Un 'tsunami' de primarias

El resto del tintero

El PSOE andaluz acepta con resignación la convocatoria de elecciones internas para elegir al secretario general, aunque es consciente de que el proceso puede transmutar al partido

Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán, el pasado lunes en Madrid.
Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán, el pasado lunes en Madrid.
Juan Manuel Marqués Perales

05 de mayo 2013 - 05:04

LA respuesta, cuando se les pregunta, ha sido siempre la misma: "Yo soy un clásico, y esto de las primarias..." Dirigentes del PSOE andaluz, los actuales e incluso los pasados, incluido algunos notables militantes, han terminado por aceptar con más resignación que convencimiento la última idea cocinada en la sede madrileña de Ferraz: la convocatoria de elecciones primarias internas para elegir a su secretario general, un sistema que, según los consultados, puede cambiar el modelo de partido de forma radical. "Tan mal no nos ha debido ir cuando en 35 años de democracia hemos gobernado durante 22", explicó a este medio un miembro de la dirección andaluza, que a su vez citaba una de las frases que más se ha repetido en las últimas semanas en la Ejecutiva de José Antonio Griñán.

Sin embargo, y a pesar de que la mayoría de los representantes socialistas desconfían de este método para elegir a su líder, también son conscientes de que las bases, una vez que se les pregunte, querrán votar al secretario general en primarias. "En Madrid dicen que esto es como un tsunami, que no hay modo de pararlo", contó otro ex dirigente del PSOE andaluz con buenas relaciones en Ferraz. Es decir, que la marea a favor de una democracia más directa se va abriendo paso en la calle y en los partidos, al menos, en el socialista.

Pero todos los consultados, situados en cargos de distintos niveles de la organización, son de la misma opinión. Es ésta: será más democrático desde la base, pero el elegido -el secretario general-, ya no tendrá por qué pactar y alcanzar acuerdos antes y durante los congresos con las distintas sensibilidades y federaciones del PSOE, con lo que estos cónclaves, prácticamente, pasarán a un segundo plano. Se tratará de un partido más personalista donde el resto de estructuras carecerán de tanto poder. Un ejemplo de cómo la democracia directa no es siempre más democracia que la representativa.

Ése es uno de los riesgos que los consultados han apuntado sobre este nuevo método de elección, un sistema que por contradictorio que parezca fue rechazado en el 38º Congreso Federal, celebrado hace sólo un año, el que tuvo lugar en Sevilla. En este cónclave, de donde salió elegido líder Alfredo Pérez Rubalcaba, se votó en contra de las primarias para elegir al secretario general, y sí se aprobó la elección directa del candidato a la Presidencia del Gobierno en unos comicios donde, además, de los militantes, podrán participar aquellos simpatizantes que se registren en un censo. Son las primarias abiertas, sobre cuya fecha y modelo aún hay un debate abierto en el Partido Socialista. También se discute si se elegirá en una sola vuelta o mediante dos, de modo que el presidenciable cuente, al final, con un apoyo de, al menos, la mitad de la militancia.

Se tratarían, por tanto, de dos primarias, por lo que esto también abre un segundo problema, la de que el PSOE pueda incurrir en una disfunción de líderes, en una bicefalia, con un candidato a la Presidencia del Gobierno, con una oficina paralela a la del secretario general que, si son distintos, contará con la misma legitimidad.

Aunque el PSOE andaluz no le gustaba esa medida, y así se expresó en una reunión celebrada en Ferraz, terminó por aceptarla siempre que se dieran dos condiciones: la primera, que su aprobación siga la línea marcada por los estatutos, lo que llevaría a esperar al congreso federal de después de las elecciones generales para dar el visto bueno y segundo, que su reglamentación tenga en cuenta aquellos lugares donde ya se gobierna. En principio, la medida tal como la anunció el secretario de Organización, Óscar López, afectaría sólo al candidato de la Presidencia del Gobierno, pero es posible que eso se traslade a las federaciones. Es más, es que algunas, como Galicia, el País Vasco o Valencia, ya las han incluido en sus estatutos, contraviniendo un mandato del congreso federal de hace sólo un año.

La opinión de la dirección andaluza es que sólo un congreso, sea el ordinario de después de las generales u otro extraordinario, puede cambiar los estatutos, por lo que la Conferencia Política del próximo mes de octubre sólo debería apuntar la intención, que tendría que ser aprobada definitivamente en un cónclave. Sea éste el 39º congreso u otro extraordinario, lo que tampoco es descartable si al PSOE le va muy mal en las elecciones europeas. De momento, la dirección andaluza apoya la continuidad de Alfredo Pérez Rubalcaba y, de hecho, se ha convertido en el apoyo más importante del ex vicepresidente del Gobierno.

Muchos de los consultados, no obstante, ven en esta carrera por las primarias que se ha abierto en el PSOE un signo de la debilidad de la dirección que lleva Rubalcaba, ya que, estatutariamente, los cambios que han introducido las federaciones gallega, vasca o valenciana deberían ser impugnados. "El problema -explicó un miembro de la dirección andaluza- es que tanto en Madrid como en el resto de comunidades se piensa como si todos estuviéramos en la oposición, y cada día amanecen con una historia distinta". Es más, aquéllos que se postulan a ser candidatos en unas primarias para las elecciones generales, como Patxi López o Eduardo Madina, ha alentado la extensión de estas elecciones a todos los niveles.

En Andalucía no hay ningún secretario provincial que haya solicitado elegir al líder del PSOE en las primarias, y en la última reunión de la Ejecutiva andaluza hubo muchas voces contrarias a éstas. Sin embargo, cuando Óscar López lo anunció de modo sorpresivo el pasado 25 de abril, la dirección socialista no mostró su disconformidad. Su secretario de Organización, Mario Jiménez, sólo aseguró que se trataba de una propuesta cuya aplicación, en cualquier caso, no llegaría hasta dentro de tres años, cuando se acaba el mandato de Rubalcaba. Una declaración muy diplomática que contiene todos los temores del PSOE andaluz.

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