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¿Es este el punto de inflexión de Canal Sur?

Ante la nueva dirección general

El nuevo director general de la RTVA, tras seis años de interinidad y un consejo que aún llevaba más tiempo sin renovarse, ha de promover la motivación para que Canal Sur vuelva a contar con la confianza de la audiencia

Una cámara en el plató de los debates electorales del 26 de mayo / RTVA

Es un periodista que pisó la infantería y con larga experiencia en la dirección, que trabajó para la Junta con el PSOE al frente y que incluso sabe lo complejo que es un sillón del consejo de administración. El nombre de Juan de Dios Mellado Pérez ha conseguido la necesidad: unir a las principales fuerzas parlamentarias andaluzas para que alguien tome con fuerza el timón de Canal Sur y enfoque lo que es un servicio público líquido, audiovisual, en una herramienta de vertebración y utilidad a los ciudadanos. La RTVA llevaba desde marzo de 2013 en una interinidad gestora con Joaquín Durán a la que se sumaba desde atrás el bloqueo a la renovación del consejo de administración, organismo que de una vez por todas tiene que abandonar su posición de aparcamiento de políticos centrados en otras cuestiones.

Con más de 1.400 trabajadores en plantilla, una producción externa de 30 millones, cuestionada y tan desaprovechada como los recursos propios, y de la que dependen otros centenares de puestos de trabajo, más 140 millones de euros anuales que todavía pueden rentabilizarse mejor, Canal Sur necesita mejorar. Y para eso requiere directivos despojados de cargas interesadas y un consejo realmente implicado. ¿Es imposible? Tratándose de la RTVA es casi imposible. Pero hay una rendija de posibilidades y responsabilidades para depositar la confianza en un director general que por fin llega para trabajar a medio plazo. La plantilla necesita motivación, la opinión pública tiene que vislumbrar transparencia (y no, por ejemplo, datos de audiencia cocinados) y el espectador necesita percibir que Canal Sur es la cadena de todos los andaluces. Los de las ciudades, una radio y televisión que se escape todo lo posible de los tópicos, que acoja a todas las franjas de edad y que no tenga miras cortoplacistas.

Esto es lo más difícil: las audiencias de Canal Sur están bajo mínimos, rozando sus peores datos veraniegos, sobre el 7,3% en el primer canal, 0,4% en Andalucía TV y unas cadenas de radio que remontaron en el último EGM desde el sótano. Evitar el cortoplacismo será lo más complicado, cuando apremian las presiones de toda índole y los números de espectadores maquillan. Pero Mellado Pérez tendrá que mostrar que efectivamente sus medios públicos atienden a la cercanía, la actualidad y lo próximo, pero además cuentan con una vocación de fondo por el interés general, la difusión de todas nuestras virtudes y nuestro patrimonio cultural, y contenidos dignos para atender a un público generalista. Los ancianos en busca de pareja, la copla y los toros (el director general es firme aficionado a la fiesta) deben seguir, por supuesto, pero Canal Sur está para mucho más. La identidad andaluza no puede limitarse a procesiones y romerías. Y la producción externa, clave en un prime time del que Canal Sur no ha sabido apenas saca provecho, no puede estar en cuatro firmas de ex directivos que sólo ingenian formatos que no calan.

El consenso entre las fuerzas parlamentarias no debió ser tan venenoso como para enquistarse durante estos seis años. Canal Sur, a través de unos directivos que no han confiado precisamente en el gusto y la inquietud de la población andaluza, ya ha venido ofreciendo en estos años unas programaciones en radio y televisión más próxima al estilo del PP que del PSOE. Mellado Pérez precisamente debería darnos la sorpresa: lo que debe hacer es cepillar caspa y un exceso de espacios de faralaes, huertas y chirigoteos. Son 140 millones de euros anuales para reflejarnos en la pantalla (desde Huelva hasta Almería, no sólo Sevilla Málaga y Cádiz) y recuperar la confianza en la cadena de proximidad (los informativos cuentan con un seguimiento sensiblemente inferior a otras autonómicas). La RTVA está ante su punto de inflexión: entre la plantilla, sindicatos, directivos y consejeros todos tienen en su mano enderezar la tendencia.

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