Tribuna
Andalucía y el socialismo andaluz
Compartieron el mismo techo en la prisión granadina de Albolote tras su detención (marzo de 2008) por el crimen de Mari Luz Cortés, desaparecida en la barriada de El Torrejón el 13 de enero de 2008. No llegaron a cruzarse, ni mucho menos a intercambiar palabra alguna. Desde hace dos días, ocupan celdas separadas por escasos metros en la zona de enfermería de la penitenciaría de Huelva, donde permanecerán hasta que finalice el juicio por el asesinato y abuso sexual de la pequeña.
Los hermanos Santiago y Rosa del Valle, acusados en el crimen, estarán hoy frente a frente por primera vez en tres años (el último escenario compartido fueron las dependencias policiales de Cuenca). El primer careo entre el pederasta y su presunta cómplice abrirá el juicio más mediático que se haya celebrado en años en Huelva y, al mismo tiempo, el más temido por los padres de la víctima, Juan José Cortés e Irene Suárez, y toda su familia.
Existe la posibilidad de que en el interrogatorio al que se asistirá en la Sección Tercera, ambos acusados se limiten a contestar a las preguntas de sus respectivas defensas, momento en el que se podrán constatar sus versiones.
La Fiscalía de Huelva considera que el pederasta actuó con alevosía y reclama para del Valle, de entrada y a la espera del desarrollo de los testimonios y pruebas, 20 años de prisión por el asesinato de la niña, la pena máxima para este supuesto, a los que suma otros tres años de prisión por abusos sexuales, teniendo en cuenta la especial vulnerabilidad de la víctima por razón de su edad (cinco años).
El escrito de calificación del Ministerio Público contempla además la prohibición al pederasta de residir en Huelva y de comunicarse o aproximarse a la familia Cortés bajo ningún procedimiento más allá del tiempo de su condena, por un periodo de 33 años.
En el caso de la hermana del presunto autor material del crimen, la acusación pública solicita una condena de 17 años de reclusión, al considerarla cooperadora necesaria del crimen, y establece en 27 años la pena de prohibición de residir en Huelva, donde tiene su domicilio familiar, y de entrar en contacto o aproximarse a los padres, hermanos, abuelos o tíos de Mari Luz.
El fiscal da validez a la cuarta declaración que realizó el presunto asesino de la niña (la segunda de las manifestaciones que realizó ante la juez del Instrucción 1 de Huelva tras su detención) únicamente respecto a cómo se acercó a la pequeña aquella trágica tarde de enero.
Escondido tras los plásticos que cubren la ventana de su casa en la avenida de las Flores, el pederasta observó que Mari Luz regresaba del quiosco (ubicado en la esquina de la calle) y le tiró un muñeco (un osito blanco) para llamar su atención y con la intención, según el fiscal, de abusar sexualmente de ella. "Lo hice por eso que me pasa con las niñas y que no puedo evitar", llegó a admitir en aquella declaración.
La acusación mantiene que el pederasta le ofreció posteriormente alguna chuchería u otro muñeco para que entrara en el portal y cuando la niña comenzó a subir por las escaleras la abordó para abusar de ella. Santiago del Valle se situó a la espalda de su víctima "y para obtener placer sexual le tocó las nalgas y la zona genital". Mari Luz, según este relato de hechos, se revolvió y trató de huir, pero su presunto asesino le tapó la boca y la golpeó con fuerza en la cabeza (contra una de las barras de hierro de la escalera). Estas dejaron a la niña "inconsciente y absolutamente indefensa, sin sangrar ni causarle la muerte". A partir de ese momento, del Valle pide ayuda a su hermana para trasladar a la pequeña, a la que introduce en un carrito de la compra, hasta la zona del Estero del Rincón, donde la abandona. El cuerpo de Mari Luz apareció a los 54 días de su desaparición flotando en la ría de Huelva.
En las últimas comparecencias, el presunto asesino ha proclamado su inocencia y ha sumado fuerzas con su esposa. Precisamente, tras este primer careo entre los hermanos del Valle, se asistirá a la declaración del tercer vértice del triángulo que rodeó la muerte de la niña, la mujer del pederasta, Isabel García, imputada inicialmente en la causa y que quedó exculpada, que ha dado un giro en su declaración para dar una coartada al acusado y declarar contra su cuñada.
La acusación particular eleva la petición de condena para el pederasta a 32 años y las defensas de Santiago y Rosa del Valle solicitan la absolución de sus respectivos clientes por falta de pruebas. A lo largo del juicio, pasarán alrededor de una treintena de testigos por la sala, entre los que figuran los padres de Mari Luz (aunque es posible que se renuncie a su testimonio).
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