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La prueba clave del caso

Resumen de la tercera semana

La declaración "magistral" de Francisco Etxeberria y las escuchas telefónicas de José Bretón tras la desaparición se convierten en el centro de la recta final de la vista oral

Gema N. Jiménez

07 de julio 2013 - 01:00

14 de agosto de 2012. Esta fecha marcó la investigación que la Policía Nacional inició diez meses antes para encontrar la clave sobre la desaparición de los pequeños Ruth y José. Hasta ese momento todos los esfuerzos habían resultado infructuosos. Pero, al fin, se vio la luz al final del túnel gracias a la entrada en escena del antropólogo Francisco Etxeberria, quien confirmó, a petición de la acusación particular, que "sin duda" los restos hallados en la hoguera de la finca de Las Quemadillas eran humanos. Con esta conclusión se daba un giro de 180 grados y se encontraba la pieza que hacía encajar un puzzle que se había convertido en un rompecabezas.

Unas simples fotografías llevaron a Etxeberria al convencimiento de que se había cometido un error, ya que lo que él veía en esas imágenes no eran huesos de animales sino de seres humanos. Y así lo explicó el pasado miércoles ante los miembros del Jurado, como si de una clase "magistral" se tratara. No usó tecnicismos ni frases enrevesadas, sino palabras claras y contundentes que no daban cabida a la duda. Tal y como explicó, lo que era una "posibilidad" se convirtió en una "probabilidad" y, por último, en una "certeza". Y todo ello en cuestión de días.

Para mostrar esta secuencia de hechos el antropólogo hizo uso de un esquema en el que destacó los acontecimientos más importantes, con sus correspondiente fechas. Es decir, desde el momento en el que decidió ponerse en contacto con la letrada de la familia materna, Reposo Carrero, hasta el día en el que estudió los restos óseos en la comisaría madrileña de Canillas. Todos estos pasos los escuchaba con atención el acusado, José Bretón, quien, lejos de expresar algún sentimiento, se mostraba completamente impasible.

Desde que comenzó su exposición hasta que concluyó Etxeberria dejó claro que en la hoguera se quemaron dos cuerpos, en concreto, dos niños de seis y de dos años, las mismas edades que tenían Ruth y José el día de su desaparición. Para llegar a este convencimiento, la clave fue la aparición de tres astrágalos -huesos situados en el tobillo humano-, con los que el antropólogo descubrió que los restos pertenecían a dos personas.

Con detalle y de una forma muy meticulosa, Exteberria iba mostrando cada pieza hallada en la hoguera, que recogió la perito de la Policía, Josefina Lamas, el 10 de octubre, y las iba comparando con los de un esqueleto de seres humanos de igual edad que los pequeños Ruth y José. El público que llenaba la sala escuchaba con interés todas estas explicaciones con las que el doctor daba fuerza al relato de los hechos que defiende tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular, es decir, que José Bretón hizo una hoguera el 8 de octubre de 2011 en la finca de sus padres para acabar con la vida de sus hijos, tres semanas después de que su exmujer, Ruth Ortiz, decidiese poner fin a su matrimonio.

Los cuerpos, según Etxeberria, se quemaron en el fuego haciendo uso de una mesa metálica para conseguir el efecto de un horno crematorio. Según el grado de calcinación de los huesos, la temperatura superó los 600 grados, lo cual impidió extraer el ADN que sería la prueba irrefutable de que los restos pertenecen a Ruth y a José. La mesa, que ha estado presente durante todo el juicio al ser una de las pruebas recabadas durante la fase de instrucción, según detalló el doctor, se encontraba el día de los hechos tumbada sobre la hoguera, lo que provocó que el fuego se reflejara y rebotase de nuevo en los cuerpos provocando que la temperatura se multiplicara. Según trabajadores del Infoca, que también ha prestado declaración durante esta última semana, José Bretón utilizó presuntamente 250 kilos de leña de olivo y 80 litros de combustible, que sirvió como acelerante para conseguir la calcinación total de los cadáveres.

La distribución de los fragmentos óseos entre las cenizas de la hoguera, como explicó Etxeberria, mostraba la colocación de uno de los cuerpos, en concreto, el del menor de seis años. Con todos estos datos, el doctor expresó en diversas ocasiones que, aunque hasta el momento se desconoce la causa de la muerte, ésta se produjo de una forma "violenta" y "homicida".

Todos estos datos los corroboraron once peritos más, entre ellos la perito de la Policía Josefina Lamas y el paleontólogo José María Bermúdez de Castro, quien hizo un segundo informe que concluía que los huesos eran humanos, basándose sobre todo en las piezas dentarias que también se extrajeron de la hoguera de la finca.

Con esta jornada, la decimosegunda de la vista oral, quedaba demostrado según el experto, sin dar pie a la duda, de que en la hoguera José Bretón no quemó ropa vieja y apuntes de su etapa de estudiante de Veterinaria de Ruth Ortiz. Ni tampoco animales, como concluyó Lamas tan sólo unos días después del fatídico día. El fuego se usó supuestamente para quemar dos cuerpos de menores.

Para el doctor no cabe duda de que los pequeños no salieron de la finca en la tarde del 8 de octubre, como defiende el acusado, a pesar de que en el juicio la defensa lograse "desmontar" la prueba pericial que confirmaba que los niños no iban en el coche cuando Bretón llegó al Parque Cruz Conde. Pero, el plato fuerte llegó el viernes, día reservado por el presidente de la sala, Pedro Vela, para proceder a las escuchas las conversaciones telefónicas de José Bretón desde la desaparición de los menores hasta el día de su detención. Estos documentos dieron un fiel reflejo de la personalidad manipuladora del acusado, que fue capaz de llamar, con voz apenada, a la madre de sus hijos para mostrarle su apoyo y prometerle que encontraría a los niños y ponerse en contacto un minuto después con una antigua amiga para pedirle, en tono cariñoso, que le hiciera un "hueco en su vida".

Los informes psiquiátricos, también expuestos en la última semana, dejaban claro que Bretón no padece ningún trastorno mental, pero en sus conversaciones, que los miembros del Jurado escucharon, se comprueba el grado de manipulación que ejerce el acusado con las personas que se encuentran a su alrededor. Las más reveladoras tuvieron lugar el día 16 de octubre, horas antes de que fuera detenido. Esa tarde la aprovecha para hacer una llamada a Ruth Ortiz y "animarla". A las 18:17, José Bretón le hace una promesa a su exmujer. "Te los tengo que devolver, y eso me da fuerzas". A las 18:18, flirtea, con un tono de voz mucho más animado con su amiga Conchi, que también ha prestado declaración en el juicio. "¿Sabes de qué me estoy acordando? De hace 14 años. Del día que tuviste el flemón y me quitaste el beso que te iba a dar", recordó el acusado. Un día después, vuelve a mantener contacto con su amiga, incluso llega a quedar con ella, pero, finalmente, queda detenido. Durante esos días el acusado también mantuvo varias conversaciones con uno de sus mejores amigos, Florentino, al que trató de convencer de que él era inocente.

Tras la conclusión de las pruebas periciales, el juicio entra en su recta final el lunes con la exposición de las conclusiones de las partes. Aunque tal y como indicaron el viernes, tanto la fiscal, como la letrada de la acusación de la defensa, tienen claro que Bretón asesinó a sus dos hijos el 8 de octubre de 2011 en la finca de sus padres en Las Quemadillas, por lo que mantienen para él la solicitud de una pena de 40 años de prisión.

La postura de la defensa, sin embargo, continúa defendiendo a capa y a espada la inocencia de su cliente, por lo que de nuevo pidió su absolución. José María Sánchez de Puerta, incluso, se atrevió a adelantar que, en caso de una sentencia condenatoria, "exprimiría" la jurisprudencia y presentará sendos recursos de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y de casación ante el Tribunal Supremo. No obstante, a partir del lunes la decisión estará en manos del jurado, formado por siete mujeres y diez hombres, que será quien concluya si José Bretón asesinó con alevosía a sus dos hijos.

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