El discreto cirineo

Elegido por Zoido para pilotar el partido y criado en las Nuevas Generaciones, es un sevillano de palabras justas que se forjó como político al lograr la Alcaldía de Tomares

José Luis Sanz, en el balcón de la sede del PP andaluz.
José Luis Sanz, en el balcón de la sede del PP andaluz.
Carlos Navarro Antolín / Sevilla

05 de agosto 2012 - 05:04

Como en política muchos son los penitentes y pocos los que ayudan a cargar la cruz, Zoido se ha buscado para su nueva etapa de presidente del PP andaluz a todo un cirineo. José Luis Sanz (Sevilla, 1968) tiene el rodaje del que escucha más que habla, el perfil de un gran observador y el valor añadido de romper el estereotipo del andaluz jaranero. Es un tipo serio para los que le conocen. Y tremendamente serio (hasta misterioso) para quienes nunca lo han tratado. Nadie que sufra de incontinencia verbal lo querría como compañero de viaje en un ascensor para subir a la séptima planta. Se crió en la Sevilla de los años setenta que emergía en los chalés de Santa Clara con un nexo familiar con la céntrica Plaza de la Alfalfa, donde su abuelo -un soriano afincado en Sevilla- regentaba un ultramarinos. Hijo de sevillano y de una valenciana, es el mayor de cinco hermanos. A él le siguió una hermana. Y posteriormente su madre tuvo trillizos. El nuevo secretario general del PP andaluz está casado y tiene dos hijos, de 8 y 5 años. Por esa relación sentimental con la Alfalfa -lugar donde el centro de Sevilla más sabe a barrio- fue inscrito en las cofradías de San Isidoro y de la Candelaria. Hoy sólo sigue apuntado en la primera, a la que casualmente también pertenece el presidente del partido, Juan Ignacio Zoido, aunque Sanz presume de mucha más antigüedad en la nómina. San Isidoro es una hermandad pequeña que sale en la tarde del Viernes Santo (cuando no llueve) y en la que por distintas circunstancias hay una notable presencia de profesionales del Derecho, pues son muchos los notarios, magistrados, fiscales y abogados que visten la túnica de negro ruán en la jornada de luto por antonomasia de la Semana Santa.

Su infancia son recuerdos felices de una casa amplia donde la música era el ruido de los juegos de cinco hermanos. Su padre tenía un negocio de distribución de productos Revilla en Sevilla y Andalucía Occidental. De hecho, el abuelo de Sanz era pariente del conocido empresario que fue secuestrado por ETA en 1988.

Sanz estudio con los jesuitas en el colegio Portaceli. Allí hizo desde primero de E.G.B hasta COU. El primer contacto con el mundo de la política se produjo en 1990 de la mano de José María Pareja, después concejal del Ayuntamiento, en sus tiempos de alumno de la facultad de Económicas y Empresariales de la Hispalense. Ese año asistió como joven de Nuevas Generaciones al famoso congreso de Sevilla, el de aquel enérgico Fraga de las tutelas y tutías haciendo trizas la carta sin fecha de dimisión de Aznar. Los casos de corrupción de los últimos años del felipismo acrecentaron su interés por comprometerse en un partido al que aún le quedaban seis años por debutar en la Moncloa.

De Sanz se resalta siempre que habla poco, aunque en ocasiones le gusta sorprender al interlocutor con comentarios que son verdaderas cargas de profundidad de estilo vaticano. Su perfil es el de un hombre pensativo y meditabundo. Tímido a ratos. Y en ocasiones hasta coge carrerilla y se suelta a hablar. "Hay quien dice que soy sieso por mi cuota de sangre valenciana". Tal vez ese carácter discreto le haya hecho merecedor de la confianza de hasta tres dirigentes de peso en el partido en los últimos tres lustros: Amalia Gómez, que lo promovió como secretario regional de formación; Javier Arenas, que lo hizo coordinador de la presidencia en 1996 con la encomienda de ser el enlace entre la sede regional del partido y el Ministerio de Trabajo, y Juan Ignacio Zoido, que ahora lo ha aupado a la secretaría regional del partido.

De Javier Arenas siempre dice apasionado que lo ha aprendido todo. Lo considera el mejor político que ha dado Andalucía. Sanz presume de que en política es posible hacer amigos, pese a los cruces de "intereses lógicos y legítimos". Entre ellos siempre cita en primer lugar al político de Olvera e incluye a Eloy Carmona, portavoz del PP en la Diputación Provincial; Ricardo Tarno, alcalde de Mairena del Aljarafe y Alberto Díaz, jefe de gabinete del alcalde de Sevilla.

En 2006 tomó una decisión clave en su carrera política: ser candidato en las municipales de 2007 a la Alcaldía de Tomares, el pueblo con mayor renta per cápita de Sevilla y donde el PP sólo contaba con cinco concejales. Duplicó el número de ediles después de visitar 2.600 de los 6.000 hogares de la localidad aljarafeña y tras realizar una promesa electoral de impacto: la construcción de un teleférico para salvar los dos kilómetros que separan Tomares de la capital. Se ha reunido ya con dos consejeras de Obras Públicas del PSOE que le han dado nones con dos razones: el precio del billete sería caro (cinco euros) y la infraestructura sería más bien un atractivo turístico. El teleférico no se hizo, pero a Sanz le sirvió para alcanzar la Alcaldía, tener su propia parcela de poder y no estar vivaqueando por los despachos de una sede regional donde por aquel entonces ni se deliraba con las prometedoras encuestas que después dieron al traste con Arenas. La Alcaldía de Tomares la ha compaginado estos años con la presidencia del PP sevillano. En su haber, el partido de la gaviota es por fin la segunda fuerza política de la provincia, dejando atrás el sonrojante tercer puesto, un lugar más propio de circunscripciones del País Vasco. En su debe, el PP sevillano sigue sin ganar en Sevilla, teñida aún con el color rojo socialista en el mapa político.

Quiere ahora volver a salir de nazareno en San Isidoro, la cofradía del Señor de las Tres Caídas, una imagen a la que acompaña una espléndida imagen de cirineo del escultor Francisco Antonio Gijón, el autor del Cachorro. Este Sanz tiene ahora mucho de cirineo discreto de Zoido en los próximos años recorriendo Andalucía de Pulpí a Ayamonte. El joven de Nuevas Generaciones, el admirador de Adolfo Suárez, el aficionado a la lectura de libros sobre la historia contemporánea de España, el ex jugador de pádel, el viajero de los pueblos de la Sierra Cádiz, el veraneante de Zahara de los Atunes y de Rota, tiene ante así una difícil tarea para la que Zoido sabe, efectivamente, cuantísimo son los penitentes y qué pocos los que ayudan a cargar la cruz. He ahí el discreto cirineo.

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