Los diputados saben leer
Cinco Llagas
Dos reformas necesita con urgencia el Parlamento regional en el inicio del año político: prohibir el uso de papeles en los discursos y mirar a Andalucía.
AL Parlamento andaluz le hacen falta urgentemente dos reformas: prohibir leer a los diputados sus intervenciones en los plenos, y ocuparse de Andalucía y no de la política nacional, que parece en este momento su única preocupación. La sesión quincenal de control al Gobierno regional ha desaparecido. Los dos socios de la Junta la han convertido en una competición de pedradas al Gobierno central, al partido que lo sustenta o a su presidente. Dos contra uno, el PP se coloca a la defensiva y de ahí no salimos.
Prohibir la lectura elevaría el nivel de los debates. Al fin y al cabo, parlamentar es hablar o conversar, no leerle al adversario un folio, que se ha traído de casa perfectamente redactado, incluso para las réplicas. Hubo ayer momentos en la Cámara de escaso o nulo parlamentarismo. Por ejemplo, cuando la consejera de Fomento Elena Cortés respondía con escasa habilidad de lectura a una interpelación sobre su defensa de las acciones de Sánchez Gordillo este verano. La letra compuesta estaba bien. La declamación, floja.
No todo el mundo peca de este defecto de la chuleta leidita de mala manera. El consejero Planas Puchades no necesitó leer para responder con soltura y seguridad a la reducción de empleo en la Fundación Doñana 21 o del incendio en la Sierra de Mijas. Lo mismo cabe decir de la consejera Montero Cuadrado, convincente en sus respuestas a interpelaciones sobre el pago a proveedores de farmacia o los programas sociales que desarrollan los ayuntamientos. Por cierto, que ese asunto fue suscitado por el alcalde de Córdoba José Antonio Nieto con determinación, sin necesidad de apoyarse en los papeles. Pero este ejercicio de parlamentarismo es muy minoritario. La prohibición de papeles sería muy saludable.
El segundo problema es más grave aún. Andalucía, los problemas concretos o cotidianos de los andaluces han casi desaparecido porque de verdad a quien se le lee la cartilla cada quince días en el antiguo hospital de Las Cinco Llagas es al Gobierno de Rajoy. Hasta el punto que la populista consejera de Presidencia cuando le piden que condene la agresión a una cajera en un supermercado no lo hace. Y para evitarlo reprocha al PP la reforma de la ley del aborto, la reforma laboral contra la mujer y toda la legislación contra la mujer (sin precisar) que está haciendo el Gobierno de la nación... Ahí queda eso.
Es el inicio del curso. Y los señores diputados y las señoras diputadas todavía no están rodados. Algunos incluso están en baja forma o con las tareas a medio empezar. Sorprende que la consejera Díaz Pacheco diga en la Cámara que ignora quien hizo una lista con los más de 170 puestos de confianza de la Junta en Málaga. Clasificados por su militancia o no en el PSOE y por su grado de fidelidad a los jefes del partido. El nombre de la autora circula por los ámbitos socialistas en la capital de la Costa del Sol. Este cronista le adelanta una pista a la consejera: las siglas M. R.
Y hablando de siglas, a falta de debate vivo e improvisado, los señores diputados se entretuvieron ayer en filigranas con diversas siglas que se iban inventando. Por ejemplo los populares: Valero Rodríguez, médico de Churrina de la Vega (Granada), que debutaba, arrimó el discurso a su oficio y habló del VHR, el virus de la herencia recibida. Nieto Ballesteros, que es abogado, en su papel de jurista reclamó un Plan P, un Plan C y un Plan R. Traducción: pagar, colaborar, responsabilizar. Desde las filas socialistas, contraatacó el cordobés Ruiz García, técnico administrativo, reprochando al PP su Plan D, de destrucción del sistema público por la imposición de un copago farmacéutico a los pensionistas.
La sesión de control incluía antiguamente un debate de los jefes de las tres formaciones políticas. Este también ha desaparecido, por incomparecencia de dos de los tres protagonistas. Arenas se ha marchado de la política regional y Valderas ya no es el correoso opositor al Gobierno socialdemócrata de la Junta, sino nada menos que su vicepresidente. Juan Ignacio Zoido debutó ayer en estas lides. Empezó muy en su estilo de bonhomía personal, ofreciendo colaboración y ayuda. Pero la letra del discurso no se correspondía con esa melodía romántica. Le reprochó a Griñán la espantada que había dado de la comisión de investigación de los ERE, tras la intervención del interventor; las contradicciones de Valderas y Díaz, que han pasado del desdén hacia el Fondo de Liquidez Autonómico a reclamarlo; le echó en cara que uno de cada tres parados españoles es andaluz; que un diputado de su socio de Gobierno haga apología del delito y sea portada en la prensa nacional e internacional este verano, con el consiguiente deterioro de la imagen de Andalucía en el mundo; y que esté criticando al Gobierno, cuando ha recibido 596 millones del ICO, 640 millones del retraso en la devolución de anticipos del sistema de financiación, 229 millones de anticipos de la liquidación de 2010 y 2.700 millones para el pago a proveedores. Esta faena la remató con una revolera. Dijo que Andalucía no necesita un rescate económico sino político. Este cronista entendió que decía que hace falta otro Gobierno.
Griñán, muy cómodo ante su neófito adversario, lo quiso entender de otra manera: pretendió que Zoido había sido muy elocuente al mostrar la estrategia del PP de utilizar el rescate económico para conseguir el rescate político. Dio datos sobre los adelantos que este año han recibido algunas comunidades autónomas. Cataluña nueve veces más que Andalucía y Valencia, siete. Pero hubo poco cuerpo a cuerpo en este primer envite. Griñán adoptó el tono profesoral, que es el papel que más le gusta al presidente. Explicó por enésima vez que si la prioridad es el déficit no creceremos y si crecemos no se creará empleo.
Por el PSOE intervino su nuevo portavoz, Álvarez de la Chica. El cambio nos ha reportado que ya no escuchamos el catálogo de elogios desmedidos que su antecesor dedicaba al presidente. Pero la segunda parte sigue siendo la misma: un triple ataque frontal al Gobierno, al PP y a Rajoy. Con algún apunte ingenioso, cuando se refirió a "los ocho meses que llevamos de marianismo". Ocurrencia que fue contestada más tarde desde los bancos de enfrente por el sevillano Salas Machuca: "llevamos tres años joseantonianos". Más allá de los juegos florales, el presidente explicó en respuesta al portavoz socialista que no podemos desentendernos de la realidad de la manifestación de Barcelona. Y planteó un decálogo de propuestas para la reunión de presidentes autonómicos de primeros de octubre, que se puede resumir en la necesidad de cooperar, sin desigualdades ni asimetrías, para crear empleo; de una reforma fiscal mejor distribuida y que luche contra el fraude, y de una mayor implicación de la Unión Europea.
Ausente en la sesión de ayer, se dice que por enfermedad, Sánchez Gordillo fue el gran protagonista. Su temporada alta veraniega le ha reportado muchos minutos de televisión y muchas portadas de diarios. El PP aprovechó para atacar por ese flanco al Gobierno. Y desde el Gobierno no hubo una mala palabra hacia el líder sevillano de Izquierda Unida. Tampoco buena. Todo se arreglaba con sacar el mazo contra el Gobierno de Rajoy. Esperamos que esto mejore. Porque si no...
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