La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Desde que a los cinco años sus padres -un militar y una maestra- le llevaron por primera vez a Sanlúcar de Barrameda, Ángel Ojeda Avilés (Jerez de la Frontera, 1949) no se ha separado de este paisaje donde, dicen, se concentra la idiosincrasia del andaluz. Le definen como amigable, buena gente y astuto. Trabajador y amante de la buena vida.
Aunque vive de manera permanente en el barrio sevillano de Heliópolis, ha sido en su casa de vacaciones -enclavada en la hermosa zona residencial de La Jara, marco que ha servido de refugio familiar para su mujer, sus seis hijos y nietos, además de para una extensísima nómina de amigos- donde la Policía Nacional lo detuvo ayer por su implicación en el presunto fraude de los cursos de formación subvencionados con dinero de la Junta de Andalucía.
Cada verano, coincidiendo con las carreras de caballos de Sanlúcar, Ojeda organizaba en su chalé una fiesta para unas 200 personas. La de este año está prevista para el sábado 16 de agosto.
Sus íntimos se apresuraron ayer a relatar que Ángel estaba "tranquilo". No en vano ha tenido meses -cuando no años- para preparar los argumentos que dará ante el juez para explicar el destino que ha dado a los generosos fondos que ha recibido de la Administración andaluza.
Su nombre lleva años en la picota de quienes han denunciado que lejos de servir para el reciclaje de parados y trabajadores en activo, de promover una masa laboral cada vez más competitiva y preparada, la formación en Andalucía ha sido un coladero con el que han amasado fortuna unos cuantos elegidos. El caso de Ángel Ojeda, antiguo alumno del Claret, economista de formación, ex profesor de Teoría Económica, ex consejero en tiempos de Rodríguez de la Borbolla y empresario, sería uno de ellos. El informe de la UDEF sobre Ojeda detalla que ha habido una desviación "sistemática" de fondos públicos.
Dice el refrán que se es cocinero antes que fraile. Antes de pasarse al mundo de la empresa privada, Ojeda se empapó del funcionamiento de la Administración pública. Tras una década en la gerencia hospitalaria, en 1980 fue nombrado gerente de la Diputación Provincial de Sevilla y ya en 1982, en el arranque del Gobierno de Felipe González, se convirtió en administrador del Instituto Nacional de Salud. En 1985, al ser designado Manuel Olivencia comisario de la Expo 92, Ojeda pasó a ser director general económico financiero de un evento internacional en el que tejió con fuerza su influyente red de contactos.
En 1987 se incorporó como consejero de Hacienda y Planificación de la Junta, cargo que desempeñó hasta que decidió aparcar su brillante carrera política en 1990. Tras ocupar diferentes puestos directivos en bancos y grandes compañías, se estableció por su cuenta. Su sector estrella: recibir subvenciones para cursos de formación. Bajo el nombre de Prescal, la matriz del grupo, en 20 años ha conseguido formar una auténtica red de empresas y fundaciones que sobreviven, presuntamente, gracias a subvenciones públicas.
Cuando la Junta de Andalucía decidió ayudar a los ex trabajadores de Delphi con cursos de formación, las empresas de Ángel Ojeda se llevaron cerca de 33 millones de euros. La Asociación de Empresas Aeronáuticas, la Asociación de la Sociedad de la Información Innova, la Asociación para la Calidad Europea Inteca, la Asociación de Apoyo al Medio Ambiente Natura, la Asociación Apoyo a la Integración Humanitas, Itsa Inspecciones técnicas internacionales, Educanet SL, Soluciones renovables andaluzas SL... todas tienen -o han tenido- como fundador, presidente o algún otro cargo directivo a Ángel Ojeda o a alguno de sus hijos (Marcos Ojeda también ha sido detenido en esta operación).
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