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La propuesta del Gobierno sobre las playas: medir su capacidad, cerrar duchas y lavapiés y mucha limpieza

El Ministerio está a la espera de un informe del CSIC sobre el comportamiento del virus en la arena y el agua

Playas vacías por el coronavirus / Julio González

Quizás sea lo más complicado de esta desescalada: ¿cómo volvemos a las playas? No ya cuándo, sino cómo.

La Secretaría de Estado de Turismo ha elaborado un primer protocolo sanitario de actuación en las playas, que por ahora se encuentra en nivel de discusión con las comunidades autónomas. Lo que propone el Gobierno es algo tan complicado como medir la capacidad de cada playa para albergar a las personas de modo seguro, en función de las características de cada uno de los arenales. En su informe recomienda que las duchas y lavapiés estén cerrados, que los aseos están en permanente circuito de limpieza, que se comunique a los usuarios por megafonía de las condiciones y que se airee la arena, aunque se está a la espera en este último caso de un informe del CSIC.

Para el cálculo de la capacidad de la playa, lo que propone el Gobierno es que se mida la superficie útil de la playa y se divida por la distancia mínima que debe guardarse entre personas. Resulta mejor pensar en superficies por grupos. Por ejemplo: dos personas necesitan tantos metros cuadrados, cuatro otros tantos y, así hasta el máximo de reuniones, porque Turismo propone que se establezcan un máximo de personas agrupadas.

Después, llega lo más complejo, porque hay que restar la superficie de las zonas de acceso al mar, la propia franja húmeda y la evolución de la marea. Al menos en la costa atlántica, la horas de pleamar pueden reducir hasta la mitad el arenal.

El documento del Gobierno es bastante vago a este respecto, pero es cierto que regular las capacidades de la playa es algo así como colocar las puertas al campo. Por eso, por esta complejidad, es por lo que el Gobierno no contempla el uso masivo de las playas hasta la fase 3. Lo que ha solicitado la Junta es que se puedan abrir a partir del 25 de mayo; es cierto que eso daría más tiempo para comprobar cómo funciona la planificación antes de la llegada masiva de usuarios.

Turismo está a la espera de conocer un informe del CSIC sobre el comportamiento del coronavirus en la arena y en el agua. Esto condiciona bastante el resultado, pero la radiación ultravioleta que se soporta en el arenal no es, precisamente, un aliado del virus, sino todo lo contrario. En cualquier caso, ya hay muchos ayuntamientos que limpian diariamente los arenales con cribados y aireación.

Aunque el Gobierno negocia este plan con las comunidades, los gestores de las playas son los ayuntamientos, éstos serán los encargados de gestionar el riesgo, con especial atención a las concesionarias de los servicios. Este aspecto parece más fácil de regular. Si hay una zona acotada de hamacas, por ejemplo, basta con guardar las distancias y dotar a los trabajadores de las medidas de prevención.

El plan cita los cinco puntos críticos que deben estudiarse: los accesos a la playa, la calidad del arenal, el suministro de agua potable, los trabajadores de las concesionarias y la superficie dedicada a las personas con discapacidad.

Turismo propone que los usuarios estén informados por megafonía de la regulación de la playa, así como de posibles incidencias, como, por ejemplo, la de haber alcanzado el límite de capacidad.

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