"Hay lugar para un partido nuevo que esté a la izquierda del PSOE"

Asus 95 años, Santiago Carrillo puede contemplar la Historia de España en el último siglo con el aval de haber estado presente en casi todo. Nos recibe en su casa de Madrid, un piso situado detrás del Retiro, en una zona tranquila de la capital, donde sigue atento a todo lo que pasa. Hablamos durante dos horas, mientras se fuma cinco cigarrillos.

Carrillo, ingresado por una infección urinaria
Jose Joaquín León

28 de marzo 2010 - 10:21

-¿Cómo se define usted ahora políticamente?

-Como siempre. Soy eurocomunista.

-¿Y cómo ve la España de hoy?

-La veo complicada, muy complicada. Por un lado, la democracia española es aún joven, aunque éste es el periodo en el que las libertades han durado más. Complicada porque hay una derecha muy típica española, que se parece poco a la europea y hace difícil la convivencia. Y complicada por la crisis.

-¿Qué le parece esta crisis?

-La crisis económica es internacional, y muy seria, como no la hubo desde los años 30 del siglo XX. No es tanto un problema de origen español, como internacional, pero hay algunas particularidades. La crisis en España se ha complicado con la burbuja inmobiliaria. El paro es mayor aquí que en nuestro entorno europeo. Eso es una dificultad añadida, y no es fácil de superar. Desde luego no se va a superar por donde propone la derecha.

-Las medidas de Zapatero no han resultado muy eficaces…

-Zapatero ha tomado una serie de medidas, unas más acertadas que otras, en el cuadro de las que se han tomado en la CE. No hay milagros para salir de esta crisis. La idea de que si llega Rajoy al poder la resolverá pronto es una bobada. Eso puede ser peor, incluso puede traer que la crisis se plantee en la calle, como en Grecia, donde han tenido tres o cuatro huelgas generales en apenas un mes.

-¿Zapatero es tan mal presidente como dicen sus enemigos?

-No creo que Zapatero sea mal presidente. No creo que haya una diferencia notable entre Zapatero y otros presidentes españoles.

-Sin hablar de Aznar, parecían mejores Felipe González y Adolfo Suárez…

-No tuvieron que enfrentarse a una crisis tan dura como ésta. Lo tuvieron difícil, pero no tanto como Zapatero. Usted, por su edad, vería cómo terminaron las presidencias de Suárez y la de Felipe. Desde un punto de vista de voluntarismo político, Zapatero no desmerece.

-¿Qué opina del PP?

-El PP es un partido como no hay otro en Europa. Aquí no existe un movimiento como el de Le Pen o la extrema derecha de Austria, porque eso lo recoge Rajoy. En algunas cuestiones, el PP toma posiciones de extrema derecha. Es difícil dialogar con ellos, porque les obsesiona recuperar el poder y, con tal de conseguirlo, sacrifican incluso los intereses del país.

-¿Y el PCE tiene futuro todavía con Izquierda Unida?

-En este país hay lugar para un partido a la izquierda del PSOE. El PCE no lo ocupa, y en cuanto a Izquierda Unida, ha vivido tantas crisis internas que está muy debilitada. En mi opinión, haría falta una nueva formación.

-¿Por qué fracasó el PCE?

-El PCE es un tipo de partido que ya no corresponde a esta época. En Francia, el PCF llegó a ser el primer partido del país y sin embargo ya no cuenta en las elecciones. Hace falta una nueva izquierda, que recoja la tradición del PCE, con el comunismo y el movimiento obrero, pero adecuado a esta época. Un partido que critique al capitalismo de hoy, no al de hace 90 ó 100 años. Y conste que el capitalismo de hoy es peor que el de aquella época.

-A estas alturas, ¿ve mejor la monarquía o la república?

-Soy republicano, evidentemente. Defendí la república. Estuve en la Puerta del Sol el día que se proclamó la Segunda República, y creo que en un futuro una república es más moderna que una monarquía. En el caso de España, la Monarquía de Don Juan Carlos ha desempeñado un papel positivo en el tránsito de la dictadura a la democracia. El Rey quizá nos evitó años de lucha para conseguir un sistema democrático. Por el momento, esta Monarquía gustará más o menos a la izquierda, pero no gusta a la derecha. No es un tema actual que se deba resolver, puede esperar.

-¿Cuál fue el secreto del éxito de la Transición española?

-El secreto del éxito fue que la burguesía española necesitaba entrar en Europa y la dictadura de Franco era un obstáculo. Al morir Franco, surgen grupos reformistas dentro del Movimiento Nacional. La burguesía no podía perder de nuevo ese tren, y eso abrió una brecha en el campo franquista entre ultras y reformistas. La oposición democrática se coló por esa brecha, que permitió implantar un nuevo sistema democrático en España.

-¿El miedo a otra guerra influyó?

-Jugó un papel el hecho de que algunos políticos de esa época, que habíamos vivido la guerra y la dictadura, teníamos mucho empeño en conseguir las libertades democráticas. Eso nos llevó a acuerdos con los reformistas del régimen.

-¿Suárez y usted fueron los artífices de la Transición?

-Suárez y yo llegamos a tener una comprensión mutua y fue decisivo. Era vital legalizar al PCE, porque era el único partido de la oposición democrática que permaneció organizado en la clandestinidad. En ese diálogo siempre me sentí respaldado por un pueblo que quería cambiar. Fue un diálogo con Suárez de tú a tú.

-¿El PCE renunció a demasiadas cosas para ser legalizado?

-El PCE, desde 1956, había elaborado una política de reconciliación nacional que pasaba por un entendimiento con los reformistas del régimen, como pasó con los movimientos católicos de base. El PCE siempre había previsto que la Transición sería más o menos como fue. La ruptura democrática que defendíamos no era una revolución, sino simplemente crear un gobierno provisional para que aprobara una amnistía, legalizara a los partidos, convocara unas Cortes constituyentes y, en el caso de Cataluña, le devolviera el Estatut que tenían en la República. ¿Qué pasó? Que eso lo hizo Suárez.

-¿Es cierto que el PCE aglutinó a la oposición democrática en los años del franquismo y que el PSOE no existía en la práctica?

-En 1976, antes de las elecciones, distribuimos carnés a 200.000 afiliados en España. El PCE tenía una gran influencia, también en el movimiento obrero a través de CCOO, en la Universidad, en amplios sectores intelectuales… Era el único partido que movía a gente en la calle. Nuestra legalización estaba cantada, porque si no la democracia no era creíble. El PCE tenía prestigio en la izquierda internacional por su papel en la guerra, su lucha contra la dictadura y su evolución al eurocomunismo.

-Pero el PSOE se convirtió pronto en el partido fuerte de la izquierda. ¿Fueron oportunistas?

-El PSOE cumplió una función histórica. Contribuyó al cambio de una manera formal. Tenía tradición histórica y ayudó a que el PCE quedara lo más reducido posible. En eso cumplió una consigna de la OTAN, del imperialismo americano y de la socialdemocracia alemana. En esa labor de reducir la influencia del PCE tuvo hasta el apoyo del PCUS, porque los comunistas soviéticos se oponían al eurocomunismo y apostaron por el PSOE para ir contra nosotros.

-¿Hay que recuperar la memoria histórica, o la guerra se enterró con la reconciliación?

-La guerra es historia ya. Quedamos pocos supervivientes. No se trata de resucitar el pasado. Ahora bien, la memoria histórica es importante, para saber lo que ocurrió y cuánto retraso nos causó. Por otro lado, en las cunetas, o junto a las tapias de los cementerios, hay personas enterradas sin nada que las recuerde. Las familias tienen derecho a recuperar los restos de sus deudos y darles sepultura cristiana o civil. Cuanto más se retrase, será motivo de discordia. No comprendo que se pongan obstáculos a eso.

-Santiago Carrillo es como varias vidas en una. De todas las vidas que hay en usted, ¿con cuál se identifica más ahora?

-Me siento identificado con toda mi vida. He tenido la suerte de estar en acontecimientos importantes desde los 16 años. A través de esa vida he luchado por algo, y lo haré hasta mi último día: por un país democrático, donde todos seamos iguales, sin oprimidos ni opresores. Y también lucho porque la democracia alcance al terreno económico y social. Esa es mi vida, a través de situaciones diversas.

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