La experiencia de Rubalcaba vence al cambio difuso de Chacón
38º congreso del psoe
El ex ministro del Interior se impone por 22 votos a su rival gracias a un discurso más consistente y a que parte de la Andalucía griñanista cambió de parecer ante las presiones recibidas por el aparato.
Alfredo Pérez Rubalcaba se convirtió ayer en el cuarto secretario general del PSOE que renació tras el congreso de Suresnes en 1974. Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero, el único, junto a él, que sale elegido en un cónclave donde cada delegado tuvo varias opciones para elegir, de modo secreto y en cabinas cerradas donde cada uno de los 956 representantes escogió su papeleta. Hasta inhibidores de frecuencias impidieron filtraciones durante el escrutinio, que se prolongó durante más de hora y media y durante la cual declarados chaconistas insistían en la victoria de su candidata. Hasta algunos periodistas catalanes habían comenzado a titular las crónicas con la derrota de Rubalcaba cuando las urnas aún no habían sido contadas del todo. Y es que la guerra psicológica se prolongó durante todo el día de ayer, así como el viernes anterior.
Y es que Rubalcaba ha ganado un congreso reñidísimo donde le ha sacado apenas 22 votos a su contrincante, Carme Chacón, cuyo mensaje de cambio no terminó por convencer a los delegados, entre otras razones, porque no supo explicarlo en un discurso donde sólo aportó una emotividad impostada, elevada de decibelios y adobado con unas frases muy elaboradas, pero de escaso calado político. Rubalcaba, sin embargo, insistió varias veces en subrayar la palabra "español" que figura en las siglas de su partido; alertó contra la frágil línea roja que separa el federalismo del confederalismo, en clara advertencia al Partido Socialista de Cataluña (PSC), y llegó a amenazar con romper el pacto de la Transición si el PP se empeñaba "en retroceder otros 30 años". "Entonces, nosotros también retrocedermos 30 años y recuperaremos aquellas posiciones que tuvimos que sacrificar" para alcanzar el consenso, y como ejemplo de ello aseguró que el PSOE, si llega al Gobierno, revisará el acuerdo con la Santa Sede. Chacón, que intervino después de Rubalcaba, se refirió a esos "30 años", pero ya sólo siguió la senda de Rubalcaba, cuyo gran problema frente a la ex ministra era haber llegado como perdedor de unas elecciones generales y contar con unos cuantos años de más. Veinte. "Ella ha dicho unas 58 veces que yo soy el pasado, y yo, unas 60, que represento a la experiencia", comentó Rubalcaba al principio de su parlamento.
Pero, sobre todo, en este congreso han pesado mucho las presiones sobre los delegados y el papel jugado por la dirección andaluza que dirige su secretario general, José Antonio Griñán, y su número dos en el partido, Susana Díaz. El aparato andaluz apostó con fuerza por Carme Chacón, pero varios delegados, entre ellos, el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, y el secretario de Sevilla, José Antonio Viera, denunciaron presiones que llegaron a tildar de "ilícitas e inmorales". Sin citar el caso andaluz, desde el equipo de Rubalcaba se explicó a este medio el viernes por la tarde, cuando el ex ministro aún era candidato, que algunos debían de tener mucho cuidado con tales presiones "para no pasarse de rosca". Un ex presidente de la Junta de Andalucía llegó a más, al comentar ayer, que había gente que llegó a "humillar" a algunos delegados para que votarán a Carme Chacón. Y, al final, este efecto bumerán que los partidarios de Rubalcaba creían que podía ocurrir se materializó: delegados andaluces de Córdoba, Sevilla y, sobre todo, de Granada, que habían afirmado o firmado que votarían por la ex ministra de Defensa, al final optaron por Rubalcaba. Según los cálculos de su equipo, en Andalucía, donde Susana Díaz aseguró que había "un sentir mayoritario" por Chacón, Rubalcaba ha ganado por seis u ocho votos, que le sirvieron para compensar una huida de apoyos hacia la ex ministra en las delegaciones de Galicia y Aragón. El equipo de Rubalcaba confiaba en obtener 30 votos de diferencia sobre Carme Chacón, pero los votos de Galicia y Aragón redujeron la cifra a 22. Destacados rubalcabistas indicaron que el secretario de Organización, Marcelino Iglesias, anterior presidente de Aragón, optó, finalmente, por la ex ministra de Defensa.
A pesar del apoyo de la cúpula andaluza a Chacón y del supuesto "sentir mayoritario", Rubalcaba contó con apoyos públicos en minorías de Almería, Málaga, Córdoba y Sevilla, además de una mayoría plena en Jaén y un escasa, pero suficiente, en Cádiz.
De este modo, el 38º Congreso Federal deja un vencedor, a Rubalcaba; a una derrotada, Carme Chacón, pero también a un perdedor colateral cuyo error no le conviene ahora ventear al ganador: José Antonio Griñán, que en menos de dos meses debe afrontar unas elecciones andaluzas donde el PP parte como ganador. Ése va ser el primer problema de Rubalcaba: cómo paliar la derrota de Griñán, que, a pesar de declararse neutral, todos entendieron que se puso al lado de Chacón. Toscano, alcalde de Dos Hermanas, llegó a acusarle de haberlos engañado. Un secretario provincial explicó a este medio que los ocho de Andalucía expresaron después de las elecciones del 20-N su apoyo a Rubalcaba, por lo que la única explicación que le dieron al giro de Susana Díaz es que hubiese llegado a un acuerdo personal con Carme Chacón al que también se habría sumado el secretario de Huelva, Mario Jiménez.
Tan grave es el problema que Gaspar Zarrías, uno de los muñidores del éxito de Rubalcaba, fue el primero en proclamar que "Griñán no ha perdido el congreso, lo han ganado el partido y los militantes". La confección de la nueva Ejecutiva, que se vota hoy por la mañana, obligará a Rubalcaba a dejar en un buen lugar a Griñán, posiblemente de presidente del PSOE, aunque ese puesto lo ocupa ahora Manuel Chaves, con quien ha mantenido claros enfrentamientos hasta el día de ayer. "Nosotros sí sabemos ser generosos", comentó una de las personas cercanas a Manuel Chaves nada más conocer el resultado de la votación.
El discurso de Rubalcaba, que duró una hora, el mismo tiempo que el de Chacón, giró en torno a cuatro ideas claves que parecían dirigidas a socavar el mensaje de cambio de su contrincante. "No creo en los salvadores", "odio al sectarismo", "hay que practicar la austeridad colectiva e individual" y, sobre todo, "somos el Partido Socialista Obrero y Español, a ninguna de las cuatro palabras podemos renunciar", porque español fue la palabra que más repitió. Pero también dejó un mensaje a los delegados sobre esas presiones, aunque le dio la vuelta al argumento para no señalar: "Que nadie os diga que yo no voy a meter a éste u a otro en una lista si no me vota".
A Rubalcaba le quedaba toda la pasada noche para recomponer la unidad de su partido y, en especial, salvar el difícil lugar en que se ha quedado Griñán.
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