A la sombra de los ERE
El Pedroso, puerta de la Sierra Norte de Sevilla, quiere arrancarse la etiqueta de ser el origen del mayor escándalo de corrupción en Andalucía
Dos caballos, uno blanco y otro negro, trotan entre construcciones despanzurradas. El complejo fantasma está bañado por un estanque de limo verde. La herrumbre se come las vigas. Las dos grandes chimeneas de ladrillo, intactas, son las que dan pistas de que aquí hubo una industria. Los altos hornos sevillanos, la siderurgia de El Pedroso. De aquí salió el hierro que sostiene el puente de Triana. "Cuentan que se trabajaba con carbón vegetal, que era más caro que el del norte, pero que el hierro era de más calidad", afirma uno de los trabajadores de la iglesia evangélica, actual propietaria de esta finca. La industria desapareció en la noche de los tiempos, en 1888. Sevilla perdió su siderurgia y durante décadas empresas con sede en Bilbao explotaron los yacimientos de hierro para su exportación a Europa. Había hierro de todas clases: hematíes, magnéticos, oligistos... El último pozo fue el de la mina de Navalázaro, junto a la estación de tren, que dejó de funcionar en los 60. Entonces El Pedroso, el pueblo que abre la puerta a la sierra norte sevillana, tenía 6.000 habitantes; ahora son 2.000 y pico. La emigración hizo el ajuste demográfico. Era el fin del sueño de un visionario, Antonio Elorza, director de la compañía de Minas de Hierro de El Pedroso y Agregados, en 1832, convencido de que haría de El Pedroso uno de los pueblos más ricos de España.
Adrián y Manuel llevan jubilaciones paralelas. Adrián se pasa las mañanas apostado en el quitamiedos y su decena de ovejas pasta junto a la cuneta de la carretera a Cazalla. A unos cien metros está Manuel, en parecida posición, con parecido número de ovejas. No suelen hablar entre ellos. Emplearon sus ahorros en comprar esos minirebaños cuando se jubilaron de las empresas ganaderas. "A mí no me dieron un ERE. Trajeron mucho dinero de Sevilla, pero se lo quedaron en el Ayuntamiento", dice Manuel, que se va detrás de sus ovejas barranco abajo.
"El pueblo de los ERE... joder con el pueblo de los ERE. El Pedroso no es el pueblo de los ERE. ¿Cuántos intrusos de los ERE son de El Pedroso? Tres. Y luego tenemos a dos ex alcaldes y a dos ex concejales metidos en el ajo. En total, seis. Seis de 2.600 habitantes". La cuenta es correcta, ya que uno de los ex alcaldes es también presunto intruso. Manuel Meléndez, 41 años, es el alcalde andalucista de El Pedroso desde 2007. El orden desordenado de su despacho son archivadores de cartón desperdigados y se vislumbra la cabeza del bastón de mando en una mesa auxiliar bajo una pila de informes. Meléndez rompió con la hegemonía socialista en este municipio. La Sierra Norte de Sevilla era un éxito de la ruralización del voto trabajada por el PSOE andaluz y sus máximos dirigentes se encontraban a gusto en su feudo. "Viera -ex consejero de Empleo-, que tiene casa aquí desde hace 30 años, José Caballos -ex portavoz socialista en el Parlamento- y el propio Chaves eran asiduos en el pueblo. También los Borbolla".
Sin embargo, el nombre más repetido, "el cabeza de turco", como repiten en el pueblo, es Javier Guerrero, ex director general de Empleo, ex alcalde de El Pedroso, el hombre que manejaba la partida 31L para empresas en crisis y durante mucho tiempo anfitrión de sus jefes. Meléndez, el actual alcalde, define a Guerrero: "Javier fue como alcalde como es Javier, a todo decía que sí. ¿Qué quieres que te diga? Le conozco desde que soy chico. Le aprecio". Por el pueblo aparece los fines de semana. "Antes siempre iba rodeado de gente que por intereses le buscaba y ahora le rehúye. Ahora va solo. Está mal, pero en el pueblo no le rechazan. ¿Alguien cree que semejante follón lo ha podido montar él solo?". Es lo que se escucha en la tertulia de la Taberna El Cruce, un coqueto restaurante con un pozo en el centro del patio en el que hay una gran jaula con canarios y jilgueros. Aquí finalizaba Guerrero su jornada laboral, en compañía de su chófer, tras haber estado repartiendo dinero público durante todo el día.
No se habla con el mismo cariño de los otros tres pedroseños que han tenido protagonismo en esta trama: Rafael Rosendo, José Enrique Rosendo y José María Sayago. Rafael Rosendo, alcalde entre 1999 y 2007, carpintero, descabalgó a Guerrero de la Alcaldía. La prueba de que Guerrero no es rencoroso es que Rosendo cobró una póliza de 110.000 euros extraídos del ERE de Cydeplax. Rosendo defendió ante el juzgado esa cantidad como ayuda social, "igual a la otorgada a otros trabajadores en paro con edad de prejubilación y difícil reinserción laboral".
Para el actual alcalde, en la gestión de su predecesor, se encuentra la filosofía de esa época: despilfarro. "Me encontré con que un ayuntamiento con un presupuesto de dos millones de euros tenía una deuda de tres millones. Y no había parado de llegar dinero".
Un cartel en un solar abandonado da cuenta del descontrol. Se puede leer: "Sociedad de Desarrollo Local. Obras de Centro de Día. Fecha de inicio: Junio 2003. Fecha de finalización: septiembre 2005. Presupuesto: 59 millones de pesetas". Esos 354.000 euros fueron una de las muchas ayudas captadas por la sociedad municipal Sodelp, que controlaba José Enrique Rosendo, hijo de Rafael. Ahí Rosendo jr. hizo un master sobre cómo acceder a las ayudas, teniendo como interlocutores a dos viejos conocidos, Viera y Guerrero. Hace mucho que el hijo de Rafael Rosendo no aparece por el pueblo. Está dedicado a sus negocios, dicen en su entorno. Sayago sí viene, pero no se deja ver mucho.
"José Enrique era un cacique", dice Meléndez. "Utilizaba su concejalía para meter miedo y el que no le bailaba el agua tenía un problema". José Enrique ha tenido que declarar por la captación, junto a Sayago, de más de 34 millones de euros. Una lluvia de dinero. "No se notó en nada, todas las empresas que se crearon están hoy finiquitadas porque se crearon con el único objetivo de recibir esas subvenciones".
No es exacto. Matadero de la Sierra de Sevilla nació con los fondos 31L y sigue en pie. La montó José Enrique con la idea de competir con los jamones de Aracena. Está situada en el lugar con más piedras de El Pedroso. En cuanto pudo dio el pase. La firma bodeguera sanluqueña Antonio Barbadillo pensó en diversificar el negocio y se fijó en la empresa. El resultado es que se han conseguido salvar una docena de empleos, pero uno de los responsables admite la dificultad mientras paseamos por el secadero con un aroma embriagador a ibérico: "Estalló la burbuja del jamón y con la caída del consumo el mercado lo dominan las marcas que resisten vendavales. Nuestros cerdos son iguales que los de Aracena y nuestros jamones igual de buenos, pero ellos ya tienen la marca de Jabugo y nosotros tenemos que crear la nuestra".
Hay otras industrias en El Pedroso, pero su actividad principal sigue siendo la agrícola y la ganadera. El turismo es algo que está por llegar. El único hotel, que también recibió subvenciones 31L, ha tenido que cerrar. Pero Meléndez es un convencido del potencial de El Pedroso . Saca de los archivadores de cartón el proyecto de un centro cultural en el edificio de las Escuelas Nuevas para recordar al más ilustre de los pedroseños, José Manuel Lara Hernández, fundador de Planeta, "el hombre que más libros vendió en lengua castellana en toda la historia" y describe el proyecto de un campamento turístico, con financiación privada. "¿Lo ves? No somos el pueblo de los ERE, esa etiqueta nos mata".
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