Juanma Moreno sueña con su 4 de Diciembre
El líder del PP andaluz quiere emular las movilizaciones de 1978 contra el concierto fiscal de Cataluña, pero no le bastará con su partido, necesitará a otras siglas políticas y otras organizaciones
Andalucía no negociará un acuerdo bilateral de financiación con el Gobierno central, irá con el resto de las comunidades
María Jesús Montero sale de su silenció: avala y apoya el concierto con Cataluña
A todos los presidentes de la Junta le hubiese gustado gozar de la popularidad del primero de ellos, el socialista Rafael Escuredo. Fue él quien más insistió dentro de su partido en que Andalucía debía gozar de la misma autonomía que Cataluña en unos años en los que el mapa constitucional de España aún no se había dibujado. Cuando el 4 de diciembre de 1977 se celebraron manifestaciones masivas en todas las capitales andaluzas para reclamar el autogobierno, el PSOE todavía era un partido más y no sólo la izquierda, también la derecha, defendían una autonomía todavía indefinida que se materializó después del referéndum de 1980 y la posterior negociación con Adolfo Suárez. UCD y la Alianza Popular de Manuel Fraga quedaron descolgadas por voluntad propia, no creían en esa España de las autonomías simétricas; la organización andalucista de Alejandro Rojas-Marcos, tocada, y el PSOE rentabilizó esa reforma histórica hasta convertirse en una suerte de partido de la tierra. Como lo fue la Convergencia de Jordi Pujol o el PNV, gobernó hasta 2017, cuarenta años.
Café para todos
Juanma Moreno ha seguido durante estos cinco años de presidencia el buen manual del PSOE andaluz para convertirse en un líder trasversal, de centro y andalucista y, ahora, la apertura de una negociación para conceder un concierto fiscal a Cataluña le ha dado la oportunidad de llegar hasta el examen final. Moreno ha supendido por un día las vacaciones de este agosto de tremendos silencios para anunciar lo que estaba cantado: a partir de septiembre, se pondrá al frente de movilizaciones socales contra el cupo catalán y a favor de una misma financiación autonómica para todas. Las referencias a 1977 son obvias, y él mismo se refirió a ellas durante su visita a la Sierra de Mijas el viernes pasado: "Haremos como en los años setenta, cuando nos manifestamos para pedir café para todos". Los independentistas catalanes aborrecen de esta bebida compartida.
Moreno sostiene que el acuerdo firmado entre el PSOE y ERC supone el cambio del modelo actual de Estado hacia otro de corte confederal y asimétrico, y es así: ése sería el resultado de la soberanía fiscal para Cataluña, la misma de la que ahora gozan País Vasco y Navarra. Hasta el momento y desde 1977, cada paso que ha ido dando Cataluña en su autogobierno ha sido seguido por el resto de las comunidades en una suerte de carrera entre la liebre veloz y unas tortugas lentas pero insistentes, de modo que hubo más café de lo que pensaron los primeros gobiernos democráticos, pero fue para todos. El primer presidente socialista de la Generalitat, Pascual Maragall, fue quien acuñó el término de federalismo asimétrico.
Los nacionalistas catalanes nunca aceptaron la simetría. Lo que Juanma Moreno ha anunciado es que Andalucía no aceptará una negociación bilateral con el Gobierno para tratar la financiación de la comunidad de modo independiente, que el modelo de caja común no se rompe, que él no contribuirá a forjar esa España confederal y que estará al lado de las otras autonomías. Así que el PP recurrirá a las manifestaciones en las calles, a las mociones en los ayuntamientos y diputaciones y a los recursos ante el Tribunal Constitucional. No obstante, los populares no podrán recorrer ese camino solos, no hay un partido con tanta fuerza para el movimiento al que aspiran. Las movilizaciones de los años setenta, hasta llegar al referéndum, fueron una autoría común de muchas organizaciones políticas, de sindicatos y de asociaciones. El PP andaluz ya logró sacar gente a la calle en su primera manifestación contra la ley de Amnistía en 2023, pero después fueron decayendo hasta llegar a la última concentración, escasa, de la plaza de Cuba de Sevilla.
Los populares esperan, no obstante, a que su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, pueda reincorporase a la vida política activa en septiembre. Feijóo sufrió un desprendimiento de retina en julio que le ha obligado a mantener un tedioso reposo, ya tiene el alta médica, pero le quedan varias semanas de descanso recomendado.
El concierto catalán, en efecto, aún no es una realidad. Eso lo sabe Juanma Moreno, de ahí que considere que aún es posible pararlo, y lo saben los socialistas andaluces, que aún confían en que el texto, tal como se acordó, no supere el trámite del Congreso de los Diputados. Esa confianza socialista sólo se transmite en privado; de cara al público, hay mucho silencio, o un apoyo claro al concierto como el que le ha dado la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Si el PP tratase a Montero con la misma virulencia que el PSOE de Alfonso Guerra machacó a Alejandro Rojas-Marcos cuando llegó a un acuerdo con Adolfo Suárez, la ministra ya no tendría ningún recorrido político en Andalucía. Entonces no había redes, pero las paredes de todos los pueblos del sur se llenaron de pintadas contra el andalucista.
El concierto fiscal de Cataluña debe ser aporobado en el Congreso de los Diputados, donde Pedro Sánchez necesitará la misma mayoría que en su investidura. Entre otras leyes -es posible que sea necesario cambiar tres-, hay que cambiar la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca) para sacar a Cataluña del régimen común. Compromís y la Chunta Aragonesista, ambos integrados en Sumar, se oponen a esta singularidad catalana, y Junts aún no ha definido qué hará. De momento, defienden que la cantidad del denominado cupo de solidaridad no sea objeto de una negociación, sino que la Generalitat lo decida, pero es posible que estos independentistas terminen por dar su apoyo a cambio de conseguir mayores ventajas, lo que acarreará más problemas dentro de Sumar y del propio grupo parlamentario socialista.
Junts ha sorprendido al adelantar su congreso al mes de octubre, cuando estaba previsto para dentro de dos años. Será entonces cuando defina su posición ante la negociación de la Lofca y de los Presupuestos Generales de 2025, cuya tramitación ya fue detenida a mediados de julio por los diputados independentistas. Todo este encaje configura un período de negociación entre la Generalitat y el Gobierno de Pedro Sánchez que será el que el PP aproveche para intentar detenerlo.
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