El turismo y el campo vacunan contra la crisis
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La economía andaluza tiene escasa resistencia ante la recesión pero se recupera antes que la de otras regiones
Noruega y Arabia Saudí disfrutan del maná económico del petróleo. Alemania es una potencia industrial. Estados Unidos cuenta con suficiente petróleo como para satisfacer todas sus necesidades energéticas y lidera todas los campos relacionados con la I+D+i. En cambio, Andalucía no tiene yacimientos de hidrocarburos y su minería aún está lejos del esplendor que tuvo en el pasado. La industria apenas aporta algo más del 10% del Producto Interior Bruto (PIB) regional, casi la mitad que la media nacional. Y el gasto en I+D+i supone el 1,02% de su PIB, no sólo por debajo de la media nacional del 1,22%, sino muy lejos del 2% de la Unión Europea, por no hablar del 2,8% de Alemania.
Las fortalezas de la economía andaluza radican en otras áreas. Por ejemplo, en la fertilidad de su tierra, su ubicación geográfica o la benignidad del clima. Dos datos lo evidencian: en 2016 el mejor año exportador de España, Andalucía lideró el comercio exterior de alimentos y bebidas. También batió su marca histórica de visitantes en año récord para el sector turístico español, al recibir más de diez millones de turistas extranjeros.
"Andalucía tiene baja resistencia ante las crisis pero crea empleo en el momento que hay una cierta recuperación, y eso tiene que ver con el turismo y la agricultura", señala Begoña Cueto, profesora de Economía de la Universidad de Oviedo y coautora de Crisis económica, resiliencia y empleo. Cómo encajan las crisis las regiones españolas. Su estudio, editado por la Fundación Persán y premiado por el Consejo Económico y Social, analiza la evolución de la ocupación desde 1976 y la capacidad de recuperación de la economía a partir de una perspectiva autonómica, haciendo hincapié en los tres periodos recesivos registrados en este intervalo: 1976-1985, 1991-1994 y 2007-2013.
Begoña Cueto incide en el "dinamismo" que ha mostrado la economía andaluza, pese a su tendencia a caer con más fuerza que el resto de regiones en periodo de crisis, ya que su capacidad de recuperación es mayor. El número de ocupados ha aumentado un 80% desde 1976, pasando de 1,7 millones a casi tres millones, mientras que otras comunidades, como Asturias, tienen ahora incluso menos personas trabajando que hace cuatro décadas.
Sin embargo, Andalucía sigue a la cola cuando se mide la ocupación en términos relativos. Así, la tasa de empleo -el porcentaje que supone el número ocupados sobre el conjunto de la población- siempre ha estado por debajo de la media naciona, empatando con Extremadura en la cola. Otro tanto ocurre con la tasa de paro -que mide el peso de las personas que buscan empleo sobre el conjunto de la población activa-, que en el caso andaluz siempre se sitúa en torno a diez puntos porcentuales por encima de la media.
La explicación a esta disfuncionalidad es la demografía, según la investigadora de la Universidad de Oviedo. Mientras que otras regiones han perdido población, fundamentalmente Castilla y León, Asturiaas o Galicia, el número de habitantes Andalucía ha aumentado un 35% en este periodo y el mercado laboral no ha podido absorber a los nuevos trabajadores. "Este porcentaje es bastante más alto que el crecimiento del 29% de la población española" apunta Cueto, que admite que la crisis ha frenado el proceso de convergencia de las regiones del sur. "Pero envidio el dinamismo de Andalucía, pese a su altos niveles de paro, frente a otras regiones que presentan una mayor tasa de ocupación pero sus sociedades están muy envejecidas", resalta la coautora del estudio. No obstante, hay retos por afrontar, como es la recolocación de los antiguos trabajadores de la construcción, la mejora de la cualificación, y sobre todo, un cambio de las políticas regionales "para invertir en I+D a largo plazo".
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