El éxito del 19-J facilita un ciclo largo en San Telmo

El PP sureño está eufórico y el PSOE regional ha entrado en terapia

Después de perder diez veces, las lágrimas de alegría de los populares tienen toda la lógica

Juanma Moreno desbanca a Ayuso como estratega del PP

El triunfo de Juanma Moreno, en imágenes
El triunfo de Juanma Moreno, en imágenes / Antonio Pizarro

LLEVAN dos días en la capital del Reino discutiendo sobre si ha empezado un nuevo ciclo político en España. Parece evidente, pero en todo caso lo que es indiscutible es que se ha consolidado ese cambio de ciclo aquí en Andalucía. Con la aplastante victoria de Moreno se inicia un ciclo largo. Quizá no al estilo Chaves, porque el presidente en ejercicio puede tener otros planes personales o políticos que perpetuarse en San Telmo. Quizá sea consciente de que no hay político inoxidable y no es conveniente eternizarse. El resultado supone que el PP ha ocupado ya la posición hegemónica que tuvo durante décadas el PSOE. Desalojarlo de ahí será igualmente difícil.

Su éxito del domingo sitúa además a Juan Manuel Moreno en el delfinato virtual de Feijóo, incluso en la hipótesis de que el dirigente gallego gane las elecciones generales del año próximo. Se ha colocado por delante de Ayuso en una hipotética línea de sucesión. La presidenta madrileña tiene un índice de rechazo muy superior al suyo y no alcanzó la mayoría absoluta en mayo del año pasado. La ausencia de Ayuso en esta campaña andaluza ha sido muy significativa de las dos almas populares.

El PP sureño está en fase eufórica y el PSOE regional ha entrado en terapia. Después de perder diez veces y ganar una sin poder formar gobierno, las lágrimas de alegría de los dirigentes populares tienen toda la lógica. Y también se entiende la depresión en las huestes socialistas, tan acostumbradas a las victorias y al poder. Los políticos son humanos y como diría el personaje del Mercader de Venecia, si les pinchan, sangran. Moreno ha conseguido la cuadratura del círculo; consolidar a sus votantes de 2018, quedarse con los de Ciudadanos, arrebatar a Vox el rechazo a Pedro Sánchez, e incluso llevar hacia el PP a moderados que durante décadas apostaron por socialistas o radicales de izquierda.

Lo ha hecho con un talante que le ayuda, de persona cordial, educada y empática, y con un márquetin excelente: una marca blanca llamada Juanma, incolora e inodora a la que ha dado el sabor de la seguridad. Se ha mostrado como un gobernante tan moderado que oficialmente no tenía ideología. Ya se ocupaban sus propagandistas de decir en los medios que no es que no tenga ideales, es que le sobran: según convenga, puede ser socialdemócrata, liberal o conservador. ¡Qué cosas! Hay aduladores sin complejos.

La sociedad andaluza vive con incertidumbre que se haya disparado el coste de la vida, que la pandemia no haya terminado y la creciente tensión internacional que tiene a Alemania aterrada con la guerra de Ucrania y a Francia ingobernable desde el domingo. Y ha apostado por un voto conservador: que se quede en San Telmo el que está, que no ha cometido errores y parece buena persona.

Hay que felicitar a los directores de esta campaña. Lo han bordado. Una campaña dormida, sin sobresaltos, a la defensiva en los debates, facilitada por el debilitamiento de la izquierda. Dos guerras civiles han dejado maltrecho el llamado campo progresista. La del PSOE ha durado siete años, desde que Susana Díaz amadrinó la candidatura de Pedro Sánchez a la Secretaría general contra Eduardo Madina, pensando que era el rival más débil que encontraría en su camino hacia el liderazgo nacional del partido. Las desavenencias entre ambos dan para un culebrón turco. Tras la pérdida del poder en enero de 2019, cabían dos posibilidades, cambiar a la líder andaluza entonces o dejarla intentar recuperar el poder y sustituirla ahora, en caso de derrota. No se hizo ni una cosa ni otra.

Los argumentos de la dirección nacional del PSOE son de aurora boreal. Felipe Sicilia ha dicho que no ha dado tiempo a que conozcan a Espadas. Pero no es un problema de notoriedad; en Sevilla, la ciudad donde ha sido alcalde casi dos mandatos, el PP le ha sacado 60.000 votos. En Ferraz dicen, como jaculatorias, que hay un Gobierno de la nación fuerte y sólido y que el resultado del domingo en Andalucía no tendrá trascendencia nacional. Ni ellos se lo creen. Gobierno fuerte habría sido el que Sánchez y Ribera debieron formar tras las elecciones de abril de 2019, con los 180 diputados de PSOE y Cs. Pero ninguno de los dos quiso saber nada.

Ciudadanos dijo que venía a la política nacional a traer regeneración y equilibrio entre los dos grandes partidos. No ha hecho ni lo uno ni lo otro. Para lo único que ha servido ha sido para apuntalar al PP en Murcia, Madrid o Castilla León cuando tras décadas de poder y múltiples casos de corrupción los populares perdieron el favor del público. En coherencia con echar de la Junta al PSOE tras 37 años, debieron hacer lo mismo en Madrid y Castilla León con el PP. No lo hicieron. En la hora del adiós hay que decir que ni regeneración ni centro. El público así lo ha entendido prescindiendo de ellos.

Cs sale con los pies por delante de esta cita electoral, y el PSOE de Sánchez muy tocado. Al PP de Feijóo se le abre un ancho carril por el que abordar la llegada a La Moncloa. Marín hizo ayer unas lágrimas en el programa de Carlos Alsina en Onda Cero; Ciudadanos está muerto y sólo queda saber cómo será su entierro. En la mayor parte de los casos habrá emigración masiva al Partido Popular.

El duelo de Marín puede que no se prolongue mucho. También este lunes en RNE le dijo a Íñigo Alfonso que "afortunadamente seguirá el PP" las políticas del anterior gobierno y que él está a disposición de Moreno para aconsejarle. Sobre Marín hay apuestas sobre si será presidente de una empresa pública o candidato a la alcaldía de Sanlúcar, dando por hecho que no se va de la política. Rocío Blanco y Rocío Ruiz, las consejeras de Empleo e Igualdad, están bien vistas en las filas populares. Y Moreno dijo ayer que Cs es un partido en extinción y puede recuperar a alguno de sus consejeros.

Una de las primeras cosas que cabría pedirle al ganador, si quiere ser coherente con sus promesas de humildad es que dé la orden para que no sea una obligación sacarlo en todos los titulares de todos los telediarios de todos los días en la RTVA. Debería avergonzarle este culto a la personalidad dictado desde el poder. Su pretendida moderación debería tener reflejo en un uso prudente de medios públicos que son de todos.

A lo que ahora se dedicará el presidente en prioridad es a preparar su próximo equipo. Había anunciado que Bendodo no estaría en el siguiente Consejo de Gobierno. Ante una situación de tanto confort hay que esperar a ver si se confirma la marcha de su número dos a la política nacional, con posibilidades de estar en un eventual gobierno de Feijóo. Sobre el recambio en la Consejería de Presidencia poco se sabe. Poner ahí a Bravo sería prescindir de él en Hacienda, y tener un presupuesto rápido es una de las prioridades del nuevo ejecutivo.

En el extremo izquierdo del arco parlamentario el desastre ha sido perfecto. Nueve fuerzas malavenidas, presentadas en dos candidaturas hostiles. Entre Por Andalucía y Adelante Andalucía han sacado casi los mismos votos que Vox y siete escaños menos. La venganza shakesperiana de Teresa Rodríguez ha dejado a la izquierda arruinada y a ella muy feliz. El mismo personaje del Mercader de Venecia argumenta que si nos agravian debemos vengarnos. Rodríguez se distinguió como jefa de Podemos por su antisocialismo. Su frase "antes muerta que pactar con el PSOE" la llevó a la práctica cuando se separó de Podemos por estar en contra de su participación en el gobierno de coalición.

En Por Andalucía hubo desencuentros desde el inicio. Podemos llegó tan tarde, que ni siquiera figuraba en la papeleta. Aún así de los cinco del grupo, sólo Nieto es de IU; habrá una de +País y tres de Podemos. En mayo, cuando se fraguó la lista, Pablo Iglesias se indignó porque no se aceptase al candidato de Podemos y sostuvo que si eso era el prólogo de la nueva plataforma de Díaz, se podía dar por muerto el proyecto.

Después del 19-J, Moreno entra en quinto lugar en el ranking de mejores resultados en unas autonómicas. En primer lugar está Escuredo, con 66 diputados en 1982. Chaves ocupa el segundo y tercer puesto, con 62 en 1990 y 61 en 2004. Borbolla tiene el cuarto mejor, con sus 60 de 1986. Y a continuación aparece Moreno con estos 58 escaños del domingo.

Creíamos que estábamos en una era en la que no habría más mayorías absolutas, y que el bipartidismo estaba en el desván. Pues aquí tenemos una holgada mayoría y el 85% de los escaños entre PP y PSOE. La jornada ha sido luctuosa para la nueva política. Ciudadanos, muerto. Podemos sonado. Vox , tras una desastrosa campaña de Olona, frenado en seco. Ha habido efecto Feijóo, no ha habido efecto Espadas y ha habido efecto Olona, pero a favor de Moreno. Decenas de miles han votado para evitar el cáliz de una vicepresidenta hostil, no a Juanma, sino al conjunto de Andalucía.

Se ha votado contra los gritos, contra las parodias, contra los enfrentamientos internos. Todo eso ha sido viento de cola para Moreno.

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