Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Registros domiciliarios, interrogatorios, visionado de cámaras de grabación, rastreos del río... Y, al menos -en apariencia- ningún resultado. La desaparición de Ruth y José, de 6 y 2 años, suma ya cinco días convertida en un laberinto al que parece difícil encontrarle la salida. Las líneas de investigación y el foco informativo cambian, pero hasta el momento ninguno de los itinerarios seguidos han logrado dar carpetazo a un caso inquietante que centra desde el sábado la atención de los medios de comunicación de toda España y de los mayores expertos policiales en la materia.
El rastro de los dos pequeños se pierde el sábado, sobre las 14:00, cuando el padre de los niños, José Bretón, los recogió en la vivienda familiar de recreo, situada en una parcela junto al polígono industrial de Las Quemadas. Desde ese instante, y pese a los numerosos interrogatorios realizados hasta el momento por el Cuerpo Nacional de Policía, ningún testigo ha podido aclarar por dónde estuvieron los niños. El hombre denunció la desaparición a las 18:40, aunque las lagunas en su declación y la falta de testigos parecen apuntar a que los pequeños no estuvieron en el circuito deportivo del Parque Cruz Conde, donde según insiste el progenitor, los vio por última vez.
Y, mientras los días avanzan, la investigación intenta encontrar la salida de un laberinto que parece lleno de puertas falsas. La atención se centró el domingo en las declaraciones de los familiares de los niños y de sus padres, que se encuentran en proceso de separación. Trascendió, de hecho, que la madre acababa de presentar una denuncia en la Comisaría de Huelva por supuesto maltrato psicológico y amenazas.
El lunes se sumó al caso el comisario jefe de la Brigada de la Policía Judicial de Sevilla, Manuel Piedrabuena -quien coordinó el caso de Marta del Castillo-, y la atención se centró entonces en la finca de Las Quemadillas, de más de 10.000 metros cuadrados. Acompañados de guías caninos, agentes de la Unidad del Subsuelo hicieron un barrido por las alcantarillas de la zona. Los investigadores, además, registraron un pozo y, según los vecinos, vaciaron la piscina, lo que llevó a plantear un escenario muy pesimista. A última hora de la tarde se supo, además, que la Policía Científica había centrado su atención en los restos de una hoguera situada a unos metros de la puerta de la casa. Los agentes quedaron sorprendidos por que en la primera visita a la casa tras la denuncia hallaron restos óseos entre las brasas aún humeantes. La criba se prolongó hasta bien entrada la madrugada, pero los resultados no ayudaron a salir del laberinto. Se trataba, en concreto, de restos óseos de animales, una incógnita que tiene su posible explicación en que el abuelo de los menores es criador de perros, según dijeron los vecinos.
Después de cerrarse esta línea de la investigación, el martes empezó con una nueva puerta cerrada y, lo que es peor, un regreso aparente al punto de partida. Los agentes centraron su interés en el río. El Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) revisó con ayuda de una zodiac el tramo del Guadalquivir comprendido entre la barriada periférica de Alcolea y el casco urbano de la ciudad, sin encontrar pistas para salir del laberinto. También se supo que los investigadores reconstruyeron los movimientos de los niños desde que fueron recogidos por su padre en Huelva a la salida del colegio hasta que se esfumaron en el Parque Cruz Conde. De nuevo, sin resultados. Y todo ello mientras los guías caninos especializados en la búsqueda de personas rastreaban distintas zonas de Córdoba bajo la mirada vigilante de un helicóptero.
El Cuerpo Nacional de Policía no ha confirmado hasta el momento ni un solo dato del caso ni ha informado de detalle alguno. Se han sabido, no obstante, algunos detalles de la declaración del padre, que no se ha derrumbado en ningún momento pese al pesimismo general dominante. Según estas informaciones, José Bretón -que declara en todo momento en calidad de denunciante, nunca como imputado- no ha modificado ni un ápide su declaración inicial, en la que los agentes han hallado lagunas que son difíciles de explicar.
La más llamativa es que ningún testigo -aparte del padre- sitúa a Ruth y a su hermano José en el Parque Cruz Conde durante la tarde de la desaparición, y ello pese a que la zona suele estar muy transitada los fines de semana. Existen dudas sobre el lugar desde el que el padre hizo la llamada telefónica para denunciar la pérdida de los pequeños, que fue formalizada en la Comisaría ya a medianoche, después de varias horas de rastreo con ayuda de la Policía Local y de los taxistas. Sólo dudas y enredos en un laberinto de salida complicada.
También te puede interesar
Lo último
2 Comentarios