Tribuna Económica
Carmen Pérez
Arte conceptual, criptomonedas y economía digital
"Ni me lo imagino". Esta fue la frase lapidaria que soltó en el último Foro Joly el presidente de la Junta y candidato socialista, José Antonio Griñán, al ser preguntado sobre la posibilidad de sentarse en un Consejo de Gobierno con el líder jornalero de la CUT y candidato por Sevilla de IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo. Es probable que lo dijera, más que nada porque es el propio Sánchez Gordillo quien no quiere ni se ve como consejero en el palacio de San Telmo. Pero una cosa es lo que pueda decir un diputado y otra cosa lo que debatan, pacten o hagan al final las direcciones de los partidos. El escenario abierto que pintan los sondeos, en el que nadie da por segura la mayoría absoluta del PP, ya está haciendo cambiar el discurso socialista hacia IU, que puede ser un aliado estratégico para que Javier Arenas fracase en su cuarto intento de presidir la Junta.
Antes de conocerse las últimas encuestas, hubo más de una voz en el PSOE que se atrevió a refrescar la pinza del bienio 1994-1996, o, más cercano en el tiempo, ver a PP e IU con ganas de hacer un experimento a la extremeña: sería la abstención de la coalición de izquierdas que dirige Diego Valderas para facilitar a Arenas la Presidencia de la Junta, tal y como la consiguió hace nueve meses su compañero de partido José Antonio Monago. Griñán llegó a decir en el Parlamento el pasado 14 de diciembre: "Se llame Izquierda Unida, siempre hace el trabajo sucio a la derecha". Hace tiempo que eso ya no lo dice. Ni siquiera en el debate en la RTVA se atrevió a repetirlo. Matemáticamente, IU puede ser la llave de su continuidad.
El problema al que se puede enfrentar el PSOE es que hay un núcleo duro en IU que se negaría en rotundo a compartir espacio político, como parte del PCE o la CUT que lidera Sánchez Gordillo. Eso implica la tentación de seguir el camino extremeño, pero lo cierto es que la federación andaluza es más disciplinada. En la comunidad vecina estas siglas quisieron seguir los pasos que marcaron las bases: el PSOE no debía gobernar y era mejor la alternancia. Y la dirección federal de IU, con Cayo Lara al frente, intentó impedirlo a toda costa, aunque sin éxito.
Aquí entra en juego la sintonía entre Madrid y Sevilla, que no parece que vaya a ir por los derroteros de facilitarle las cosas a Arenas como pasó con Monago. Ya lo ha dicho en repetidas ocasiones Valderas: rechazo absoluto a lo que pasó en Extremadura. Porque IU "va a parar al PP y a sus políticas", a la que vez que va a luchar "para que no reinen en el Parlamento las políticas de derecha que de la mano de Griñán han reinado hasta ahora". En resumen, dice que "si IU es determinante, la pregunta es qué van a hacer los otros con las políticas de izquierda que pongamos encima de la mesa".
Aparte de las claves que se encierran en esta frase, la experiencia extremeña le ha salido cara a estas siglas. Haber brindado su apoyo en la investidura al PP le pasó factura en las elecciones del 20-N. Mientras en el conjunto del país IU subía hasta rozar el 7% de los sufragios, en Extremadura se quedaba en un 5,69%, una cifra, además, sensiblemente inferior a la cosechada en las autonómicas celebradas simultáneamente con las municipales en mayo de 2011.
A este castigo electoralse suma la fractura interna. Dos días antes de la votación de los Presupuestos autonómicos para 2012, la ley de leyes de una comunidad, la mitad de la dirección regional dimitió en bloque. La razón: el descontento con el trabajo de oposición de sus tres diputados por ver un acercamiento importante al PP. Esa proximidad se concretó en su abstención en la aprobación de las cuentas, a cambio de que los 100 millones de la deuda histórica y 35 de la enajenación de patrimonio fueran a parar para la creación de una renta básica de inserción, sufragar los gastos de dependencia y favorecer la economía social. Un trueque en el que muchos vieron que IU empezaba a diluirse bajo la marca pesada del PP, en un proceso que ahora continúa.
Ante esta situación, IU en Extremadura se ha quedado sola. A nivel federal no se está dispuesto a ayudarle a salir de este atolladero. Lara lo dijo bien claro: "Que se resuelvan sus problemas ellos mismos". Pero tampoco tiene el apoyo de quienes fueron sus aliados en las elecciones. Los Socialistas Independientes de Extremadura (SIEX), con los que concurrieron, ya están pidiendo un cambio de rumbo, e incluso poniendo sobre la mesa la moción de censura.
Con estos mimbres, parece claro que Valderas, con el PCE y la CUT detrás, comparten un no rotundo a dar apoyo al PP. Pero entonces, ¿qué hacer si se suma para dar el poder al PSOE? La solución de formar parte de un Gobierno compartido exigiría a Valderas - si finalmente está por entrar a discutir consejerías- un esfuerzo titánico para convencer al PCE y a Sánchez Gordillo. Para ellos sería dar la mano a las políticas neoliberales que tanto han rechazado, y está la experiencia de los andalucistas. Dos legislaturas cogobernando con el PSOE no sirvieron al PA de trampolín, sino para todo lo contrario. Ya lleva cuatro años fuera del Parlamento. Esa es la tesis que maneja el líder de la CUT: compartir bancada con los socialistas sería el "suicidio" de IU. Y desde el PCE aún se recuerda lo que pasó en el Congreso de los Diputados con Gaspar Llamazares. Su apoyo al Gobierno de Rodríguez Zapatero en algunas cuestiones acabó por llevar a IU en 2008 a la cota más baja de su historial parlamentaria: dos diputados.
En este ni contigo ni sin ti, las dos vías que le quedan a IU es que se votara a sí misma en la investidura o acabar apoyando al PSOE y forzar a que haya pactos sólidos sobre el programa electoral, pero nunca sobre el número de consejerías. Una opción esta última que estará en función de si sobrepasa, y con creces, esa barrera de los ocho o diez escaños que le dan como máximo las encuestas.
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