Lo que ocurre en Doñana no se queda en Doñana: su mal estado repercute en todo el continente

La merma en la inundación de la marisma del Guadalquivir está provocando la caída de las poblaciones de anátidas en la región paleártica occidental

Un año del acuerdo político sobre Doñana

Flamencos y anátidas en la marisma de Doñana.
Flamencos y anátidas en la marisma de Doñana. / Antonio Pizarro
J.M.M.P.

06 de diciembre 2024 - 06:59

Lo que ocurre en Doñana no se queda en Doñana, las marismas del Guadalquivir no son Las Vegas. Un estudio científico de la Estación Biológica de Doñana indica que el deterioro que sufre la marisma desde hace 40 años está afectando a las poblaciones de aves migratorias en toda la región paleártica occidental, que incluye el continente Europea, el norte de África y parte de Asia. Según la investigación, publicada en Global Change Biology, no sólo ha disminuido casi de modo radical la invernada de especies tan emblemáticas para este espacio como los ánsares, sino que las poblaciones también bajan a lo largo de la ruta anual que lleva a muchas de ellas desde el norte de Europa hasta todo el continente africano.

Miguel de Felipe, que es el investigador principal del equipo, ha publicitado estos días lainvestigación en distintas redes con la alusión al supuesto blindaje del que gozan todo tipo de actividades inconfesables en Las Vegas. Lo que ocurre en Doñana sí trasciende, ya que las marismas del Guadalquivir constituyen el mayor humedal que hay en el sur de Europa y el norte de África, de modo que la zona es vital para las especies de aves que hacen la ruta migratoria del Atlántico oriental.

Una mala invernada, provocada por la falta de agua y, por tanto, por la escasez de alimento, termina influyendo en la propia evolución de la especie en todo su área de expansión. Es un fenómeno similar al que las olas de calor en el norte de Europa provocan en las nidadas de estas mismas especies.

Este equipo ha seguido la evolución de las poblaciones de 15 tipos distintos de aves, 14 de ellas anátidas más la focha común, a través de los censos que se vienen haciendo desde hace 38 años en la zona y el seguimiento de otros conteos en 432 humedales del Paleártico occidental, todos ellos con la categoría de sitios Ramsar, que es un listado de protección intenacional de este tipo de hábitats. De las 15, hay nueve que vienen sufriendo un retroceso paralelo al deterioro ambiental de la marisma, provocado por el corte de varios de los caños que aportaban el agua y agravado por la merma del acuífero como consecuencia de la proliferación de los cultivos lindantes.

La primera conclusión es que especies que han sido tan simbólicas como el ánsar común han venido mermando su presencia en la marisma. Otra anátida, la cerceta común, que era la principal ave invernante, ha pasado de alcanzar conteos de hasta 180.000 individuos en los años ochenta a los 30.000 actuales. Esa misma situación es la que padece el ánade silbón, otros de los clásicos de Doñana.

Cada una de las especies de anátidas tiene un modo particular de alimentación, y las que más se han deteriorado son aquellas que necesitan una marisma con un buen grado de inundación a partir de otoño, ya que de ello depende la producción de plantas y animales que están en los escalones más bajos de la cadena trófica. Las primeras lluvias de otoño sirven para reblandecer el barro seco del verano y para que comiencen a germinar algunas especies vegetales. Se considera que, a partir de los 200 litros por metro cuadrado de lluvia acumulada, la marisma comienza a inundarse. Lo que el estudio apunta es que las malas invernadas repercunten en las poblaciones europeas en general.

"Cuando Doñana se encuentra en malas condiciones, las aves que invernan aquí regresan debilitadas a sus lugares de cría en Europa, lo que provoca una disminución en las poblaciones debido a un menor éxito reproductivo y mayores tasas de mortalidad en la primavera siguiente.”, explica Miguel de Felipe en una publicación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

A la vez que algunas especies pierden presencia, hay otras, como el pato cuchara y el ánade rabudo, que vienen aumentando su población, aunque ello se debe a la pérdida de sus hábitas en el norte de África y a que sacan partido a los cultivos de arroz por sus características morfológicos. Otras, como la malvasía, que también se recuperan, se benefician de factores locales.

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