Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
el norte del país vecino · movimiento de protesta
Cuando llegó a Alhucemas, el pasado domingo 30, Salima Ziani, más conocida por su nombre artístico de Silya, pronunció unas palabras ante el improvisado comité de bienvenida que la esperaba en su ciudad. Empezó por pedir la liberación de todos los presos del Hirak, el movimiento contestatario rifeño, y desmintió cualquier veleidad separatista. "Gracias a todos los marroquíes; lo digo y lo redigo somos todos hermanos", declaró.
Silya, de 23 años, fue indultada el 29 de julio por la noche por el rey Mohamed VI tras pasar casi dos meses en la cárcel de Oukacha en Casablanca. ¿Su culpa? Es cantante y entonó canciones rifeñas al final de las concentraciones de protesta. Fue detenida y enviada a prisión, pendiente de juicio por participación en manifestación prohibida y desórdenes públicos.
La única mujer activista rifeña arrestada fue puesta en libertad junto con 42 varones, según el listado de reos indultados publicado por la prensa. Los hombres, todos ellos encarcelados en Alhucemas, habían sido imputados también por desórdenes públicos y algunos condenados por una Justicia expeditiva a penas de entre seis y 18 meses que estaban cumpliendo detrás de los barrotes.
El recibimiento callejero a Silya fue la última manifestación pública en Alhucemas que, junto con el resto del Rif, vive ahora una tensa calma tras más de nueve meses de protestas y dos se represión policial. Estas empezaron justo después de que, el 28 de octubre, Mouhcine Fikri, un vendedor de pescado ambulante, falleciese triturado por un camión de la basura cuando se introdujo en el vehículo para intentar recuperar la mercancía que le había sido incautada por la fuerza pública.
La muerte trágica de Fikri provocó una de esas sacudidas que movilizan de cuando en cuando a los rifeños. En toda la región, pero sobre todo en Alhucemas e Imzouren, se echaron masivamente a la calle para exigir un hospital en condiciones, con un área oncológica, una universidad, mejores infraestructuras viarias etcétera.
Detrás de estas reivindicaciones sociales, que otras regiones marginadas como Errachidia o Guelmin tendrían aún más motivos para formular, no hay un sentimiento "separatista", como denuncian a veces desde Rabat, pero sí aflora la defensa de una identidad que se intenta borrar desde la capital de Marruecos.
Sifaw Anir, miembro del grupo rifeño que desde España apoya la revuelta, recuerda que el Rif "es un área bereber, por tanto no árabe, que reclama sus derechos lingüísticos, históricos, culturales dentro del marco de la legalidad". En las numerosísimas manifestaciones de la primavera nadie enarboló allí una bandera marroquí y abundaban, en cambio, las enseñas bereberes y de la efímera República del Rif (1921-1926) que fundó Abdelkrim el Jatabi. En una ocasión se colaron también un par de banderas españolas porque pese a las cruentas guerras los rifeños no parecen tener un mal recuerdo del Protectorado español sobre su tierra (1912-1956).
Tras siete meses de protestas pacíficas las autoridades de Rabat aprovecharon, a finales de mayo, un incidente en una mezquita protagonizado por Nasser Zefzafi, de 39 años, el líder de la revuelta, para actuar ya con mano dura. Al masivo despliegue de policías y gendarmes, secundados por el Ejército que no llegó a intervenir, se añadieron las detenciones. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) asegura que 265 activistas fueron apresados, casi todos en la provincia de Alhucemas cuya población apenas rebasa los 400.000 habitantes, menos de una décima parte de los rifeños.
La proporción es alta y peor fueron los métodos empleados. Zahra Kubaa, representante de la AMDH en Alhucemas, denunció el martes pasado que las fuerzas de seguridad irrumpieron violentamente en sus casas para capturarles, que fueron maltratados en dependencias policiales, que los vídeos de su detención fueron publicados. Una humillante grabación de Zefzafi en la sede de la policía judicial causó escándalo en las redes sociales.
De los detenidos presentados ante la Fiscalía unos 140 permanecen a día de hoy en prisión a la espera de ser juzgados. Entre ellos, en el penal de Oukacha, están Zefzafi y sus colaboradores acusados de atentar contra la seguridad del Estado por lo que corren el riesgo de ser condenados a largos años de cárcel.
La exigencia de su puesta en libertad es ahora prioritaria para los activistas rifeños por delante de sus reivindicaciones sociales. La cantante Silya ya lo anunció el pasado fin de semana y es probable que, tras reponer fuerzas, los rifeños se vuelvan a echar a la calle enfrentándose de nuevo con las fuerzas del orden. Hasta ahora en sus filas solo hubo en herido grave, el adolescente Imad Attabi, en coma en el hospital militar de Rabat al que fue trasladado en helicóptero desde Alhucemas.
El rey Mohamed VI ha delegado la gestión de la crisis rifeña en su consejero de máxima confianza, Fouad Ali el Himma, apodado el virrey, y en el aparato de seguridad. Desde Rabat se han enviado a la provincia rebelde delegaciones ministeriales acogidas a veces a pedradas, pero que hicieron promesas de todo tipo. Una comisión investigó además por qué no se ejecutaron parte de las obras anunciadas años atrás y entregó un informe al monarca señalando a los responsables del incumplimiento. Es posible que, cuando lo haya estudiado a fondo, rueden cabezas.
La respuesta del palacio ha consistido, sin embargo, desde finales de mayo en apostar por la represión con el convencimiento de que, a la larga, los rifeños se cansarán y las aguas volverán a su cauce. La porra y los gases lacrimógenos se compaginan, no obstante, con gestos como el indulto real del sábado. Si la tranquilidad impera en el Rif es probable que el rey vuelva a perdonar a otro puñado de activistas en vísperas de su 54 cumpleaños, el 21 de agosto, o de la fiesta musulmana del Aid el Kebir, el 31.
Si el soberano alauí dejó en manos de Himma y de Interior la solución al desafío rifeño es en parte porque todas las demás instituciones, desde el Gobierno hasta los partidos políticos, no supieron gestionarlo. En su discurso del sábado, pronunciado con motivo de la Fiesta del Trono que conmemora su entronización en 1999, Mohamed VI denunció la "irresponsabilidad sin precedentes" de todos ellos.
"La renuncia de los partidos políticos y de sus representantes a cumplir con su papel, a veces adrede y otras por falta de credibilidad y de patriotismo, ha hecho que la situación sea aún más precaria", deploró el monarca aludiendo al Rif, pero sin nombrarlo. "Ante este vacío lamentable y peligroso, la fuerza pública se ha topado con la población y ha asumido su responsabilidad con valentía, paciencia, moderación, mostrando un gran respeto de la ley", recalcó el rey. "Preservó así la seguridad y la estabilidad", concluyó.
La Constitución marroquí de 2011 deja claro, sin embargo, que el grueso del poder ejecutivo no lo ostenta el Gobierno, emanación de los partidos con representación parlamentaria, sino el rey. Desde palacio se designan algunos ministros, se interfiere además con frecuencia en la actividad gubernamental y hasta en la de los partidos algunos de los cuales han sido fundados o revitalizados por hombres de confianza de Mohamed VI. Si, pese a su victoria en las elecciones legislativas de 2016, el islamista moderado Abdelilá Benkiran no es hoy en día jefe del Gobierno es porque desde palacio se maniobró durante cinco meses para impedírselo.
De ahí que el papel del rey convertido en su alocución, salpicada de críticas a políticos y altos funcionarios, en jefe de la oposición sea poco creíble. Es verdad, no obstante, como reconoció Mohamed VI, que entre los rifeños, que reclaman su intervención para sacar a su región de la marginación, y la monarquía solo hay una institución eficaz: el aparato de seguridad.
Si la rebelión sigue confinada al Rif es probable que el agotamiento provocado por los golpes y la merma de la actividad económica en la región acaben diluyéndola. Si se extendiese a otras zonas de Marruecos todo cambiaría. Lo que queda del 20-F, el movimiento juvenil que protagonizó en 2011 la versión marroquí de la "primavera árabe", y los izquierdistas de Vía Democrática han intentado propagar la revuelta, pero su capacidad de movilización es escasa.
Hace casi dos meses, el 12 de junio, se les sumó Justicia y Espiritualidad, el gran movimiento islamista marroquí a veces tolerado, pero nunca legalizado. Decenas de miles de manifestantes sumergieron ese día el centro de Rabat y algunos columnistas dieron por sentado en la prensa que Marruecos vivía una segunda edición de la "primavera árabe". Desde entonces los islamistas no han vuelto, sin embargo, a dar un paso al frente y solo en el Rif se producen sacudidas.
Alhucemas es la principal ciudad del Rif marroquí, cuya extensión coincide a grosso modo con el Protectorado Español, la región de Marruecos que estuvo controlada por España entre 1912 y 1956. Alhucemas se sitúa en el Mediterráneo a medio camino entre las ciudades de Ceuta y de Melilla, y cuenta con un peñón que sigue siendo de soberanía española. Situada frente a las costas malagueñas, la ciudad aún conserva parte de ese pasado español, tiene un instituto llamado Jovellanos y muchos de sus vecinos hablan el idioma, compartido con el francés, el rifeño y el árabe. En las protestas de estos últimos meses llegaron a verse banderas españolas, aunque la más utilizada es la de los colores de la república del Rif, fundada por Abdelkrim, aunque apenas llegó a los cuatro años de existencia. La región norteña padeció la ignorancia del anterior rey de Marruecos, aunque su hijo, Mohamed VI, se volcó en la zona desde el inicio de su reinado; de hecho, es uno de los lugares de veraneo. A pesar del incremento de las inversiones, la región aún carece de buenas infraestructuras y de un desarrollo sanitario como otras zonas del país vecino.
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