La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Málaga/Málaga no está exenta del terremoto político que ha supuesto la irrupción de Vox en el panorama electoral. Dos de sus candidatos ocuparán los sillones de la Cámara andaluza en defensa de la provincia. Suya fue la victoria simbólica en unos comicios en los que el PSOE se mantuvo como la fuerza con más votos. La sangría de los socialistas malagueños guarda similitudes con las del resto del territorio andaluz. Cae casi seis puntos (más de 50.000 votos) y pierde dos de los seis escaños que alcanzó en marzo de 2015.
La lectura de los datos del escrutinio final deja un sabor edulcorado en el paladar de los dirigentes del PP. Porque incluso cosechando los peores resultados de su historia (sólo en 1982, con AP, estuvo por debajo, con un 17,99%), Juan Manuel Moreno Bonilla, al frente de la lista por la provincia, tiene opciones de ser presidente de la Junta.
El apoyo de los malagueños apenas alcanzó el 22,6% (casi 48.500 papeletas menos), suficiente para disponer de cuatro diputados, uno menos. Pero, incluso con una fotografía ciertamente descolorida, la satisfacción de Moreno Bonilla y su equipo es doble por mantenerse como el principal referente del centroderecha. Un título que, según buena parte de los sondeos previos al 2-D, estaba en riesgo en favor de Cs. Esta circunstancia convierte en agridulce el crecimiento del partido naranja, que suma 45.000 votos más que en 2015, pasando de 2 a 4 parlamentarios.
La confluencia de Podemos e IU en Adelante Andalucía sale derrotada, al mantener los tres parlamentarios que ya tenían Podemos e IU por separado. No obstante, ese resultado se lograr con una clara pérdida de apoyos. 52.400 menos, en concreto. El crecimiento de Vox es exponencial con 72.500 papeletas. El dato multiplica por más de 30 los apenas 2.373 votos de 2015.
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