Juanma Moreno también espera a María Jesús Montero como rival

El presidente de la Junta dedicó la mitad de su discurso de política general a la ministra de Hacienda

Espadas quiere repetir como candidato socialista en 2026, pero todo el partido espera a la vicepresidenta

El problema de la Junta no es sólo la financiación, ahora tiene más dinero que nunca

Juanma Moreno, Antonio Sanz y el portavoz parlamentario del PP, Toni Martín.
Juanma Moreno, Antonio Sanz y el portavoz parlamentario del PP, Toni Martín. / Joaquín Corchero/EP

Juanma Moreno también cree que su próxima rival será la socialista María Jesús Montero. En San Telmo cuentan con ello como una posibilidad más que segura. El presidente de la Junta dedicó la parte nuclear del debate de política general del miércoles pasado a la vicepresidenta y ministra de Hacienda. Sin citarla por su nombre, algo habitual en los políticos cuando desean despersonalizar al contrincante, se refirió en varias ocasiones a aquella "consejera socialista y andaluza" que reclamaba con convicción un mejor trato fiscal para Andalucía. Moreno pudo haber centrado el debate en el problema de la sanidad pública, que es su talón de Aquiles, y señalar al Ministerio de Salud como responsable, pero esto fue secundario. La financiación autonómica le permite esgrimir una bandera que sólo le dará beneficios, porque es la del agravio catalán, y la del ataque a María Jesús Montero, ya que la ministra de Hacienda será quien tenga que aceptar, llegado el caso, un nuevo modelo pactado con ERC.

Algunos consultados en el Gobierno andaluz coinciden en que Montero fue la pieza a batir, la financiación autonómica sólo puede darle rédito a Juanma Moreno en los próximos meses. Pero hay algo más, esta apuesta de Moreno por Montero le procura un doble beneficio, porque si el PSOE comienza a dudar de la ministra por su papel en las negociaciones, las opciones de Juan Espadas podrían aumentar, y Espadas es el candidato preferido del PP andaluz. Esto es algo que se admite sin pudor en San Telmo y en el partido. Montero tampoco ha decidido su futuro, bajar al sur le costará y Moreno también juega a desincentivarla con una estrategia que pasa por señalarle como autora de la posible singularidad catalana.

Juan Espadas no es un mal parlamentario -lo demostró el miércoles pasado- ni un político mediocre, pero no tiene madera de líder ni acierta en la organización de sus equipos. Él querría seguir hasta 2026 y repetir como candidato, pero como explica un ex dirigente socialistas "eso sería decirle a quienes no nos votaron en 2023 por miedo a Vox que lo vuelvan a hacer". Ferraz ha congelado los cambios en las direcciones de Andalucía y Madrid, que son las comunidades que más preocupan, pero los rematará una vez que se aclare la situación catalana el próximo 26 de agosto. Si Salvador Illa no es presidente, habrá repetición electoral y puede que convocatoria de generales. Y si lo es, si el socialista es nuevo president, Sánchez querrá preparar al PSOE para la próxima cita, lo que pase de modo irremediable por mejorar la situación del PSOE en Andalucía.

Las últimas semanas están sirviendo para reconciliar al viejo PSOE andaluz con Pedro Sánchez. El amparo que el Tribunal Constitucional dará a los dos ex presidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, así como a varios de los consejeros encarcelados, ha revitalizado al partido, donde una parte considera que la defensa que hicieron los gobiernos de Griñán y Susana Díaz frente a la investigación de la juez Mercedes Alaya fue equivocada. Esa estrategia, la del "caiga quien caiga", se basaba en la sesanción de que la instructora sólo perseguiría por malversación a quienes hicieron un mal uso de las ayudas de los ERE, pero Mercedes Alaya fue a por el propio Consejo de Gobierno. Precisamente, ésta es la tesis que ha invalidado el Constitucional al no responsabilizar penalmente a quienes elaboraron el proyecto de Presupuestos de la Junta, sino a los ejecutores del gasto.

Este factor despeja los cambios que Sánchez desee hacer en Andalucía, donde la oposición que le ha planteado el ex presidente Felipe González no ha arrancado ningún aplauso más allá de Alfonso Guerra y José Rodríguez de la Borbolla. Susana Díaz y los seguidores que tiene en la organización han sorteado el canto de sirena de Felipe, querrán estar en el relevo del secretario general andaluz, si se produce, pero no van a abror ninguna batalla contra Sánchez. Esa lección la tienen bien aprendida.

Julio y agosto van a ser unos meses, especialmente, decisivos. Tras el debate de este miércoles, Juanma Moreno acometerá los cambios en su Gobierno, sin que aún haya decidido si se quedará en una reordenación de competencias o en el cambio de algunos consejeros. En Salud creen que su titular, Catalina García, será sustituida, pero ése es un cambio rodeado de unas consecuencias políticas que Moreno no se atreva a desatar. Es cierto que la interlocución de García con los sindicatos, incluido el de médicos, está rota, pero el plan para disminuir las listas de espera aún no ha concluido y no se puede evaluar los resultados. Si la consejera sale del Gobierno y el SAS sigue en cuestión, ya no habrá más fusibles que quemar.

Moreno meditará los cambios durante las primeras semanas de julio, y comunicará las reformas en uno de los últimos Consejos de Gobierno de ese mes. A la vuelta de las vacaciones de agosto -el Gobierno andaluz suele convocar su primera reunión la última semana de ese mes-, ya se sabrá si el acuerdo entre ERC y el PSC ha sido posible. Si hay repetición electoral, sonarán todas las alarmas, en San Telmo y en la sede del PP.

Moreno se ha convertido en uno de los pilares de Alberto Núñez Feijóo, fue el primer líder autonómico que le felicitó después del acuerdo de Bruselas sobre el Consejo General del Poder Judicial, donde el presidente ha dejado su marca con el nombramiento de José María Páez, decano de los jueces de Málaga, como vocal de la institución. Y para Feijóo, Andalucía será fundamental en su segundo intento de llegar a la Moncloa.

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