"Un niño de 2 años no debería pasar tiempo delante de una pantalla"
Los riesgos de internet
La abogada Ana Caballero, vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital, debate en el Parlamento de Andalucía sobre la protección de los menores en el entorno digital
La salud mental en centros educativos, clave para un rendimiento académico eficaz
La omnipresencia de los servicios y aplicaciones digitales es indiscutible. De este fenómeno también participa la infancia y la adolescencia, incluso, con mayor intensidad que los adultos en algunos casos. Según la Asociación Europea para la Transición Digital, de la que es vicepresidenta la abogada Ana Caballero, los niños españoles reciben su primer móvil de uso personal entre los 10 y los 11 años, el 91% se conecta todos o casi todos los días y el 98% de ellos está registrado en alguna red social.
Esta semana, Caballero ha participado como ponente en el Parlamento de Andalucía en la jornada Las consecuencias de ser los primeros nativos digitales, que ha organizado el Consejo Audiovisual de Andalucía y en la que se han abordado asuntos como el impacto de internet en los menores y su protección en el entorno digital.
-¿Móviles, control o prohibición?
-Decir móviles sí o móviles no es una posición muy reduccionista. Éste es un asunto mucho más amplio y complejo. No vamos a generar un entorno digital más seguro para nuestros hijos si nos limitamos a decir móviles sí o no. Debemos pararnos y plantearnos cómo se están desarrollando los niños y los adolescentes en el entrono de internet, hacer un buen diagnóstico, analizarlo y, luego, plantear medidas desde una perspectiva multidimensional y multidisciplinar.
-¿Cuál sería para usted la perspectiva más importante desde la cual habría que abordar este asunto?
-Para mí, la perspectiva más importante es la médica, la de la salud. Existen evidencias científicas de que un uso inadecuado y no responsable del entorno digital puede acarrear problemas de salud física y mental. Hablamos de problemas de sedentarismo, aumento de miopía y problemas mucho más serios como depresión, ansiedad, conductas autolíticas e, incluso, hay casos de suicidios vinculados a un uso no responsable de la tecnología.
-¿Hasta que edad habría que esperar para acceder a las tecnologías digitales?
-Desde un punto de vista científico, el cerebro se sigue desarrollando hasta los 25 años y cualquier impacto de la tecnología puede influir en la forma de pensar y de sentir de un niño. La Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria ha lanzado un Plan de Salud Digital Familiar que recoge recomendaciones para padres basadas en evidencias científicas. Y lo que dice es que un niño de 2 años no debería pasar tiempo delante de una pantalla, ya sea un móvil, una tablet o un televisor. A esa edad se está desarrollando una parte del cerebro en la que necesita interactuar, además de muchas otras cosas que no le puede ofrecer una pantalla. Este plan también establece que el menor debe estar acompañado en la utilización de esta tecnología y con unos ratios de horas por día según la edad que tenga. Por ejemplo, hasta los 7 años, 2 horas en total, teniendo en cuenta las horas que pasa en el colegio y las horas que pasa en casa.
-¿Por qué es importante el acompañamiento de los padres?
-Eso de los nativos digitales es una gran falacia. Es mentira. No existen. Un nativo digital sería una persona que conoce los riesgos y las amenazas del entorno digital, y nuestros hijos no nacen con esto aprendido. Tenemos que enseñarles. Por eso ese acompañamiento de los padres es vital para poder educarles en uso responsable. La tecnología cuando es neutra es fantástica y puede desarrollar habilidades en los menores que el día de mañana quizás necesite. El problema es cuando hacemos un uso no responsable.
-Pero no todos los padres hacen un uso responsable de las tecnologías
Cierto. Lo primero que debe haber es una concienciación por parte de los padre de que, al igual que enseñamos a nuestros hijos a no hablar con extraños, tenemos que enseñarles a relacionarse en el mundo digital. A muchos padres, por mucho que quieran educar en un uso responsable, no pueden porque les falta herramientas. Es fundamental dotar a las familias de estas herramientas, necesitan saber.
-Otro debate abierto es el de la prohibición de los móviles en los centros escolares ¿Habría que vetarlos?
Mi posicionamiento es claro. En un entorno escolar no son necesarios los dispositivos móviles. Y si los niños necesitan un tablet o un ordenador, el centro se los facilitará. Los menores no tienen que llevar dispositivos al colegio, entre otras cosas porque generaría mucha desigualdad. Y sobre todo, ¿para qué lo van a utilizar? Hay estudios que dicen que cuando se ha vetado la utilización de teléfonos móviles en el entorno escolar se han reducido las cifras de ciberacoso.
-Entiendo que el problema en los colegios no son sólo los móviles, sino también los relojes inteligentes para niños, los smartwatch.
-Efectivamente. La pregunta es: ¿para qué necesita un niño acceder a internet? ¿Para qué necesita un menor que su móvil tenga cámara de fotos? Si para lo que se quiere el móvil es para hablar, creo que son innecesarias muchas de sus funcionalidades.
-¿A qué edad suelen recibir los niños su primer móvil de media?
-En torno a los 10 o 11 años. Fue el regalo estrella en las Comuniones pero, afortunadamente, esta edad se está retrasando. Aquí hay otra cuestión y es que los padres se autoengañan. Como pasan de Primaria a Secundaria y dan el salto al instituto, le pongo un teléfono móvil por si le pasa algo, para controlarlo. Esto es un poco absurdo. Quiero protegerlo pero le pongo en su mano un dispositivo con barra libre a internet y a todo tipo de contenido violento, pornográfico y sexual para que no le pase nada mientras va de casa al colegio.
-¿Qué edad sería entonces la adecuada?
-No hay una edad ideal para todos, ya que el desarrollo cognitivo y madurativo de los menores es muy diferente en un niño y en otro. Puede haber un chico que con 18 años no esté preparado para tener un teléfono y otro con 14 sí. Los actuales smartphone tienen un acceso al mundo de internet sin discriminar. Le estás dando un Ferrari a un niño sin carnet de conducir.
-Ahora ha entrado en juego otra tecnología novedosa, la Inteligencia Artificial.
-Efectivamente. El caso de los menores de Almendralejo es un ejemplo. Aquí hay otro problema. Los menores desconocen los modelos de negocio que hay detrás de las pantallas y que le impulsa a hacer determinadas cosas. Desconocen cuáles son sus derechos digitales, los propios y los del prójimo. Y, muy importante, desconocen que están cometiendo un delito. La utilización de herramientas digitales para desnudar a menores, almacenarlas y después distribuirlas es un delito. También tenemos que formar y educar en ese ámbito. Es nuestro futuro.
-Responsabilizamos de este impacto del entorno digital en los menores a los padres y a los propios niños, pero ¿y las empresas? ¿Qué parte de responsabilidad tiene la industria?
-Por supuesto, hay que hacer también responsable a la industria. Hay muchas empresas extracomunitarias que nos ven a los europeos como una gran base de datos y tener usuarios menores de edad es tener una clientela muy joven y de por vida. Estas empresas utilizan en muchas ocasiones diseños persuasivos y patrones oscuros para que el menor pase mucho tiempo delante de la pantalla, pues cuanto más tiempo está frente a la pantalla, más datos personales son capaces de obtener. Te perfilan, te aplican un algoritmo y luego son capaces de vender todos esos datos a sus anunciantes para que te vendan y te ofrezcan productos. Esto es un problema porque están mercantilizando con menores y creándole adiciones a las pantallas.
-Ahí debe moverse mucho dinero
-Las tecnológicas son un lobby muy poderoso y con mucho dinero. En Estados Unidos hay numerosas demandas contra Meta y en una comparecencia de Mark Zuckerberg le dijeron que tenía las manos manchadas de sangre. Él se limitó a pedir perdón. Esto no se arregla pidiendo perdón, esto se arregla con regulación. No podemos permitir que estas empresas lleguen a Europa y que digan que se quieren autorregular. ¿Qué pasa aquí? En un Parlamento necesitas una mayoría cualificada para sacar adelante una ley orgánica que regule los derechos fundamentales, pero ¿para regular el mundo digital permitimos la autoregulación? Ha quedado demostrado que para estas empresas la obtención de beneficios están por encima del interés del menor.
-¿Por qué no se ha regularizado antes?
-La sociedad ha tardado en ver este problema. Hace 20 año, si no eras protecnológico no eras cool. Ese mundo naif ya se terminó. Ha quedado demostrado que determinadas prácticas genera problemas en la salud mental, en el desarrollo cognitivo y en el desarrollo físico de los menores. Hasta que no se ha empezado a hablar de lo que está pasando no se ha podido visibilizar el problema.
-¿En qué punto se encuentra el Pacto de Estado para la protección de los niños y adolescentes en el entorno digital?
-Estamos contentos. Las medidas de consenso para un Pacto de Estado se presentaron hace un año, el 9 de junio. Fue una iniciativa de la Asociación Europea para la Transición Digital que lideramos con UNICEF, Save the Children, Fundación ANAR, IC Media, Dale la Vuelta y con el apoyo institucional de la Agencia Española de Protección de Datos. En la actualidad, contamos con 200 adheridos, que es prácticamente todo el Tercer Sector. Además, contamos con el apoyo institucional de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, con la Fiscalía General del Estado y con el INJUVE. La sociedad le ha visto las orejas al lobo y está pidiendo regulación.
-Pedro Sánchez ha anunciado una ley integral de protección al menor en el entorno digital. ¿Qué claves o pilares debería tener esta ley?
-Para mí fue una sorpresa grata la creación de un ministerio para tratar todos los temas de la infancia y la juventud y en el que el entorno digital va a tener mucha importancia. Pero me preocupé cuando en prensa leí que en esa ley integral sólo se iba a tratar el tema de la pornografía. Ésta es sólo una parte más de toda la dimensión de este asunto. Está la violencia entre pares, los abusos sexuales, la falta de pensamiento crítico, las adiciones comportamentales por los diseños persuasivos. Hay muchos ámbitos que se deben regular. No puede quedar todo restringido a la pornografía. Tenemos un problema de salud pública. Llevar a un menor a un tratamiento para la adicción a las pantallas y a los videojuegos le cuesta a una familia 3.500 euros al mes. Algunas comunidades autónomas tienen estos tratamientos incluidos en su sistema de salud, pero esto no ocurre en todos los territorios. Esto es un problema de salud pública y hay que abordar la prevención.
También te puede interesar
Lo último