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Los espigones de Matalascañas causan erosión en Doñana

Los diques en peine del núcleo costero almonteño dañan la playa del Espacio Natural · El litoral de Mazagón es el más afectado en Huelva por este problema

Los espigones de Matalascañas causan erosión en Doñana
Y. Sánchez / Huelva

01 de noviembre 2010 - 05:04

Los años de fuertes temporales reabren el debate para buscar soluciones a la pérdida de arena de las playas, situación que afecta muy directamente al sector turístico de Huelva, del que depende un alto porcentaje de población de núcleos costeros como Matalascañas, Punta Umbría o Isla Cristina. El profesor de Estratigrafía de la Universidad de Huelva, Juan Antonio Morales, describe esta búsqueda de soluciones como una carrera a contracorriente, ya que la dinámica de las playas no tiene nada que ver con la temporada turística.

El profesor explica que la playa es capaz de recuperar la arena que pierde, aunque por el movimiento del oleaje lo hace en forma de ondulaciones lo que da lugar a una zona arenosa y otra no. La cuestión es que esta situación forma parte de un ciclo en el que el daño se produce muy rápido, sobre todo con mareas altas y grandes olas, pero la recuperación es muy lenta.

La arena puede desaparecer en una semana y necesitar varios meses para volver y lo normal es que el final del proceso coincida con los últimos días del verano. Por eso "la época ideal para disfrutar de las playas coincide con el otoño, a partir del mes de septiembre, que es precisamente cuando se ha terminado la temporada turística", apunta Morales.

Una de las alternativas es regenerar de forma artificial la arena, lo que supone una inversión importante.

En la costa de Huelva se ha hecho en varias ocasiones, unas veces dragando el fondo a unos metros de la playa y otras redistribuyendo la arena que se acumula en determinadas zonas.

Algo más agresivo para el litoral es actuar construyendo espigones, precisamente lo que periódicamente se reivindica en algunas zonas tras los temporales. Juan Antonio Morales explica que un espigón siempre da lugar a una zona de erosión, ya que la barrera interrumpe la dinámica de la costa reteniendo la arena.

La costa onubense cuenta con espigones en la desembocadura del Guadiana (uno en el lado portugués y otro submarino en el onubense) que afectan a la playa de Isla Canela; los dos paralelos de Isla Cristina que deja una ligera sombra de erosión en la playa isleña; el de Punta Umbría y el Juan Carlos I de Huelva, que afectan a la playa de Mazagón; y los espigones en peine de Matalascañas, que ejercen la correspondiente erosión sobre la costa de Doñana.

El pasado invierno tras los temporales el Ayuntamiento de Almonte retomó la reivindicación de reconstruir esta zona de espigones en peine (una serie de diques perpendiculares al agua) en la playa de Matalascañas, que ha sufrido un deterioro gradual como consecuencia de la acción del mar.

La barrera de diques ocupa 5 kilómetros lineales de playa, con una separación entre los espigones de unos 200 metros, y estos tienen una altura de entre 3 y 4 metros y 100 de largo. Morales explica que esta construcción ha demostrado que es eficaz para retener la arena.

Esto dio lugar a la solicitud almonteña a las administraciones públicas de la recuperación y ampliación de estos espigones.

Morales, que insiste en que la playa es capaz de recuperarse por sí misma con tiempo, añade que inevitablemente estos espigones causarían en la playa del Espacio Natural de Doñana una zona de erosión como ya está ocurriendo. Algo de lo que la Dirección General de Costas no quiere ni oír ni hablar.

En el mapa de zonas de erosión que dibujan los espigones de la provincia, la peor parte se la lleva la playa de Mazagón que sufre las consecuencias de los espigones de Punta Umbría y Huelva.

Morales apunta que esta playa viene perdiendo arena todos los inviernos y no puede recuperarla porque las corrientes en la desembocadura del Odiel y el oleaje empujan la arena hacia Matalascañas, por una parte, y hacia la ría, por otra, lo que ha dado lugar a una pequeña playa detrás del puerto que antes no existía.

A esto se suma el efecto del puerto deportivo, un elemento más que interrumpe la dinámica costera.

La playa de las inmediaciones del Parador queda fuera de la zona de influencia de estos espigones, de ahí su diferencia de aspecto con Mazagón a pesar de la proximidad entre ellas.

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