La penúltima lección de Maíllo

El profesor y dirigente de IU regresa a la actividad política tras superar un cáncer de estómago "La enfermedad es parte del aprendizaje de la vida", dice

Antonio Maíllo, ayer en su comparecencia ante la ejecutiva regional de Izquierda Unida Andalucía.
Antonio Fuentes Sevilla

12 de marzo 2016 - 05:04

El pasado 5 de diciembre, Antonio Maíllo visitaba la feria del queso artesanal de Aracena, su localidad de residencia, en un acto electoral. Poco después, en un paseo por la sierra, se desvaneció. Tuvo una hemorragia digestiva por la que necesitó transfusiones de sangre y, ya en el hospital esa misma noche, los médicos le trasladaron que no les gustaba lo que veían. Las sospechas se confirmaron: era un tumor, tenía cáncer de estómago y necesitaba una operación de envergadura.

Antonio Maíllo, profesor de Latín, coordinador general de Izquierda Unida en Andalucía desde 2013 y candidato de la formación a la Presidencia de la Junta en las últimas elecciones autonómicas, ha recibido esta semana el alta quirúrgica tras una gastrectomía y, antes de que el próximo martes comience las sesiones de quimioterapia (preventiva), regresó ayer a la actividad pública. Lo hizo explicando los pormenores de su enfermedad, celebrando su "alegría" por estar de vuelta y, sobre todo, con la intención de contribuir a desterrar la imagen del cáncer como enfermedad terminal. Como filólogo, Maíllo ha encontrado la palabra para su propósito divulgativo: desatascar.

"Al principio cuesta mucho decir que tienes cáncer, le cuentas a la gente que tienes un tumor... Cuando uno se desatasca y se normaliza, resuelve el problema del lenguaje y normaliza un hecho que debe enfrentarse con un único objetivo: curar", dijo Maíllo, primero en una entrevista en Canal Sur Televisión y por la tarde ante la ejecutiva regional de IU, informando de una enfermedad hasta ahora sólo conocida por su círculo más íntimo.

En ese propósito de normalizar el cáncer, Maíllo, de 49 años, profundizó en su experiencia. "Es un aprendizaje saber que, cuando te toca la enfermedad, eso forma parte de la vida, y hay que vivirlo como eso, no con la ansiedad de a ver cuándo acabo", describió Maíllo, que admitió haberse puesto en todos los escenarios.

Pero los mensajes de apoyo recibidos y el cuidado del personal sanitario ("hospital viene de hospitalario", reseñó) han contribuido a su recuperación. "Saber que hay mucha gente pensando en ti, cura siempre", afirmó.

Ahora, recuperado, con algo más de peso desde que salió del hospital e incluso con apetito, Maíllo trasladó que su intención es recuperar la normalidad en su dedicación política, pero paso a paso y "observando cómo se comporta el cuerpo".

Así se lo hizo saber el jueves por la tarde al presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, al que informó tras recibir el alta médica. Maíllo volverá a ocupar su escaño como diputado e incluso sopesa intervenir en las preguntas que cada dos jueves los partidos de la oposición dirigen a la presidenta de la Junta, la socialista Susana Díaz. Pero el ritmo debe ser a la fuerza de menor intensidad; de hecho, no puede estar muy lejos de su centro médico de referencia.

"Voy a intentar compatibilizarlo", dijo Maíllo ante su Ejecutiva. En sus intenciones no está abandonar ninguna de sus responsabilidades, ni en IU, ni tampoco como diputado andaluz, aunque antes tiene que volver a conectarse tras tres meses y medio lejos de la actualidad. En este tiempo ha estado "voluntariamente desconectado, por orden de los cirujanos, que había que eliminar estrés, y hasta de forma natural uno se concentra en lo que tiene que ser, en la curación", señaló Maíllo.

El último momento en la Cámara fue su intervención en el debate de los Presupuestos de la Junta, donde vivió algunos momentos "agrios" con la consejera de Hacienda, María Jesús Montero, con quien le une una estrecha amistad. Maíllo mencionó ayer a Montero, "que ha estado espectacular", y a amigos, militantes y más, cuando "un mensaje de whatsapp se convierte en una medicina extraordinaria".

Sí que ha tenido tiempo para dedicarse a reflexionar, sin transformaciones espirituales, pero con una continua reivindicación del humanismo. También dedicó tiempo a sus aficiones preferidas: la literatura y el cine. Maíllo dijo en respuesta a una periodista de Canal Sur que no le gustó El renacido y que en cambio recomendaría Carol, la historia de amor de dos mujeres lesbianas en Estados Unidos en los años 50, o La Juventud, de Paolo Sorrentino,. En libros Maíllo ha leído a Constantino Kavafis, y una biografía de Negrín, y a Pamuck, y a Almudena Grandes. Muchos libros.

Y con discreción (con sindéresis, como le califica uno de sus referentes, también literario, Felipe Alcaraz) Maíllo retomará su actividad política, con un nuevo aprendizaje adquirido que quiere convertir en lección, de vida.

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