El juego de la estabilidad

Zoido da por hecho que será el más votado y plantea un escenario distinto para evitar la comparación con la Junta Espadas apuesta por gobernar en solitario y llegar a acuerdos puntuales para sacar adelante los proyectos. El alcalde recurre a la humildad para garantizarse el apoyo del resto antes de formar el próximo gobierno.

El juego de la estabilidad
María José Guzmán

16 de mayo 2015 - 06:00

LA no-investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía ha marcado, sin duda, la campaña. Esta situación no podría repetirse en el Ayuntamiento de Sevilla porque sólo se celebrará tras las elecciones una votación para formar el gobierno y, en cualquier caso, el alcalde será el candidato de la lista más votada. Para no serlo debería darse un pacto previo entre otras fuerzas que, a la hora de votar, sumaran la mayoría necesaria para arrebatar la Alcaldía al vencedor en las urnas. Por tanto, está claro que será o Juan Ignacio Zoido o Juan Espadas. Pero el 25 de mayo habrá un alcalde. Otra cosa es en qué condiciones se encuentre ante el Pleno.

El socialista tiene claro que gobernaría en minoría, buscando los acuerdos necesarios para ir sacando adelante sus proyectos. Es una fórmula prácticamente inédita en Sevilla, alejada de los últimos gobiernos de coalición que han protagonizado tanto el PSOE como IU, el PP y el PA. Una vía que ya se ha experimentado en capitales como Barcelona. Mientras que el candidato popular hace menos ascos a un posible pacto y aspira a lograr ese consenso antes de tomar el bastón de mando, convencido de que ninguna fuerza cuestionará su capacidad para nombrar un gobierno estable. ¿Teme Zoido a gobernar en minoría? Después de cuatro años con una mayoría aplastante en los que el debate político y constructivo ha brillado por su ausencia, debe ser una postura, cuanto menos, difícil. Por eso habla de pactar con los sevillanos.

Espadas habla ya de un gobierno participativo. Zoido tiende la mano para que confíen en él y garantiza que se sentará con todos, pero para fijar sus bases. Hay una diferencia de enfoque. El alcalde ya ha marcado sus líneas, que son la del continuismo en su gestión. Tan seguro quiere mostrarse del camino trazado que ayer, en presencia de la ministra Fátima Báñez, aseguró que si Susana Díaz se hubiera mirado en su espejo no estaría ahora pensando en convocar de nuevo elecciones. Llegó a decir que si ella eliminase los cargos de confianza, dietas y tarjetas, redujera salarios y quitara a funcionarios, organismos y observatorios, como él ha hecho, a lo mejor los partidos se abstenían y la dejaban gobernar.

Zoido no cree en las encuestas. Un tarot que siempre se equivoca con él, insiste. Pero antes de la campaña ya había otros sondeos que dejaban de manifiesto un elevado nivel de descontento de los sevillanos, entre los que se sitúan los candidatos que se suponen que le darían su apoyo para tomar posesión con tranquilidad. Por eso, él, que asegura que no es soberbio ni en la vida personal ni en la política, está dispuesto a hacer gala de humilde y a tender la mano a la oposición para garantizar esa preciada estabilidad desde el minuto uno del partido. El que critica a Susana Díaz por sentarse a negociar diciendo que es la que ha ganado las elecciones, por coherencia, no debería hacerlo el 25 de mayo si el PP resulta ser la lista más votada. El alcalde insistió ayer en la necesidad de que la ciudad tenga "una etapa estable porque Sevilla se lo merece y no quiero pensar que eso cambie después de esfuerzo por salir y recuperar la normalidad".

En el PSOE sí piensan en el cambio. Unos hablan de gobierno estable y otros de cambio seguro. Espadas volvió a destacar ayer el pensamiento, cree que unánime, de que Sevilla "no ha avanzado" durante el mandato del PP, razonando que "haciendo más de lo mismo obtendremos los mismos resultados" en materia de empleo, economía y bienestar. Espadas presume de tener más que trazada su hoja de ruta y por eso apuesta por gobernar en solitario, convencido de que tiene el talante necesario para ir acordando proyectos.

El PP juega con la inestabilidad como un fantasma capaz de ahuyentar el voto de los partidos minoritarios que impedirán que haya de nuevo mayorías absolutas. Una ciudad, más ésta, no puede permitirse una situación de interinidad como la que atraviesa el Gobierno andaluz, opina la mayoría. Y, por ello, los partidos venden la estabilidad como única fórmula para salir del estancamiento y perder más tiempo.

Ahora bien, el debate no debería quedarse en la forma. Esto es, en la composición del gobierno, en las mayorías y los números. Sólo si entra en el fondo, la vencedora será la ciudad. Y Sevilla no sólo necesita un gobierno estable, sino un gobierno con propuestas y algo más que buenas intenciones. Por eso, que Zoido venda en su mal programada campaña que seguirá en su línea quizás no sea el mayor acierto. Sevilla, aún más... ¿de lo mismo? Espadas utiliza este recurso para fortalecer su oferta, un programa ambicioso. ¿Y creíble? Ése es el problema, que la ciudadanía hace tiempo que perdió la confianza en el político y por eso en parte la novelería se dirige a nuevas fuerzas que, al menos, simulan ser algo distinto.

En el ecuador de la campaña las posiciones no han avanzado mucho. Espadas sigue esperando el empujón de Susana Díaz para ilusionar a su electorado, mientras que Zoido, que no está para muchas visitas, ha recibido con discreción a dos ministras del Gobierno de Rajoy. Y todos miran el reloj y la ciudadanía tiene claro que el alcalde será el que logre convencer al resto y forme un gobierno estable. Luego ya se verá si es un buen gobierno.

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