Editorial: El desafío de Griñán
LA apuesta por el cambio en la política andaluza después de treinta años de hegemonía socialista no ha pasado la prueba de las urnas. Los andaluces, con un nivel de participación del 62%, otorgaron al Partido Popular una mayoría insuficiente para gobernar: 50 escaños, frente a los 47 del PSOE y los 12 de Izquierda Unida, la formación que mejor ha cubierto sus expectativas electorales. La ventaja de los populares andaluces sobre los socialistas, que había sido de siete puntos porcentuales en las elecciones municipales de mayo y de nueve en las generales de noviembre, quedó ayer reducida a su mínima expresión (poco más de un punto). La decisión del actual presidente de la Junta, José Antonio Griñán, de distanciar todo lo posible la convocatoria de elecciones autonómicas de las generales en las que el PSOE fue barrido se ha revelado acertada para sus intereses. La estrategia del PSOE andaluz centrada en la denuncia de la subida de impuestos, la reforma laboral y el ajuste anunciado en los próximos Presupuestos del Estado ha favorecido claramente sus posiciones. Una parte sustancial del electorado ha dado más importancia a los recortes de Rajoy que a la situación de crisis de la economía andaluza, el paro, la corrupción y el hastío tras tres décadas de monopolio del poder socialista. Quienes querían castigar al PSOE han optado, en buena parte, por votar a IU en vez de al PP. Al no poder gobernar el PP resultan derrotados Rajoy, a los tres meses de acceder al poder, y Arenas, en su cuarto intento por desplazar al socialismo gobernante en esta comunidad autónoma. Andalucía se prepara para una experiencia inédita, la de un Gobierno de coalición entre socialistas y comunistas. También es un escenario insólito en España y en Europa. Griñán, que ha pulverizado todas las encuestas preelectorales, como ya hiciera Manuel Chaves en 1996, se enfrenta a un desafío excepcional: imponer a sus socios un programa moderado que garantice la estabilidad institucional y no choque frontalmente con el Gobierno de la nación. En sus manos está, en buena medida, lograrlo.
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