Ana Julia Quezada: "Nunca quise hacerle daño a Gabriel"
Juicio de Gabriel Cruz
Declara que "no quería hacerle daño al niño", que "quería que se callara".
Dejó la camiseta porque pretendía que la cogieran, "no podía aguantar más ese secreto".
Planeó suicidarse cuando sacó el cuerpo del niño del hoyo
Gabriel sufría episodios de temor por Ana Julia Quezada
La acusación: "Gabriel estuvo cerca de una hora con posibilidad de salvarse"
Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, ha asegurado este martes que "nunca" tuvo "intención de hacerle daño a Gabriel".
Ha afirmado además en respuesta a su letrado, Esteban Hernández Thiel, que si no llamó a nadie cuando murió Gabriel para intentar asistirlo fue porque "se quedó paralizada". "Toqué al niño, vi que no respiraba y no sabía qué hacer".
Ha sostenido que tras matarlo sintió "mucho miedo" y se quedó bloqueada. "Miedo sobre todo por hacerle daño a la familia de Gabriel, a mi hija". "Cuánta más gente venía, peor. No sabía qué hacer", ha añadido.
Quiso suicidarse
Quezada afirmó que el día que extrajo al menor del hoyo en el que lo enterró, tenía pensado suicidarse en la casa de su pareja en Vícar (Almería) y dejar dos cartas solicitando perdón al padre del menor y a su hija Judith.
"No decidí ir a la finca para deshacerme del cuerpo de Gabriel. Perdóname Judith, perdón a todo el mundo. La finalidad que tenía era ir con mi perrita y dejar a Gabriel en el garaje y subirme a casa, escribir dos cartas, una para Ángel y otra para mi hija, explicándoles lo que había pasado y pidiéndoles perdón", ha dicho.
Según ha manifestado, iba a dejar a su perra en la cocina "con bastante agua y comida y la puerta de la terraza abierta, dejarla ahí, coger todo el medicamento que llevaba, tomármelo y echarme en el sofá".
Durante la búsqueda
Ana Julia indica que colocó la camiseta del menor que ella misma simuló encontrar porque "quería que me cogieran, porque no era capaz de decirlo con mis propias palabras, yo quería que me atraparan".
Aunque previamente había manifestado que lo hizo para dar "esperanzas al padre del niño, Ángel Cruz, este martes ha sostenido en respuesta a la fiscal que quería que la "encontraran porque no podía aguantar más ese secreto".
Ha relatado que había guardado la ropa de Gabriel en el cuarto en el que dormía con Ángel y que el 3 de marzo del año pasado le dijo: "Vamos (...) al barranco de Las Negras, por las Agüillas, por esa zona".
"Le dije, vamos a dar un paseo. Cogí la camiseta del armario. La metí en la mochila, cogí mi coche. Vamos Ángel y yo a ese sitio. Yo fui a colocar la camiseta allí".
Aprovechó que el padre estaba "hablando por teléfono con un médium o un periodista" y que subió a ver un cortijo para dejar la camiseta en un cañaveral y entonces simuló encontrarla.
Así empezó todo
Ana Julia relata, en respuesta a la fiscal Elena Fernández, que se había encontrado al niño entre unos matorrales, "a la derecha" de la salida de la vivienda de su abuela en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar (Almería) y que le había dicho que lo llevaría con sus amigos en "10 o 20 minutos".
"Le dije, qué haces ahí. Me dijo que estaba haciendo tiempo para que comiesen los primos. Le pregunté si quería venirse conmigo a Rodalquilar aunque no pintemos, ventilamos la casa y te traigo en 10 o 20 minutos con tus amigos y se vino conmigo", ha afirmado.
Asegura que todo comenzó cuando, ya en la parcela, vio a Gabriel dirigirse a ella con un hacha en la mano y que le dijo que era "fea", que no quería que estuviera con su padre y que se fuese a su país.
"Le dije, te vas a hacer daño, deja el hacha. Me dijo: Tú a mí no me mandas, que no eres mi madre, que tienes la nariz fea, que no quiero que estés con mi padre, que quiero que te vayas a tu país".
"Simplemente le tapé la boca, no quería hacerle daño al niño, quería que se callara", le puso la "mano derecha en la boca y en la nariz, no recuerdo en la nuca o dónde", afirmando que estaba "muy nerviosa".
"Cuando lo dejé en el suelo, ya no respiraba"
Quezada declara que cuando dejó a Gabriel en el suelo, "el niño ya no respiraba". Afirma no recordar si ejerció una fuerza "desproporcionada" o si se echó encima de él: "Le tapé la boca y la nariz con la mano, de lo demás no me acuerdo, cuando lo dejé, ya no respiraba".
"Utilicé las dos manos, la derecha seguro en su boca, la izquierda no lo sé, en la nuca, en la frente, fueron momentos muy rápidos, estaba muy nerviosa", ha dicho la acusada por delitos de asesinato y lesiones psíquicas a los padres del menor.
Ha reiterado que se dio cuenta de que no respiraba cuando lo soltó porque le puso la mano en el pecho y que entonces se quedó "bloqueada".
"Me quedé un rato y luego me fui a fumar como una loca, salía, entraba, salía, entraba y no sabía lo que hacía". Entonces vio una "pala y decidió hacer el agujero".
"Se le quedó una manita fuera e intenté cortarla"
Quezada declaró que intentó cercenar la mano derecha del menor con un hacha porque "se le quedó fuera" del hoyo que cavó para enterrar su cadáver.
Ha señalado que utilizó el mismo hacha que, según su relato, usó el menor para agredirla antes de que le tapase la boca y lo asfixiase.
Ha explicado que, una vez muerto, cavó una "pequeña fosa" y regresó a la habitación dónde se encontraba Gabriel para quitarle la ropa. "No sé decirle por qué, no lo sé", ha dicho a la fiscal.
Tras esto arrastró al niño hasta la oquedad: "Lo cogí de los dos bracitos y lo saqué fuera, y lo metí en el agujero. No recuerdo si se golpeó en la cabeza, puede ser que sí, no lo saqué con cuidado, lo arrastré", ha añadido.
Aunque ha sostenido que no se acuerda de la postura en la que enterró a Gabriel, sí ha reconocido que lo golpeó con el lado cortante del hacha: "Primero creo que le di uno (un golpe), con la cabeza mirando así (de lado) porque no era capaz. Luego giré y le di otro, creo que uno o dos (...) y lo tapé con la tierra".
Ha dicho que no supo cómo reaccionar porque había matado "al hijo de mi pareja, cómo se lo digo yo a Ángel, sólo pensaba en eso", ha apuntado.
Su relación con Gabriel y la familia
Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte del niño Gabriel Cruz, ha manifestado este martes que no ha tenido "ningún problema nunca" con Patricia Ramírez, la madre del menor, con quien ha asegurado que tenía una buena relación.
En su interrogatorio, la acusada por delitos de asesinato y lesiones psíquicas, que manifestó que sólo respondería a las preguntas del ministerio fiscal y de su propio letrado, hizo el relato de la secuencia de cómo cometió el hecho.
Ha relatado cómo llegó a Las Negras, en Níjar, junto a una anterior pareja de Burgos, y que conoció a Ángel Cruz, el padre de Gabriel, en el bar que había montado con éste en la Nochevieja de 2016, iniciando su convivencia en la casa de Vícar (Almería) del progenitor en septiembre del año siguiente.
Quezada ha indicado que los martes por la tarde recogía a Gabriel del colegio porque Ángel "tenía que ir a trabajar y a las ocho de la tarde lo llevaba el padre con su madre", ya que el régimen de visitas establecido entre los progenitores establecía que éste tuviese al niño los fines de semana alternos, martes y jueves.
Ha añadido que pasaban tiempo de forma habitual en la casa de la abuela del menor en Las Hortichuelas Bajas, en Níjar, porque al niño "le gustaba" el sitio.
Asegura que no conocía a Patricia Ramírez, aunque sí que había coincidido alguna vez con ella en su casa después de entablar la relación con Ángel, añadiendo que la relación era "buena" entre los progenitores.
Con Patricia asegura no haber discutido nunca ni responderle mal nunca, manteniendo que es "mentira" que se enfrentase con ella en la Comandancia de la Guardia Civil por su relación con los medios durante la búsqueda.
Ha afirmado que su propia relación con el niño era "buena" y que no tuvo problemas con él, que únicamente una vez le dijo: "Qué nariz más fea tienes, parece que tengas una hostia en la nariz, pero no se lo tuve en cuenta, me reí".
Primer día del juicio
Quezada se declara ahora inocente de los cargos de asesinato que Fiscalía y acusación piden para ella, durante la segunda jornada del juicio por la muerte del pequeño en la Audiencia Provincial de Almería.
Durante la vista oral, Ana Julia no responde a las preguntas de la acusación. Sólo admite que mantuvo una discusión con el pequeño alegando que "cogió un hacha y que para que se callara le tapó la boca".
El letrado de Quezada, Esteban Hernández Thiel, adelantó este lunes en declaraciones a los medios de comunicación que "es de esperar", que su patrocinada responda tanto a sus preguntas, como a las de la fiscal Elena María Fernández y la del abogado de la acusación particular, Francisco Torres.
La magistrada Alejandra Dodero decidió este lunes posponer a este martes su declaración esta decisión porque la conformación del jurado, la lectura de escritos de acusación y defensa, así como las exposiciones iniciales se extendieron hasta las 14:00, lo que hubiera imposibilitado que Quezada la completase este lunes lunes.
El letrado Francisco Torres reiteró que el pequeño estuvo "cerca de una hora con posibilidad de salvarse de haber habido una simple llamada".
Durante su intervención en el inicio de la vista con jurado popular, ha mantenido que la muerte del niño no fue un accidente, como mantiene la defensa de Quezada.
De haberlo sido -ha argumentado al respecto- la mujer pudo haber llamado al 061, a la Guardia Civil o a cualquier servicio de emergencias para socorrerlo, pero no lo hizo.
"No cabe tanta maldad, hacer tanto daño a un niño", ha dicho Torres, quien ha apuntado a que el móvil de Quezada fue doble, "económico" y porque "Gabriel le estorbaba".
Además ha sostenido que aprovechó que el padre del menor, Ángel Cruz, trabajaba el 27 de septiembre del año pasado para llevarse al pequeño a una finca de Rodalquilar (Níjar, Almería), con cualquier "pretexto", un lugar "donde nadie te va a escuchar, apartada del mundo".
"En esa finca mata al niño", ha dicho Torres, quien ha negado que Gabriel muriese por asfixia directamente, sino que primero sufrió diversas lesiones y que cuando Quezada iba a enterrarlo se dio cuenta de que respiraba y lo asfixió.
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