Dos candidatos, dos enfoques y un partido de ida sin goles ni emoción
El primer cara a cara entre Zoido y Espadas concluye flojo y perdido en cuestiones que conectan poco con el ciudadano. El alcalde, disperso, recurre a la herencia a la hora de evaluar su mandato y exige la misma responsabilidad a la oposición. El socialista, con mejor tono y mucha serenidad, pierde la oportunidad de atacar con más dureza y concretar propuestas.
POCA emoción. El primer cara a cara de la campaña entre los candidatos del PP y del PSOE aportó pocos elementos para romper ese empate técnico en el que parecen instaladas las dos fuerzas mayoritarias. El debate sí sirvió para evidenciar que Juan Ignacio Zoido y Juan Espadas son dos candidatos tan distintos como las formas que tienen de ver la ciudad y también la política. "Yo lo aprecio, me iría con usted a tomar una cerveza con una tapa de caracoles, pero nunca lo votaría", le apuntó Espadas. Referencia perspicaz al estilo de la campaña que el actual alcalde inició en un bar de Heliópolis. Una sutileza que, siendo una crítica, quizás a alguien le pudo parecer un halago y que, sin duda, refuerza la imagen de persona por encima de político que vende Zoido.
El debate fue un partido de ida en el que ni hubo goleada ni emoción en la grada. Ningún ataque ni propuestas que rompieran el tono impuesto por los tiempos y las reglas, sin lugar a las interrupciones y las respuestas fuera del turno. Zoido se mostró disperso y su discurso pareció improvisado, mientras que Espadas, más serenidad y argumentos, tampoco arriesgó demasiado, fiel al estilo que ha marcado su forma de hacer oposición.
Zoido comenzó con un error de base, pretender que el alcaldable socialista se sometiera al mismo examen que él, el que ha gobernado, a la hora de hacer un balance y una radiografía de la ciudad. Y ahí surgieron las primeras evidencias de que ambos candidatos comparten sólo la calidad de alcaldables, poco más. Espadas empezó tuteando a su rival -que se dirigió siempre a él como don Juan- tras trazar un panorama de una Sevilla que, cuatro años después, en palabras del socialista cuenta con más paro, donde se han cerrado empresas grandes y pequeñas, se han acometido privatizaciones, cuenta con más zona azul, no tiene proyectos de envergadura ejecutados y una mala gestión en los barrios.
El alcalde se mostró sobrado de apoyos al decir que aquellos que le votaron en 2011, entre ellos "socialistas y miebros de IU de bien", saben que él ha hecho "todo lo que ha podido, pero todo lo que tenía que hacer". ¿Qué? Poner las cuentas en orden, lograr estabilidad en el empleo público y garantizar la prestación de los servicios básicos.
En materia de empleo, Espadas abrió el juego hablando de los agujeros negros del gobierno de quien se autodenominó el alcalde del empleo. Un ataque que Zoido afrontó recordando sus gestiones para permitir que Telvent o Alestis se hayan quedado en la ciudad generando puestos de trabajo. Dos fuegos apagados para Espadas que fue más allá recordando que no hay proyectos con la impronta de Zoido y que alcaldes del PP como el de Santander han demostrado que se puede hacer algo para generar empleo desde los ayuntamientos. El alcalde destacó la importancia del turismo y los rodajes para generar oportunidades y reprochó al socialista que no haya presionado ante la Junta de Andalucía para salvar las escuelas taller. Dijo Espadas que Zoido tiene alergia al parque tecnológico de Cartuja y que ha anunciado bonificaciones fiscales que no se han aplicado. Una acusación que ofuscó a Zoido, que levantó la voz para negar que haya engañado a nadie.
En el bloque sobre los servicios municipales, los candidatos se enredaron hablando de la deuda municipal, la encomienda de Emvisesa y el ahorro por la cobertura de vacantes, un discurso tedioso en el que una única referencia al cambio de modelo de gestión de los centros deportivos animó el debate. "¿Usted no va a nadar a Los Mares, no?", le preguntó Espadas al alcalde, que respondió que él no nada porque no tiene tiempo, sólo lo hace unos días en verano, respuesta que generó sonrisas irónicas de su equipo hasta que el socialista le aclaró que esas mujeres que se quejan por la privatización de la piscina lo hacen por salud.
En lo que se refiere a la movilidad, la crítica de Espadas sobre la ampliación de la zona azul, la derogación del Plan Centro y la escasa atención a la red de carriles bicis o el tranvía quedó algo neutralizada cuando Zoido anunció la creación de cuatro intercambiadores en la ciudad, una propuesta que se recoge en el propio PGOU, anterior al gobierno del PP. Y además, Espadas acabó alabando la política en Tussam donde, al margen de la mejora del funcionamiento de la red, se podrían encontrar otros agujeros.
En definitiva, el debate puso en evidencia que los modelos de ciudad de ambos alcaldables son opuestos. Espadas pidió el voto a todo el ciudadano que quiera un cambio para sacar a la ciudad de su estancamiento. Y Zoido, aclarando que no habla en nombre de su partido, advirtió que no es conformista y que sólo quiere que los sevillanos le sigan ayudando a transformar la ciudad. Fin del partido. Es sólo el de ida.
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