El paro, en el epicentro

Jefes condescendientes. Arenas le permite al escritor de sus discursos que se repita cada quince días y el presidente tolera a su portavoz que se dedique al autobombo

El presidente durante su intervención de ayer.
El presidente durante su intervención de ayer.

28 de octubre 2011 - 05:04

UNANIMIDAD, para reclamar unidad política ante el fin de ETA y honrar a las víctimas. Acuerdo en que el paro es el problema número uno de Andalucía. Y una coincidencia; las decisiones de la última cumbre Unión Europea causaron desazón por igual a izquierda y derecha. Los tres grupos de la Cámara mostraron los mismos puntos de vista sobre esos tres asuntos en la sesión de control al Gobierno andaluz, ayer en el Parlamento.

Por lo demás, los discursos fueron los habituales. Y en la rutina ganó Griñán, más brillante. Hay mucha fidelidad en estos debates. Arenas, por ejemplo, es un jefe fiel con sus colaboradores más próximos. No está dispuesto a despedir al autor o autora de sus discursos quincenales. Aunque la persona en cuestión hace tiempo que no escribe un texto original. Se limita a copiarse. Hay mucho paro y quizá el jefe de los populares no quiere incrementar la cifra.

Precisamente sobre el paro versa el discurso único del presidente del PP andaluz. Sobre el paro y los cinco millones de desempleados, que salen en su discurso cada quince días, sin faltar uno. Eso sí, el enorme oficio de Arenas consigue adornar su texto de tal manera que pueda parecer distinto. En el capítulo de ayer, estuvo de invitado especial el dóberman que el PSOE saca a pasear en sus vídeos electorales, para meter miedo al electorado indeciso. Este año el tema es la educación y un alumno muy repeinado al que una criada de uniforme lleva al colegio privado.

Arenas, molesto, espetó a los socialistas que dejen de inventarse dóberman, que lo tenían en casa. Que el único dóberman son el millón doscientos mil parados andaluces y los cinco millones en España -no podían faltar- de los que responsabilizó a Zapatero, Chaves y Griñán, por orden de aparición.

Previamente, había reconocido implícitamente que una parte de este desempleo cabría imputarlo a la crisis, para tirar a continuación una pedrada contra la Junta. Arenas sostuvo que las políticas de empleo del Gobierno andaluz rozan la malversación y la prevaricación. Que el paro es el epicentro de nuestros problemas y la Consejería de Empleo el epicentro de los escándalos. Que la Junta ha dilapidado los fondos para los parados y que de las irregularidades de los eres no tienen la culpa ni el Consejo Europeo, ni los Estados Unidos, ni Lehman Brothers, ni los mercados financieros.

Los discursos previsibles tienen muchos inconvenientes. Entre otros, que el adversario se traiga de casa escrita, una quincena tras otra, respuestas documentadas y oportunas. Ayer volvió Griñán a ser más convincente que su rival en esta materia. Explicó que no hay varitas mágicas para salir de la crisis, que en las épocas de bonanza económica se creó empleo con el PP y más con el PSOE, y que en la época de crisis que atravesamos el paro se ha disparado en todas las comunidades autónomas, aunque puso el ejemplo de tres regiones gestionadas por el PP: el paro ha crecido en Valencia 22 puntos más que en Andalucía, en Galicia, un 18% y en Madrid, un 15.

Griñán se pegó todo un baile con las muletillas de Arenas. Por ejemplo, con el presupuesto, que defendió como un ejercicio para dar seguridad a los ciudadanos por el mantenimiento de las políticas sociales. Y contrapuso el concepto de seguridad al de confianza que está repitiendo tanto el PP en la precampaña electoral. Hablan -dijo- de pedir la confianza a los votantes para dársela a los mercados, con privatizaciones en educación y sanidad en las comunidades donde gobiernan. Lo que tuvo una continuación muy bien construida de laboratorio: según él, lo que plantea el PP debilita a la sociedad, empobrece a las clases medias trabajadoras, agranda las desigualdades. "Todo eso haría una Andalucía peor y más pobre".

El paro juvenil fue el tema que planteó Diego Valderas. El jefe de IU no olvidó su guiño quincenal a los socialistas sobre un posible gobierno de coalición en los próximos cuatro años. Un escenario que se daría si el PP no saca mayoría absoluta, y no hay ninguna otra fuerza política en el Parlamento regional. Le lanzó a Griñán el desafío de una política que reduzca a la mitad el desempleo juvenil en la próxima legislatura. Pero el presidente no compró la oferta. Compartimos el diagnóstico, pero no las soluciones, le contestó. La solución izquierdista le sonó a más empleo público para colocar a los jóvenes en paro, que ya son más del 40% de las personas sin trabajo en la región. Son las empresas privadas las que crean empleo, defendió un Griñán bastante liberal en esta materia.

Valderas aportó un nuevo concepto en el debate. Hay cientos de miles de jóvenes andaluces que son ceroeuristas; que no tienen ingreso alguno. Y, como Arenas, echó una buena parte de la culpa a "la incapacidad y estrepitoso fracaso" de las políticas económica y estatutaria de la Junta. Griñán sacó en esta fase del debate su traza de profesor y volvió a explicar que estamos ante una crisis financiera. Y que por primera vez el Consejo Europeo había tomado medidas al respecto, aunque no todas de su agrado. En particular, porque la recapitalización de la banca y las exigencias de más capital principal van a volver a reducir la liquidez de las entidades.

En este punto, por cierto, fue secundado por Valderas, que aprovechó para sacudir a su posible futuro socio, con un buen argumento. Esto de ayudar a la banca y no a los parados no es de ayer, precisamente. Arenas, cuando le llegó su turno, también se sumó a la preocupación por la falta de liquidez de las entidades financieras. Pero ninguno de los tres dijo cómo resolverlo.

El portavoz del PSOE volvió a intervenir, para invitar al presidente a lucirse, explicando el presupuesto. Jiménez estuvo más comedido que en otras ocasiones, aunque no pudo evitar decirle a su jefe la fidelidad que le tiene: lo ve honesto, claro, transparente, responsable, realista, que dice la verdad, da la cara y cumple con su obligación. Nada más y nada menos. Griñán arrancó su respuesta con un lapsus. Dijo "me alegro que me haga esa pregunta". No explicó si se refería al presupuesto o al panegírico.

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