"Voy a seguir siendo Pepito Grillo"

En privado con ... Mayte Olalla. Candidata a la alcaldía de Granada por UPyD

"En un principio no lo veía, la llamada de la política la sentí un poco por casualidad, cuando era delegada de curso creía que la política y yo en España éramos totalmente incompatibles, pero jamás he podido callarme ante la injusticia".

Ha elegido la Plaza Mariana Pineda porque tiene una gran simbología para las mujeres y para Granada.
Ha elegido la Plaza Mariana Pineda porque tiene una gran simbología para las mujeres y para Granada.
Brígida Gallego-Coín

20 de mayo 2015 - 06:00

MAYTE Olalla Olmo es atractiva, tiene una mirada muy bonita, siempre está bronceada y normalmente en su vestuario hay un guiño al flamenco, a Andalucía, al Sur. El día de esta entrevista lleva unas preciosas babuchas doradas y unos pendientes arabescos con forma de lágrima. "No tengo tiempo de ir de tiendas, si por casualidad veo algo que me gusta, me lo compro si me hace falta y me viene bien", dice. La candidata de UPyD a la alcaldía nació un 30 de julio en Granada, tiene 43 años para 44. "Soy Leo, aunque no me siento identificada". Por cuestiones laborales de sus padres vivió hasta los 12 años y medio en Madrid, más tarde en Lugo, Vigo y Málaga. "Hasta que llegó la hora de estudiar y me vine a Granada a hacer Ciencias Políticas y Sociología, cuando terminé la carrera trabajé un tiempo en la Universidad y luego en el IMFE hasta que salí de concejala".

Su padre estudió Arquitectura, su madre María Teresa es inspectora farmacéutica y siempre la animó a ser activa políticamente. "En un principio yo no lo veía, la llamada de la política la sentí un poco por casualidad, cuando era delegada de curso creía que la política y yo en España éramos totalmente incompatibles, eso sí, jamás he podido callarme frente a las injusticias".

Todo comenzó acompañando a una prima suya que pertenecía a la Plataforma Basta Ya. "El 7 de octubre de 2007 fui con ella a una reunión, ya había leído el manifiesto de la plataforma y me gustaba. Soy idealista, utópica, pienso que las cosas pueden hacerse de otra manera, desde entonces ha sido un no parar".

Madre de tres hijos, Alejandra de 11 años, Javier de 10 y Jimena de 8, asegura que sus comienzos en política, cuando los niños eran tan pequeños, no fue fácil. "Carlos, mi marido, me apoyó totalmente; él es padre cien por cien". Echa la vista atrás y cuenta cómo se conocieron a través de un amigo de él de la Universidad. "Nos gustamos, pero no pasó nada, al año y medio nos reencontramos y desde entonces". La boda de Mayte Olalla fue todo menos convencional. "Una tarde reunimos a las familias a merendar en casa de mi hermana, de repente alguien preguntó: pero bueno, y vosotros cuándo os casáis, y yo les respondí, en media hora, así que arreando todos para la iglesia, ¡menuda sorpresa se llevaron!". Vestida con un pantalón de calle negro y un jersey de rayas blanco y negro, sin ramo, llegaron a una parroquia ubicada en un bajo de la calle Agustina de Aragón. Era un 5 de diciembre, jueves, a las 9 de la noche. "Hasta el cura decía que en la vida se había celebrado una boda allí, la verdad es que yo no era muy de casarme". Eso sí, de viaje se fueron a Punta Cana. "Me picó una especie de mosquito y lo pasé fatal".

No hace falta que Mayte se califique como "optimista, luchadora y nada conformista" porque salta a la vista. Para combatir el calor es capaz de beber un litro de gazpacho al día y, si escucha música, asegura que "se me van los pies con todo, también me gusta cantar, estuve en un coro y tuve un grupo en el instituto, donde hacíamos versiones de los Beatles, los Rolling y Tracy Chapman".

Le encanta leer y recomienda El corazón Helado de Almudena Grandes porque "juega con el pasado y el presente". En su tiempo libre le gusta estar con su gente. Hace un par de veranos, su marido Carlos cruzó el Estrecho a nado con otro chico y una chica. "Yo le acompañaba en un barco, fue emocionante comprobar que lo conseguía, fueron los primeros granadinos que lo hacían". Viajar es otra de sus pasiones. Se quedaría a vivir en Cambridge, Roma o Praga, por su encanto tan especial. "Baroja decía que los nacionalismos se curan viajando", recuerda.

Para que Granada funcione, considera necesaria la colaboración entre administraciones, "que no vaya todo el mundo dándose la espalda". También terminar el AVE, potenciar el aeropuerto, no sólo llegar al pleno empleo sino pedir trabajadores fuera, abrir la Cuesta de Gomérez en dirección cuesta abajo con transporte público híbrido que no contamine, y "destinar el dineral que cuesta el proyecto del Atrio al Maristán, el Museo Arqueológico o el Hotel Reuma". También le interesa recuperar el arte y la música en la calle. "Potenciar todo tipo de cultura, porque hay festivales que van a desaparecer". "Voy a seguir siendo Pepito Grillo dentro y fuera de las administraciones".

Ha elegido la Plaza Mariana Pineda para esta entrevista porque "es un lugar verde y Mariana tiene una gran simbología para las mujeres y para Granada". Asegura que lo mejor de la política es "el reconocimiento de los compañeros aunque tengan otra ideología y de la gente que te encuentras por la calle". Lo peor "cuando se te echan los medios encima o se sacan de contexto tus palabras".

Tiene un perro, Golfo, que la familia adoptó el día del animal abandonado. "Es muy bonito, grande". No hace deporte aunque últimamente su marido, Carlos, la está aficionando a correr. Por encima de todo quiere que "los granadinos nos demos cuenta de todo lo que tenemos. Deberíamos estar apabullados por tanto tesoro".

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