Las garrapatas viajan con los mirlos, zorzales, codornices y jilgueros
Un nuevo estudio analiza la prevalencia de garrapatas en más de 600.000 aves
Los resultados ayudan a focalizar en qué especies se debe potenciar la vigilancia de enfermedades
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La progresiva subida de las temperaturas está propiciando la aparición de nuevas enfermedades en España, enfermedades que hasta ahora habían correspondido a latitudes más al sur de la península. Los registros hablan de un aumento de patologías como la fiebre del Nilo Occidental, el dengue, la malaria o las que transmiten las garrapatas. El motivo radica en que las condiciones climáticas de España se están haciendo más idóneas para los patógenos y los seres que funcionan como vectores de tales patógenos. Uno de ellos es la garrapata.
Sobre la proliferación de estos ácaros, un grupo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana–CSIC, la Universidad de Granada y el Instituto Catalán de Ornitología (ICO) ha identificado las especies de aves en las que las garrapatas habitan con mayor frecuencia. Los resultados de este trabajo, que se ha publicado en la revista One Health, muestran que los zorzales, las codornices y los pinzones son más propensos a acoger garrapatas. Vivir en grupo y en determinados hábitats se vincula igualmente a una mayor presencia de garrapatas, informa el CSIC en una nota remitida a los medios.
Las garrapatas son unos ácaros capaces de portar numerosos patógenos que pueden afectar a los seres humanos y a los animales domésticos y silvestres. Se ha demostrado que muchos de estos patógenos transmitidos por las garrapatas afectan también a las aves. Destaca el caso del virus de la fiebre hemorrágica Crimea Congo o de bacterias como la Borrelia, que pueden provocar graves enfermedades. Las garrapatas pueden usar a las aves como vehículo de trasporte, viajando con ellas en las migraciones y provocando la aparición o reaparición de enfermedades. "En el actual contexto de cambio global, estos movimientos pueden facilitar la llegada de garrapatas y sus patógenos a nuevas localidades y, con ello, contribuir a la emergencia o reemergencia de enfermedades”, explica Jesús Veiga, investigador de la Universidad de Granada y primer autor del estudio.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores emplearon datos sobre la presencia de garrapatas en más de 600.000 aves capturadas por más de 200 anilladores voluntarios del ICO desde 2003 a 2020. El análisis de los datos arrojó el hallazgo de importantes diferencias entre los territorios y los años, de lo que se deduce el impacto que podrían tener las condiciones climáticas en los patrones de infección por las garrapatas.
Pinzones, faisanes, jilgueros...
Algunas características vinculadas a la especie de ave influyeron igualmente en la probabilidad de la infección. Los grupos con mayor presencia de garrapatas fueron, entre otros, los que se caracterizan por reproducirse en solitario y habitar en bosques, roquedos, matorrales y en los asentamientos humanos. Ejemplos de ellos son los túrdidos -como mirlos o zorzales-, fringílidos -como jilgueros o pinzones- y faisánidos –como faisanes y perdices-. “Estos hallazgos pueden ayudar a mejorar el diseño de los programas de vigilancia y control de enfermedades transmitidas por garrapatas”, explica Jordi Figuerola, profesor de la Estación Biológica de Doñana–CSIC.
Este estudio financiado por el proyecto Sumhal resalta la importancia de las aves en la dispersión de garrapatas y destaca el potencial que tienen programas como los de anillamiento para la obtención de una gran cantidad de información prácticamente imposible de obtener por otros medios.
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