "me preguntaron si Bretón había estado aquí el viernes 7 de octubre, pero yo no lo recuerdo". Lo que sí tiene claro es que "una señora cuyos hijos van al colegio García Lorca entró a preguntar por un regalo para su marido y parece ser que este hombre venía con ella". Pero no se fijó en absoluto, porque "vemos tantas caras que, si no es un cliente asiduo, no las recordamos". El empresario, que vende instrumental para caza (armas blancas y de fuego), señaló que "Bretón nunca había venido a esta tienda, no me sonaba la cara ni del barrio". La Udev también descartó, tras tirar del hilo, esta posibilidad.
En la mañana del jueves 13 de octubre, un grupo de agentes se trasladó hasta Nuevo Portil. En un adosado alquilado de esta urbanización cartayera los padres de Ruth y José habían convivido por última vez antes de separarse definitivamente. Aquí interrogaron a los pocos vecinos que residen en la urbanización durante todo el año, puesto que el complejo residencial sólo está al completo en verano debido a su cercanía al litoral.
En paralelo, la Policía de Huelva llamó a declarar a todos los que pudieran aportar algo de interés para la investigación. También comprobó distintas direcciones postales e invirtió eternas horas en la ejecución de vigilancias a personas cuyos movimientos pudieran despejar la incógnita del paradero de los chiquillos. Maestros, alumnos y padres del colegio al que iba Ruth, el García Lorca de Huerto Paco, y de la guardería Clarines II, en la que estaba matriculado José, también fueron interrogados en busca de pistas.
El SAF tramitó además la queja formal realizada por Ruth Ortiz en la comisaría onubense para que la familia paterna le devolviera el equipaje de los niños que José Bretón se llevó el fin de semana de la desaparición. Poco tiempo después le fueron devueltas las pertenencias de los dos hermanos, entre ellas ropa y juguetes.
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