La invasión de los ácaros
ALERGIAS EN OTOÑO
Las reacciones al polvo doméstico y al polen de flores tardías aumentan en otoño. Los médicos aconsejan la vacuna de la gripe para reducir los ataques de asma
Son menos explosivas pero igual de incómodas. Cada primavera las alergias se disparan. Los ciudadanos son conscientes de su existencia y las detectan con mayor facilidad. Sin embargo, también hay alergias otoñales que por su impopularidad, a veces, pasan desapercibidas año tras año hasta que la reacción es demasiado fuerte.
En esta época son típicas las alergias respiratorias a causa de las partículas de polen de las plantas que siguen floreciendo a finales de verano como “las propias de la vertiente mediterránea, por ejemplo, la parietaria judaica”, señala la doctora del Hospital Reina Sofía de Córdoba Carmen Moreno. Pero la alergia más común en esta época es a los ácaros.
Las condiciones ambientales del otoño favorecen el desarrollo de los ácaros del polvo doméstico que se concentran en las fibras textiles de los hogares. “Se alimentan de las escamas de la piel, las células muertas que se desprenden del cuerpo y caen en los colchones, alfombras y sofás”, explica la doctora Moreno. Los parásitos muertos y sus excrementos, los factores desencadenantes más comunes de la alergia perenne y de los síntomas del asma, se dispersan en un polvo fino que se inhala inconscientemente. “Los niños son los más vulnerables porque son los que pasan más tiempo en casa”, indica la doctora. Pero la escuela también puede ser un foco de infección.
El doctor Víctor Bolívar, especialista en alergias infantiles del centro de salud Gran Capitán de Granada, aconseja que los niños con asma o alérgicos a los ácaros se cambien de ropa después de hacer gimnasia en el colegio. “Los patios o el suelo de los polideportivos suelen tener polvo que se adhiere al chándal de los niños cuando se tiran al suelo, y si continúa con la misma ropa el resto del día puede causarle alguna reacción alérgica”. En la misma línea, el doctor cree necesario que los profesores infantiles de primaria conozcan qué alumnos padecen asma y cómo tratarlos en caso de algún ataque: “Si el profesor desconoce la patología y no actúa bien pueden surgir otros problemas más graves”.
Los ácaros son comunes en Huelva, Cádiz, Sevilla y el valle del Guadalquivir por sus condiciones climáticas. Según el doctor sevillano Pedro Guardia Martínez, “las condiciones óptimas para el desarrollo de los ácaros están entre los 20 y 25 grados, una temperatura normal en los otoños de la costa andaluza”. Por otro lado, “las casas con aire acondicionado y calefacción crean un microclima que también favorece su desarrollo”. Como consecuencia, aparecen problemas respiratorios como el asma bronquial y la rinitis que se manifiesta en estornudos, mocos, picor de nariz y ojos.
El doctor Guardia asocia estos parásitos con el marisco, ya que éste produce una proteína similar a la que provoca la reacción alérgica. “Quien sea hipersensible a los ácaros no tiene por qué serlo también al marisco, pero hay un porcentaje elevado de gente que sí”, asegura Pedro Guardia.
Otras reacciones que aumentan en otoño son las alergias provocadas por los animales con pelo como los gatos, perros y caballos, que mudan más tarde. “Las gatas en celo tienen una particularidad: emiten una secreción que posee un porcentaje mayor de sustancia alérgica”, señala la doctora Carmen Moreno. Las reacciones a los frutos secos también crecen ya que su consumo es mayor en otoño. En este caso aparecen urticarias e inflamaciones en la boca y los labios. Los casos más graves van acompañados por problemas respiratorios.
El contacto con la ropa de invierno tras haberla guardado durante todo el invierno, el uso de guantes de látex como material de trabajo después de las vacaciones y las urticarias por el frío son otras reacciones propias del otoño. Ésta última es “muy común entre los motoristas que no se protegen las manos y el rostro por la mañana temprano”, explica la doctora Moreno.
Ambos médicos coinciden en afirmar que la única solución son los tratamientos prescritos por los profesionales, entre ellos la vacunación. Los picores aumentan con el calor, el estrés y la presión, por eso, “hay que ventilar la piel, usar ropas sueltas que no aprieten, evitar los cinturones y usar tejidos, como el algodón, que transpiren mejor”, aconseja la doctora del hospital cordobés. Al mismo tiempo, hay que conservar la calma “y pensar que el picor pasará”.
Al doctor infantil Víctor Bolívar también le preocupa la llegada de la gripe. “La hiperactividad bronquial puede agravarse con los resfriados y la gripe, por eso es conveniente que todos los asmáticos desde los seis meses se vacunen en las primeras campañas contra la gripe”.
En otoño los ácaros y la parietaria judaica, en enero el ciprés y en abril el olivo. En definitiva, todo el año con el pañuelo en la mano.
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