La subida del gasto farmacéutico andaluz supera al español en el último lustro
Andalucía es la cuarta comunidad que más dedica a los medicamentos por detrás de Murcia, Baleares y Canarias
La falta de estabilidad de los médicos de familia influye más que el envejecimiento
Hay pacientes que llegan a una consulta médica con la esperanza de que el facultativo les recete un medicamento. O dos, tres... Tanto es así que no son pocos los enfermos que quedan desolados si el médico no les prescribe un fármaco, tampoco son pocos a quienes la frustración los lleva a agredir al facultativo. Las últimas estadísticas de agresiones a los médicos del SAS sitúan como segunda causa de las incidencias la falta de prescripción del fármaco que quería el paciente.
Los medicamentos no son caramelos. Es el lema con el que las administraciones procuraron hace dos décadas moderar el uso de los fármacos. Y no son caramelos por los efectos tóxicos a largo plazo –más tóxico es un paracetamol que una piruleta– y, sobre todo, por el coste, por su alto coste, un coste que en gran parte lo asume el erario público. Este dinero que las administraciones dedican a la medicación año tras año no sólo se contiene sino que no deja de aumentar año tras año. El caso en Andalucía es un caso ejemplar.
El gasto farmacéutico de Andalucía encabeza el registrado por las comunidades autónomas en el último lustro, superando sensiblemente el de la media de España. El gasto está desbocado después de los años de moderación al que ayudó el sistema público de compra de medicamentos conocido como subasta.
Pasando de los enunciados a los números, el Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha aumentado un 24% el gasto por recetas desde 2018 a 2023, pasando de 1.833 millones de euros a 2.312 millones en un lustro. Durante ese mismo periodo, la media del incremento del gasto en el conjunto de las administraciones autonómicas de España ha sido del 20%, un 4% menos.
Si se comparan los dineros que cada autonomía dedica a las recetas oficiales del Sistema Nacional de Salud, la subida del gasto en medicamentos de Andalucía en el último lustro sólo ha sido superado por Canarias (un alza del 26% desde 2018 a 2023), Baleares (29%) y Murcia (30%), según los informes del Ministerio de Hacienda.
Las comunidades autónomas no dejan de buscar soluciones ante un problema que se revela crónicamente preocupante. El gasto farmacéutico supone la segunda partida más importante en las cuentas del SAS. Sólo el gasto del personal, con casi la mitad de la explotación de los recursos de la agencia sanitaria andaluza, sobrepasa la partida que acarrean las recetas financiadas.
El uso irracional de los medicamentos se revela como un problema en todo el mundo. “El abuso de los medicamentos tiene riesgos para la salud y supone una mala gestión de los recursos”, avisa el SAS en la memoria que acompaña al presupuesto de 2024, una advertencia que se repite presupuesto tras presupuesto, memoria tras memoria.
El objetivo del SAS, tal como aparece en la memoria del presupuesto de 2024, es que el gasto medio de medicamentos por habitante sea igual o inferior a la media española. El camino es el adecuado si sucede como en 2023, cuya alza del gasto acumulado hasta diciembre fue la cuarta más reducida de las comunidades autónomas (2,65%) por detrás de Navarra (2,55%), Galicia (2,4%) y Euskadi (1,7%).
La estabilidad laboral de los médicos, factor relevante
Los motivos que influyen en el imparable crecimiento del gasto farmacéutico son variopintos. El más evidente señala a la demografía, al progresivo envejecimiento de la población. El paso de los años está relacionado con la paulatina aparición de enfermedades, cuyo control se afronta con la prescripción de más y más medicamentos. Una reciente investigación de la Universidad del País Vasco ha estudiado la relación entre la calidad de la prescripción médica y el gasto farmacéutico. Entre los principales factores que aumentan el gasto identifican, en efecto, la proporción de pensionistas y el exceso de medicamentos que controlan el colesterol y la úlcera.
No son sin embargo las comunidades con mayor proporción de pensionistas las que lideran el crecimiento del gasto en los últimos años. En el caso de Murcia, Baleares, Canarias y Andalucía es lo contrario. Las cuatro son las regiones con menos personas con más de 65 años de España. Habría que buscar la causa en otros elementos. Los mismos investigadores de la Universidad del País Vasco apuntan a la influencia de la antigüedad en la plaza médica y la estabilidad laboral de los facultativos.
“La estabilidad de la plaza es un factor muy importante que favorece un mejor seguimiento del paciente y disminuye la mortalidad”, corrobora Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, quien añade que “hasta el 90% de los MIR de medicina de familia abandona la especialidad al terminar la formación”. “Los investigadores consideran que promover la estabilidad entre los médicos de Atención Primaria debería ser una prioridad para las autoridades sanitarias, ya que reducen en un 30% las visitas a urgencias, los ingresos y la mortalidad, además de mejorar la adherencia terapéutica y un mejor uso de los medicamentos”, añade March.
Tal vez sea ésta la clave del gasto en las comunidades autónomas que mayor incremento del gasto registran. Son conocidas las dificultades en Andalucía para afianzar plantillas estables de facultativos. Muchos médicos han criticado la escasa capacidad de desarrollar una carrera profesional en el SAS. También son sabidos los obstáculos de los profesionales para encontrar viviendas a precios asequibles en zonas dedicadas al turismo como Baleares o Canarias.
Para March, sin embargo, también es “factor crítico” el gasto público en salud que dedican las administraciones sanitarias: “Si miramos, Canarias, Baleares, Andalucía y Murcia son las cuatro comunidades con menor inversión por habitante que el resto”, concluye.
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