El final de una campaña que logró despertar
Elecciones Andalucía
La campaña de las elecciones andaluzas ha ido del adormecimiento a la proyección nacional, y no ha resuelto las dudas sobre el posible bloqueo parlamentario
Compañeros, compañeras, ya voy terminando. Ésta es una de las frases más tranquilizadoras de los mítines, tan reconfortante como el podéis ir en paz de los domingos de misa. La campaña de las elecciones andaluzas termina y algunos líderes, como Susana Díaz y Pablo Casado, se han quedado sin voz. La campaña comenzó suavona, adormecida por un PSOE que deseaba no menearla demasiado bajo una propuesta de pacto de deportividad y con mucho acento andaluz, pero ha derivado en una disputa muy ajustada con una proyección nacional tan importante que la convocatoria de las elecciones generales también depende de lo que ocurra el 2 de diciembre.
La situación que han dibujado todos los sondeos, incluso los trankings de última hora que siguen llegando a los partidos, es de un posible bloqueo, por lo que Susana Díaz necesitará a un segundo partido. Ciudadanos se lo niega y Adelante Andalucía no lo aclara, porque sus líderes lo decidirán cuando conozcan los resultados.
A Inés Arrimadas, que es jerezana, se le pegó el acento andaluz en Cádiz y sirvió de mofa en algunos medios digitales, aunque lo cierto es que los andaluces, como tantos otros, modulan el habla en función del interlocutor. La propuesta de Ciudadanos, Juan Marín, ha sido uno de los candidatos asistidos, pero a diferencia de Juanma Moreno, del PP, se deja ayudar, lo agradece y ni suma pero tampoco resta. Arrimadas le ha acompañado hasta que se tuvo que marchar a Barcelona por el aumento de las protestas en Cataluña. Pensaba quedarse hasta el final.
El listón de Ciudadanos
Albert Rivera, que cerró en Sevilla, le ha puesto a Marín el listón más complicado de todos los partidos: superar al PP andaluz. si lo lograse, sería un terremoto que sacudiría la sede de Génova de abajo a arriba, y la última planta, donde Pablo Casado, tiene su despacho, se le puede venir abajo. Primera lectura nacional. La rivalidad de las derechas andaluzas es la misma que la española. Si Ciudadanos ganase, ya lo habría hecho en dos de las comunidades más pobladas: Cataluña y Andalucía. Se abriría un tiempo aciago para el PP.
Pablo Casado ha llevado el peso de la campaña del PP andaluz. Juanma Moreno se ha equivocado; al final, lo que queda de sus propuestas son las vacas, las fotos de la tortilla y del Don Angelo, el cante y la Guerra de las Galaxias. La parte caricata se ha comido a la campaña de propuestas. Pero, incluso así, el PP andaluz puede quedar como segunda fuerza.
Si fuese así, se demostraría que el partido conservador es casi tan fuerte como el PSOE en Andalucía, con alcaldes y líderes municipales en todas las poblaciones, desde Pulpí a Ayamonte, capaces de movilizar a sus prescriptores de votos en unos momentos muy complicados.
Pablo Casado lo ha resumido este viernes: "Los defraudados con el PP siguen teniendo aquí su casa". Los populares se han lanzado a reconciliarse con un electorado que se le puede ir tanto a Ciudadanos como a Vox. Un ejemplo de esta última estrategia es lo que hizo en Sevilla el jueves pasado Juan Ignacio Zoido, que reunió en un restaurante de los Remedios, barrio popular por excelencia, a los notables con proyección en el frente más conservador hispalense.
Si Juanma Moreno no quedase segundo, si el PP se desplazase al tercer puesto en la Cámara, el candidato se vería obligado a dejar el puesto esa misma noche. Pero, además, Pedro Sánchez estaría tentado por convocar elecciones generales para marzo.
Un adelantamiento de Ciudadanos al PP dejaría muy tocada a la dirección de Pablo Casado y se abriría un nuevo escenario nacional, donde Pedro Sánchez podría vencer si se profundiza en la división de las derechas.
La lección nacional
Porque ésa sería la lección nacional más importante que podría dejar la noche andaluza: que la fragmentación de las derechas entre Ciudadanos, PP y Vox beneficia al PSOE, no por número de votos, sino por preponderancia sobre el pelotón.
Los más reacios a convertir en nacional esta campaña de las elecciones andaluzas han sido Susana Díaz y Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, aunque la actual presidenta de la Junta ha terminado por alertar de que estos comicios son la primera batalla que en España se juega contra "la derecha xenófoba y machista". Pedro Sánchez sólo ha participado en dos actos en la campaña, la agenda internacional del presidente se lo ha impedido, pero el PSOE andaluz no ha querido ni ministros ni otros dirigentes nacionales.
El intento de Susana Díaz de localizar estas elecciones sólo en la comunidad se debe, en buena parte, a que Cataluña es el balón de oxígeno de Ciudadanos, que ha contado con Inés Arrimadas en estos días. Ni Díaz ni Teresa Rodríguez han querido hablar de Cataluña, aunque el motivo de la líder de Podemos es bien distinto: las veleidades soberanistas de sus aliados en esa comunidad.
Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo han puesto las bases de una nueva formación, y si funciona, es posible que Adelante Andalucía se presente, como tal, a las elecciones generales para tener un grupo parlamentario propio. Eso es algo que temen Pablo Iglesias y Pablo Echenique, un hombre completamente amortizado para llevar la organización de Podemos.
Susana Díaz afronta unas elecciones en las que puede obtener el peor resultado de la historia del PSOE andaluz. Sucedió en 2015 y, si fuese así, anunciaría un declive definitivo. El PSOE quiere sacarle 10 puntos al segundo partido y que éste fuese el PP, no Ciudadanos y Adelante Andalucía, que son sus probables aliados. Todo lo que sea un resultado inferior al 31% y menos de 42 escaños será un resultado malo para Díaz, aunque logre gobernar.
Al PSOE le ha venido bien la irrupción de Vox en las encuestas para movilizar a un electorado de izquierdas, alarmado por la posible entrada de la extrema derecha en la Cámara. Pero los problemas de Susana Díaz comenzarán el lunes cuando tenga que buscar una alianza para su investidura. Si el PP fuese el segundo, todo le sería más fácil.
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