Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Las dos caras de la situación económica
Ya es la segunda vez que Adrián ha aparcado su Mercedes junto a un establecimiento de compra de oro para obtener liquidez inmediata. Ha perdido mucho dinero por el parón de la construcción y ahora necesita ingresos para abonar facturas impagadas, sobre todo a subcontratas de obras. Luis vive en una zona acomodada de Sevilla, pero no tiene cómo pagar la hipoteca. Cada poco tiempo, se desprende de alguna de las joyas de la familia para no caer en deudas y en la temida suspensión de pagos.
María, ya desesperada, ha recurrido a los dos dientes de oro de su marido para llegar a final de mes. También tiene una botella de vino que cree de valor y ha probado suerte con el especialista en la compraventa de oro. Pero le ha dicho que no, que allí no compran vino. “Era una mujer normal, aparentemente, no parecía tener ningún trauma”, afirma José Miguel Martín, socio propietario de la franquicia Oro a precio único. Al margen de esta anécdota, Martín confiesa que “raro es el día en el que no ha entrado alguien literalmente llorando en la tienda”. Corren tiempos difíciles. Hace cuatro o cinco años, la clientela de este joyero, en el sector de la compraventa de oro, estaba compuesta por gente de bajo poder adquisitivo, personas de raza gitana y rumanos, fundamentalmente. Ahora no. Los que llegan hoy son personas de clase media y alta que, además, han elevado el nivel del negocio. “Ya es habitual que entren piezas cuyo valor supera los 600 euros”, corrobora Martín.
Hay crisis, pero la marca Oro a precio único crece, desde su fundación hace ocho meses, un 15% cada mes. Y no es este el único negocio rentable en estos tiempos de turbulencia. Así, vuelven al primer plano de la actualidad las empresas de cobro a morosos, crecen los negocios de empeño, y no sólo con oro o plata, sobreviven con más holgura los vendedores de artículos de segunda mano y regresan oficios tradicionales como el de los remiendos en la ropa o el de la reparación de zapatos. Antes que comprar artículos nuevos, cada vez es más usual optar por arreglar los antiguos. Sobre todo si son de lujo.
En cierto modo, este tipo de actividades son termómetros de la crisis. Alfredo Molina, responsable comercial para toda España de El cobrador del frac, lleva trabajando en Sevilla cinco meses como consecuencia de que “en Andalucía nuestro negocio se ha disparado alrededor de un 30%”. “Al revés de lo que la gente pueda pensar, el empresariado andaluz suele dar muchas más facilidades para resolver las deudas que el del Levante, Cataluña o el País Vasco; normalmente, sólo vienen a nosotros cuando no ven posibilidades en la vía judicial, y ahora los juzgados están atascados, porque han aumentado las suspensiones de pagos un 300%”, comenta.
La paciencia se acaba y la falta de liquidez está siendo tan acuciante que algunos ya se dirigen a El cobrador del frac nada más vencer la deuda. “Aquí mismo tengo un expediente del 20 de septiembre de este año; los tenemos de todo tipo, algunos de hace tantos años que hemos tenido que convertir las pesetas en euros; pero la mayoría, un 80%, son frescos, de los años 2007 y 2008”, explica Molina. Esta situación, acuciante para muchos, la corrobora Enrique Rodríguez, responsable de Intercobros, empresa implantada en Andalucía: “Allí hemos crecido un 44% y estamos ampliando la plantilla. Creo, además, que lo que hay ahora es sólo la punta del iceberg de lo que nos va a llegar. Ahora las empresas suspenden pagos y dentro de unos meses se reclamarán las deudas. Entonces llegará lo fuerte”.
Según el registro de la Asociación Nacional de Establecimientos de Crédito, el número de operaciones morosas ha crecido en España un 33,08% desde septiembre de 2007 hasta agosto. Si entonces había unos 3.400.000 registros ahora hay algo más de 4.500.000. El aumento es más espectacular en saldo deudor: en el mismo periodo ha crecido un 87,8% y se situaba en agosto en 18.527 millones de euros.
Como es previsible, los principales clientes están en el sector de la construcción. Empresas de hormigón, de carpintería, de albañilería y todo tipo de servicios asociados son, sobre todo, las que han emitido facturas impagadas. “No es extraño que nos lleguen contratos de más de 500.000 euros en este tipo de actividad, pero realmente todo está afectado; nos llegan casos de distribuidores mayoristas de alimentación y hasta de agencia de viajes”, dice Alfredo Molina. Enrique Rodríguez añade otro campo más: el de la hostelería, sobre todo en la Costa del Sol.
Así pues, la construcción se para y el oro se mueve. “Para participar en nuestra franquicia nos está llamando mucha gente que se ha dedicado al ladrillo y que ahora quieren invertir y recuperar el dinero”, dice José Miguel Martín, de Oro a precio único. Mientras otras empresas cierran, Martín prevé abrir tiendas en Sevilla, donde hay ya dos, en Granada, Murcia y en las principales capitales de España. No todo es entusiasmo en su sector. Manuel Barrios regenta una tienda de compraventa de oro en el centro de Málaga. “La rueda no gira porque solamente se tira de un lado. Es decir, el número de personas que llegan a empeñar ha crecido porque necesitan el dinero pero no crecen los compradores por lo que no está compensado”, se lamenta.
Martín no está del todo de acuerdo. Cree que siempre habrá gente interesada en oro, “un valor refugio, una garantía en tiempos de crisis para cuando vengan la época de bonanza; eso sí, ahora mismo el 80 por ciento de los clientes que nos compran son rumanos o gitanos”. El intrusismo en este negocio, con particulares sin formación que montan un chiringuito de dudosa legalidad, parece bastante mitigado. “Yo no entro ni salgo en de donde viene el dinero. Eso es cosa de la Policía. Sí te puedo asegurar que estamos muy controlados. Cada compra debe de estar autorizada por la Jefatura de Policía y de cada uno de los contratos, en el que aparece el DNI del comprador o vendedor, se entrega una ficha a la Policía. El control es total”, dice Martín.
También el sector del cobro de deudas, aunque en otro sentido, roza a veces la ilegalidad. A la sombra de El cobrador del Frac, empresa surgida hace 25 años que fue pionera en España, han proliferado firmas como El Zorro cobrador, El torero del moroso, El Buda del Moroso o El Monasterio del Cobro. Utilizan el disfraz como reclamo y como forma de avergonzar al moroso para conminarle a pagar. “Son sólo unas pocas oficinas que no consiguen otra cosa que desprestigiarnos. Ridiculizando al moroso no se cobra. El cobrador debe de tener un nivel de estudios medio alto y conocimientos empresariales, porque en la inmensa mayoría de los casos el deudor no es un estafador, es un señor con problemas de liquidez, con el que hay que negociar el mejor modo de pagar. ¿Ridiculizarlo? Si no hay dinero no se va a cobrar”. Es la opinión de Enrique Rodríguez, de Intercobros. Alfredo Molina, de El Cobrador del Frac, sí cree, por su lado, que es imprescindible ser “pesados” e “insistir, siempre dentro de la ley”. En los años en los que se dio a conocer, a finales de los 80 y principios de los 90, esta empresa tuvo algún que otro problema con la Justicia por su excesivo celo en la consecución del cobro. “Ahora cometemos cero errores –se defiende Alfredo Molina–; tenemos un manual de procedimiento certificado por especialistas en Derecho Mercantil y si algún empleado pierde el control de la situación, es automáticamente despedido”. Lo cierto es que este tipo de empresas resuelven más de un 70% de los casos que les llegan, la gran mayoría tras una negociación amistosa. Los deudores suelen ser, en muchos casos, personas que han cambiado de sociedad o se refugian en otras empresas. Lo que no es óbice para que haya un pequeño grupo de verdaderos delincuentes profesionales, especializados en no dejar rastro.
El de los deudores de cobro es un negocio seguro en tiempos de crisis, como prueba el hecho de que sólo un 25% de facturas se estén pagando en los primeros 30 días, según un estudio de la empresa Intrum Justicia. También lo es el de los artículos de segunda mano. Sólo hay que pasear por internet para percibir el éxito del portal Ebay o comprobar el regreso del trueque como forma de adquirir productos. La multinacional australiana Cash Converters es pionera en este mercado, con una particularidad. Los proveedores son los propios clientes. No es raro encontrar en estas tiendas verdaderas colas de personas con equipos de música, videojuegos, discos, televisores, móviles, y, en general, todo tipo de productos. “En nuestra tienda de Tenerife hemos llegado a recibir hasta un batiscafo profesional, que lo tenemos en venta; lo vendemos todo, menos muebles, electrodomésticos de línea blanca y ropa”, señala Alex de Reguero, director de Marketing en España. Con 13 años de funcionamiento y tiendas en Córdoba, Granada, Málaga y Sevilla, Cash Converters ha crecido de forma continuada cada año, independientemente de la crisis. “Es un arma de doble filo, porque la gente viene ahora mucho más a traer sus productos, pero también tenemos que venderlo. Y en muchos casos mucha gente, antes de venir a una tienda de segunda mano, directamente no compra el producto. La crisis afecta a todos”, dice De Reguero.
Que se lo digan a los talleres de reparación de automóvil. A priori, debería ser uno de los sectores beneficiados. Si no se venden coches, se reparan los usados. Pero no. Ángel Gallardo, propietario en Sevilla de un taller, relata su caso: “Lo que estamos observando desde hace un año es que la gente sólo viene cuando tiene una avería muy grande. Si es pequeña no acude, prefiere aguantar. De hecho, las revisiones de mantenimiento han bajado una barbaridad. Y esto tiene un problema: la factura por un problema mayor es alta y muchos no pagan. Tengo coches aquí en el taller esperando al dueño”.
Como comenta Alfredo Molina, de El cobrador del frac, en muchos casos no es que haya problemas de liquidez. Simplemente se prefiere retrasar el pago y retener el dinero por lo que pueda pasar. Sólo más acuciados recurren a fórmulas como la venta de oro. O de cualquier otro artículo. Empresas como EurosYa solucionan problemas urgentes mediante préstamos con una prenda en garantía. No sólo joyas: también valen objetos de arte, móviles, ordenadores portátiles, etcétera. El negocio funciona. Este año ha abierto cuatro nuevos establecimientos y el año pasado tres. Está en Sevilla y Málaga, ciudad esta en la que tiene una tienda en plena calle, Prestamitos. “Es un negocio en alza y por eso lo mostramos al público, aunque también tenemos oficinas para preservar la intimidad. Al principio recibíamos a gente con no demasiado poder adquisitivo, pero ahora llegan, por ejemplo, relojes Rolex que antes no veíamos”. EurosYa ofrece, también, la posibilidad de anticipar la nómina mensual y tiene una línea de cobro de deudas, con la particularidad de que los agentes son mujeres.
Empresas como EurosYa, Cash Converters, El Cobrador del Frac y otros son termómetros de esta crisis económica. Y un claro símbolo puede ser el señor de clase alta que pidió un préstamo a EurosYa a cambio de dejar en depósito nada menos que un barco.
> Con información de Marta Jiménez y Joaquín Benítez.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios